Cuando los números ya graciosos de Arabia dejaron sin corazón al fútbol
Desde los años '30 con el inicio del profesionalismo, hasta ahora, el fútbol fue mutando hasta convertirse en un perfecto negocio económico desarraigado.
Desde el inicio del profesionalismo, hace poco menos de un siglo, el fútbol estuvo regido por los salarios de los futbolistas. En un micromundo de salarios similares, el corazón optaba y, por eso, los jugadores pernoctaban en las instituciones, prácticamente sin traspasos. Claro, otro fútbol. Otra época.
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Desde finales de los '50 las transferencias se volvieron algo más común en el fútbol argentino, incluso, en los distintos países del mundo. River transfería a Enrique Omar Sívori a la Juventus por la impresionante suma, para la época, de 250 mil dólares.
Las transacciones desde América del Sur a Europa comenzaron a tener mayor relevancia hasta que, en la década del '80, el fútbol italiano se convirtió en la meca del fútbol mundial. Por aquella época, a principios de la década, la venta de Diego Armando Maradona, de Boca Juniors al Barcelona, marcaba un antes y un después en la historia de las transferencias del fútbol argentino. Esta se convertía en la mayor de todos los tiempos. El 4 de junio de 1982, el Culé hacía oficial la llegada de Diego a España desembolsando 1200 millones de pesetas (7,2 millones de euros).
Luego llegaría la década del '90, con la Liga española por sobre todas, inclusive en la primera década del nuevo siglo, hasta que la Premier League se adueñara de los mejores jugadores del planeta, con algunas excepciones y los ojos del mundo se posaran sobre ella.
Hasta aquí, futbolistas en busca de un futuro mejor y optando por entre las cinco ligas mejores pagas del viejo continente (España, Italia, Inglaterra, Alemania y Portugal) y en una competencia futbolística feroz, con gigantes clubes peleando en sus ligas locales y en busca como objetivo mayor de la UEFA Champions League, el torneo a nivel clubes más importante de todos.
La tercera década del Siglo XXI parece haber terminado con todo ese romanticismo futbolero que las grandes ligas de Europa supieron disfrutar durante tres o cuatro décadas. Hoy, todo indica que la exclusividad de la decisión en una transferencia pasa únicamente por lo económico.
Así es que desde la llegada de Cristiano Ronaldo al Al-Nassr, la liga de Arabia Saudita se ha convertido en la de mayor crecimiento económico por escándalo. Karim Benzema, Riyad Mahrez, Roberto Firmino, Fabinho, Sadio Mané y hasta Neymar Jr, jugarán en un fútbol que, pese a estas incorporaciones, no entran en la conversación sobre las ligas más competitivas del mundo. Prima el dinero, por sobre todo y ya no hace falta que un jugador "este de vuelta" para que vaya a buscar la "salvación" a este tipo de destinos. Sin ir más lejos, Neymar y tantos otros podrían jugar en cualquier equipo del mundo debido a sus condiciones futbolísticas y también físicas.
Solo el Al-Hilal ha invertido casi 250 millones de euros en cinco jugadores y los demás equipos empiezan a hacer lo propio. ¿Será esta liga la más competitiva del mundo de acá a una década? Puede ser, aunque por ahora está muy lejos de serla. Mientras, los salarios desorbitantes se interponen ante cualquier otra prioridad y el corazón se empieza a despedir de aquel sentimiento tan genuino llamado fútbol.