Con resultados positivos, subsisten más dudas que certezas

Los números de corto plazo muestran buenas señales, pero subsisten dudas acerca de la solidez del programa. Escribe Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El Gobierno viene acumulando semanas de buenas noticias y todas tienden a mostrar una situación de la economía un poco mejor, que dejó atrás la crisis y que puede comenzar a crecer, aunque está lejos de ser sólida. Los datos de la inflación de octubre aportaron un grano más para el entusiasmo del presidente Javier Milei, al dar un 2,7%. Y aquí entran a jugar algunos juegos de números que le gustan al presidente.

Milei ha dicho que hay un piso de inflación de 2,5%, constituido por un 2% del crawling peg (la devaluación mensual de la moneda), a la cual Milei le llama "inflación inducida", a la cual le suma un 0,5% de inflación mensual internacional, que nadie sabe de dónde sacó el dato. Milei toma estos datos como naturales o estructurales, por lo cual se permite afirmar, si ponerse colorado, que con un IPC del 2,7%, la inflación real es de 0,2%.

Más allá de estas elucubraciones, lo cierto es que el índice es positivo porque bajaron los precios regulados, que seguramente volverán a subir en noviembre y hay que ver qué incidencia terminan teniendo. Lo importante es que están muy tranquilos los precios de los alimentos, por el comportamiento, sobre todo, de las carnes tanto roja como de pollo, cuyos precios llevan tres meses de estabilidad.

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Más allá de algunas dudas que existen sobre el número final de noviembre, también surgen las dudas sobre diciembre, ya que es un mes con mayores demandas de dinero, sobre todo para el Gobierno, que debe pagar aguinaldos, y las empresas que deben también pagar impuestos. Para colmo, el Tesoro no pudo colocar un bono ajustado por CER y tendrá que esperar para bajar mucho las tasa, de lo contrario no conseguirá plata en el mercado. Los bonos ajustables por CER ya no son atractivos por las perspectivas de baja de la inflación.

Además, el presidente Milei se agrandó con el dato de la inflación, pero esquivó el tema del levantamiento de cepo. Había dicho que lo haría si el IPC llegaba a 2,5%. Ahora, cambió el discurso y afirmó que, si se mantienen estas condiciones dos meses más, bajará la tasa de devaluación al 1% mensual y si con esta se mantiene, levantará el cepo. Con estas frecuencias de tiempo, no parece que se termine el cepo antes de junio de 2025, pero hay actores del mercado que sostienen que es muy probable que se postergue hasta después de las elecciones de octubre. El gobierno no quiere ningún movimiento que pongan nerviosos a los votantes.

Los mercados internacionales

Los mercados están alterados por varias circunstancias. Hace menos de un mes la Reserva Federal de Estados Unidos había decidido comenzar a bajar las tasas porque la economía había dado muestras de agotamiento y riesgos de recesión. Los mercados r4eaccionaron racionalmente y comenzaron a bajar las tasas. Pero ocurrieron dos hechos que alteraron el orden. El primero fue el ataque de Israel a Irán, que hizo que los inversores temieran por el futuro precio del petróleo y eso llevo a un nuevo crecimiento del valor del dólar y la devaluación de las monedas nacionales (salvo en Argentina).

El segundo hecho, que vino a consolidar la tendencia fue el triunfo de Donald Trump en las elecciones de EE.UU. que hizo que los mercados reaccionaran en forma positiva, empujando más el precio del dólar. Como siempre ocurre en los mercados internacionales, cuando sube el dólar bajan los precios de las materias primas (en nuestro caso trigo, soja, maíz o carne) y metales. El petróleo no baja porque está bajo las tensiones bélicas, aunque Trump ha prometido intervenir para bajar tensiones. Además, es probable que su gobierno retome la explotación de bloques no convencionales, que Biden había paralizado y llevó a EE.UU. a tener que importar crudo. Si esto se concreta podremos ver en el futuro una baja en el precio del petróleo.

Argentina tiene necesidad de aumentar sus exportaciones y para ello requiere, primero que nada, de inversiones para aumentar la capacidad productiva y para mejorar la productividad. Aquí es donde se comienza a centrar el debate acerca de la competitividad y el problema del atraso del tipo de cambio. Hay muchas mediciones que lo muestran, pero, la más clara, es el Tipo de Cambio Real Multilateral, que se calcula contra una canasta de monedas de los países con los que más comercia la Argentina. En esa medición se aprecia el atraso.

El problema es cómo salir de esa trampa. Porque el atraso del tipo de cambio no es fácil de corregir, sobre todo en Argentina. El solo hecho de que haya una devaluación del peso, medido por dólar oficial, del 2% mensual, gatilla un ajuste similar en todos los transables e incluso en los no transables, porque también suben, por las dudas, los médicos, los peluqueros, las escuelas privadas, la medicina prepaga y los mecánicos de autos.

Este comportamiento de manada ante la variación del dólar no permite que el gobierno avance en mayores devaluaciones porque, automáticamente, los agentes económicos ajustarían sus costos de inmediato y neutralizarían la misma y volveríamos a tener dólar atrasado, pero con un despertar inflacionario.

La única posibilidad será levantar el cepo, porque sin levantarlo se postergará la entrada de capitales y parece un círculo vicioso. Liberar el cepo no significa que habrá devaluación o que no la habrá, sino que el mercado decidirá y, como hemos dicho, aunque suba un poco, el ingreso de capitales luego lo nivelará.

Hay quienes apuestan a que puede haber novedades en marzo. Esta apuesta es por las negociaciones que lleva adelante el gobierno con el FMI para conseguir us$10.000 millones adicionales y que eso se aceleraría por el apoyo del nuevo gobierno de EEUU que asume en enero. Si eso se diera, y los números de la inflación acompañan, podríamos ver una liberación del cepo anticipada, pero subsisten los temores en sectores del gobierno de que pudiera haber movimientos de mercado para complicar las elecciones de octubre.

Como se ve, mucha alegría de corto plazo y sigue la incertidumbre de mediano y largo plazo.



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