Por qué las generaciones jóvenes se niegan a tener hijos

El psicólogo y docente Walter Motilla analizó el cambio de paradigma de las generaciones más jóvenes, quienes se alejan de los mandatos establecidos y optan por proyectos de vida diferentes.

Conte, Argüello y Bitar
Conductores del programa "Tenés que saberlo", de lunes a viernes a las 7 por Radio Jornada

Una de la tendencia de las nuevas generaciones es el rechazo a tener hijos y priorizar otro tipo de planes personales por sobre el viejo mandato social de "formar familia". El psicólogo Walter Motilla habló con Gabriel Conte, Evangelina Argüello, Hernán Bitar y el Prof. Ácaro en "Tenés que saberlo", por Radio Jornada 91.9, 100.1 de San Martín y FM del Condado 96.9 de Luján y analizó la realidad que atraviesan las nuevas generaciones.

"Es un tema coyuntural a los tiempos. Hemos venido con cambios muy vertiginosos históricos. Seguramente la mayoría de nosotros nacimos en una era que era la posmodernidad, que terminó en el evento de las Torres Gemelas. Allí empieza una nueva era a la que Bauman llamó "la era líquida", que terminó con la pandemia. Venimos atravesando tres eras, cosa bastante inédita en las generaciones anteriores. No es raro que hayan cambiado los factores contextuales y los factores personales que nos predisponen a determinadas cosas y que inciden en algo tan sustancial como el modelo de familia. Las nuevas generaciones están mucho más liberadas del mandato social de construir familias tradicionales, están considerando más la posibilidad de no tener hijos que de tenerlos. Esto, a mi modo de ver, obedece a muchos factores que son tanto personales como contextuales", señaló Motilla.

El psicólogo señaló que los valores románticos también se han diluido y que hay un crecimiento del individualismo que lleva a las personas a plantear otras prioridades: "Como por ejemplo la carrera, el proyecto de vida, que muchas veces se vuelve incompatible con la crianza de hijos, lo cual ata seguramente a mayor cantidad de obligaciones y te saca del eje personal. La inestabilidad económica, en esta era de la incertidumbre como la han llamado a la actual, tiene que ver mucho con los cambios drásticos y radicales en la estabilidad de la familia, en el costo de vida. Pensar en un hijo implica hacer números y decir "hay gastos inevitables que va a traer la crianza, especialmente los primeros años". Ha habido cambio de valores y el énfasis actual está más focalizado en cosas como la realización personal o el bienestar, mucho más individualista que colectivo".

Por qué las generaciones jóvenes se niegan a tener hijos

Motilla explicó que actualmente se pregona mucho el valor de la libertad y que se priorizan cosas como viajar o cambiar de carrera o de país sin la responsabilidad de tener una familia: "Hay cosas que también en lo que definimos como éxito: en esta era está más ligado al desarrollo profesional, a la autorrealización y a una calidad de vida que permita darse todos esos gustos. Tal vez antes el éxito en la vida era poder constituir una familia con muchos hijos alrededor de la mesa. Esto va de la mano de desvincularnos de los roles tradicionales que imponían las antiguas eras, especialmente donde se le ha quitado a la mujer este peso donde la mayor realización que podía tener era ser madre".

El especialista señaló que hay pros y contras en ambas formas de proyectos: "El tener hijos y criarlos te ata, indudablemente, te ancla a determinadas cosas. Una es lo geográfico, a esos chicos hay que llevarlos a la escuela y uno tiene que renunciar o resignar otros proyectos de expansión. Es cierto que también hay una renuncia altruista que tienen que hacer los padres por el bienestar de los hijos y a muchas personas, en búsqueda de ese bienestar personal, no les cuadra. Eso no significa ser malas personas, simplemente tienen otros valores en juego que priorizan en función de otro tipo de necesidades y tal vez no encuentran la realización en criar hijos, sino en definir ese proyecto de vida o ser exitosos en sus carreras, en las que sienten que estarían más el logro personal".

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Motilla marcó que toda existen "Susanitas" (como el legendario personaje de Mafalda que soñaba con ser madre), pero que cada vez son menos: "Las personas quieren otras cosas y no solamente tener hijos te ata a un lugar y a un proyecto, sino que te ata a una pareja: después las personas duran mucho más en separarse, incluso cuando las parejas no funcionan, por no lesionar la estabilidad mental y emocional de sus hijos. Cada vez hay menos tolerancia a la frustración. La tolerancia a la frustración es un indicador de salud mental. Los chicos de estas nuevas generaciones, particularmente los millennials, son intolerables a la frustración y no soportan cosas que les indiquen desafíos grandes o sacrificios. Prefieren optar por algo más individualista y hay una fobia generalizada a esa frustración".

El psicólogo señaló que las sociedades van haciendo movimientos pendulares y que venimos de una época muy cruenta después de la dictadura: "En general las sociedades suelen oscilar en forma extremista hasta encontrar el equilibrio, lo que pasa es que tal vez se nos pasó de libertad y hemos criado generaciones y estamos asistiendo, con mucha preocupación y dolor, al ocaso de la empatía: la gente está siendo cada vez más individualista, más inmediatista y mucho menos empática. Esto es nuestra responsabilidad como padres y criadores y como educadores. La educación ha ido mutando en sus funciones y se ha convertido más en un espacio de contención que en un espacio de formación".

Por otro lado, Motilla señaló que la felicidad es un concepto "polifacético y mutante" y que es un constructo: "No estamos seguros de que exista la felicidad plena, existen estados de plenitud emocional que asociamos con la felicidad. Algunas personas, con estas variables que nos atraviesan particularmente las económicas, uno dice "con la panza vacía es difícil ser feliz". Estaba mirando las noticias de que nuestros viejos tienen que elegir entre comer y pagarse los remedios, por más nietos amorosos que tengan, va a ser difícil lograr abrazar esa felicidad".

El especialista señaló las generaciones actuales (millennials y centennials) son muy autorreferenciales y no saben buscar referentes porque "se han mirado demasiado el ombligo": "Eso también ha sido nuestra responsabilidad de haber educado estas generaciones jóvenes. Son autorreferencialistas que no saben encontrar en otros mentores ejemplos o modelos que los ayuden a moldearse. La personalidad o el carácter se moldea imitando modelos: empezamos por nuestros padres, seguimos por los educadores, y después encontramos personas a las que admiramos. En este individualismo ha ido perdiéndose la conciencia histórica. A muchos jóvenes uno les pregunta qué hizo San Martín y no tienen ni idea, estamos muy descontextualizados y muy individualistas".

Sin embargo, señaló que tampoco se les han brindado muchas herramientas: "Para decir en favor de ellos, no les hemos dado suficientes herramientas para que aprendan de los grandes y empiecen a mirarlos, se ha desvinculado la familia misma, los padres están disociados de sus hijos, están comiendo en un restaurante cada uno absorto en su celular y no hay comunicación. Ya después en elecciones universitarias no saben mirar hacia los adultos porque no se ha inculcado ese hábito".

En referencia a diferenciarse de las generaciones anteriores, Motilla señaló que toda innovación es buena en su justa medida: "El problema es cuando hacemos una ruptura absoluta con lo anterior y pasamos de un extremo a otro. Seguramente nosotros mismos hemos visto de nuestros padres muchas veces que sostenían el modelo de la familia por ser fieles al contrato, pero eran tremendamente infelices: se habían abnegado por la crianza, por darles una calidad de vida o una educación y renunciaron a sí mismos".

Finalmente, el psicólogo señaló que la teoría de que hay una conspiración mayor para detener la tasa de natalidad es "convincente" y que no es descabellado pensar en que haya parte de eso: "Estamos superpoblados en el mundo y de alguna manera inculcarles a las nuevas generaciones estas posturas más individualistas y menos proyeccionistas hacia el futuro creo que puede responder a intereses de los grandes poderes que mueven los hilos del mundo. No es descabellado pensar que hay parte de eso, no sé si es solo eso: creo que todo esto es poli factorial y multicausal y todas las variables van entrelazándose de forma compleja en nuestra realidad. Entender al hombre es algo muy complejo, pero creo que no estamos abstraídos de los poderes, y haya agendas que imponen determinados mandatos y eso se ve reflejado desde los planes de estudio de las escuelas y la universidad hasta los diagramas de desarrollo social y económico de los países. No es raro pensar que de alguna manera conviene al mundo esta no proyección de hijos", concluyó. 

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