Mendoza y su fundación: la bisagra entre el mundo nativo y colonial

En un breve lapso, Mendoza se convertirá en un punto insoslayable para la política chilena.

Nota del archivo de Memo

Sin consolidar todavía la conquista del Virreinato del Perú, "el Sur" se ofrecía muy tentador para los españoles.

Chile resultó un punto extraordinario como base para el avance de los conquistadores y así poder completar el dominio sudamericano.

En un breve lapso de tiempo, Mendoza se convertirá en un punto insoslayable para la política chilena. La explotación de minas de plata en Uspallata, el servicio de indios huarpes como mano de obra esclava para la oligarquía radicada en Chile y un privilegiado lugar intermedio en el tránsito del Atlántico al Pacífico, hicieron que a pocos años de la fundación mendocina la relación entre Cuyo y Chile fuera muy fluida a través de la cordillera andina.

Pero lo que dará una relevancia internacional a Cuyo fue la importancia estratégica para la defensa continental ante el posible avance de británicos (con el corsario Drake a la cabeza) por "el Mar del sur", aunque también la amenaza de holandeses y portugueses era latente.

Además las rebeliones mapuches, cuncos, huilliches, pehuenches y picunches también generaban un constante peligro, pues el conflicto nativo podía debilitar notoriamente la fuerza imperial y esto con seguridad sería aprovechado oportunamente por los adversarios europeos.

Para la corte española Cuyo representó durante los primeros años de su estancia en Chile la remota periferia imperial en el confín sur del Perú. Pero lo que hizo cambiar repentinamente la mirada desde Europa sobre Cuyo, no fueron solamente sus extraordinarias bondades locales, sino su ubicación geográfica como parte de un esquema defensivo integrado, que tenía como eje sustancial el cuidado de la ruta terrestre que unía el Atlántico y el Pacífico.

"El objetivo defensivo básico fue evitar que los enemigos europeos (británicos, holandeses o portugueses) se estableciesen en el sur de Chile avanzando por el océano. La estrategia defensiva de España descansaba en las rutas terrestres de unión del frente atlántico con el frente pacífico del Virreinato del Perú por la última periferia austral, que iba desde Buenos Aires a Santiago. Para fortuna de los Habsburgos españoles, la apertura de estos corredores terrestres entre un océano y otro, revirtió la imposibilidad de la defensa del Mar del Sur con fortificaciones en el mismo Estrecho de Magallanes (bautizado como "Estrecho de todos los santos").

Dada esta situación imperial sobre fines del siglo XVI, lo que pasaba localmente en Chile tenía importancia. Las encomiendas sin residencia en Cuyo, por ejemplo, o la revuelta araucana en el sur chileno lejos de ser episodios locales debían pasarse por los filtros imperiales en la medida en que se necesitaba conocer cómo podían afectar a la defensa del Perú. En otras palabras, en el Consejo español, estos asuntos coloniales eran evaluados porque podían alterar seriamente las estrategias defensivas para Hispanoamérica" (Gascón, Margarita. EN: Revista TEFROS - Vol. 9 - agosto 2011).

De ahí la importancia radical que Cuyo tendrá, y lo significativo de la fundación mendocina.

Aquel "Corregimiento"

Por aquellos tiempos la región mendocina formaba parte de la extensa unidad política y administrativa española del Virreinato del Perú como integrante del "Reyno de Chile". Precisamente Mendoza, junto a San Juan y San Luis componían el "Corregimiento de Cuyo", una de las once "provincias" chilenas de la Capitanía General de Chile. También conocida como Nueva Extremadura, cuya capital fue Santiago de Nueva Extremadura.

Así fue como desde Chile comenzó la definitiva colonización cuyana, aunque en el primer momento la conquista se debió más a hechos accidentales que a una planificación premeditada. Aunque es justo plantearlos también, inmediatamente se reconsideró la estrategia en vista a la posición geográfica de Mendoza.

Debemos considerar que todas las ciudades coloniales nacieron como "fuertes", y que cada una tomó distintas características según la zona de enclave y las funciones políticas o económicas que debía cumplir. Es por ello que surgieron distintos tipos de localidades. Las "ciudades - puerto"; por ejemplo: Buenos Aires o Valparaíso. Las "ciudades superpuestas", construidas sobre un centro urbano ya poblado por el indígena. Será el caso de Cuzco, reconstruida por el español sobre la capital Inca. Las "ciudades capitales": centros políticos con un estilo arquitectónico lujoso y perfil netamente europeo. Las "ciudades mineras" constituyendo una verdadera innovación, pues generaron ritmos de vida urbana en regiones inhóspitas que experimentaron un rápido crecimiento a partir de su actividad económica (Potosí). También proliferaron los "pueblos de indios", que si bien no fueron grandes ciudades constituyeron el intento español por imponer su modo de vida a los nativos (reducciones, campamentos o encomiendas).

Pero las poblaciones que más se multiplicaron fueron las "ciudades de escala", como Salta (la ciudad más importante entre Bs. As. y Alto Perú durante muchos años) o la misma Ciudad de Mendoza, pues se constituyó en el nexo imprescindible entre los dos océanos por su actividad económica, su preventiva custodia militar y la enorme posibilidad de proyección de rutas hacia el norte del país o las regiones del sur.

De poquito te voy conociendo

Ya en 1551 el entonces Gobernador de Chile, Pedro de Valdivia, designó al mariscal Francisco de Villagra para cumplir una misión diplomática en el Alto Perú. Debía conseguir fondos, armas y hombres para continuar la conquista territorial y vencer la rebeldía de los nativos mapuches.

Regresando a la capital chilena, Villagra decidió no retornar por el camino de la costa, emprendiendo el viaje de vuelta por el camino trazado al costado "este" de la cordillera (por el "lado de adentro" - actual costado argentino), llegando en su derrotero al suelo mendocino por "la ruta del Tucumán".

Las constantes nevadas anuales, lógica paradoja climática para las altas cumbres cuyanas, retrasaron el regreso a Santiago por el paso cordillerano, debiendo quedar varado varios meses en la tierra de los huarpes. Y así, circunstancialmente, la permanencia precipitará dos notas cruciales para el inmediato futuro cuyano:

a) En su estadía, desde abril de 1551 hasta la nueva temporada estival, Villagra conoció las bondades de la región, la capacidad laboriosa de sus nativos (diametralmente opuesta a la belicosidad mapuche) y todos sus adelantos técnicos en relación al regadío. Cuatro grandes canales en la zona de futura ciudad, así lo atestiguaban.

b) La otra circunstancia favorable de aquella visita, fue cuando Villagra maravillado con el encuentro, decidió mandar un emisario a Chile con la noticia de las bondades del lugar. En el regreso de esa misión, comandada por Diego de Maldonado junto a ocho soldados, se descubrió el histórico "camino del Inca" a la altura de Uspallata. Dicho paso incaico se convertirá a la postre en un suceso trascendental para la posterior vinculación con el Pacífico a través de la Cordillera de Los Andes.

Esto será Mendoza

Aquella primera aproximación al Valle de Huentota (la posterior Mendoza) por el colonizador Villagra fue un hecho altamente auspicioso para los españoles de Chile. A tal punto que invitó a organizar nuevos avances sistemáticos.

En el medio de la definitiva fundación, debemos considerar tres nuevos intentos españoles por tomar posesión definitiva del valle mendocino. Francisco de Ribero será encomendado en 1552 para avanzar sobre Mendoza, pero distintas circunstancias (entre ellas el fallecimiento del gobernador Valdivia, asesinado por los mapuches conducidos por el cacique Lautaro) dilataron el avance.

Otra intentona fue la de Francisco de Aguirre, quien un año después de Ribero programó una expedición que nunca partirá por las continuas pujas entre los sectores políticos españoles.

Una tercera iniciativa será la de Gonzalo de los Ríos, excursión que abortó principalmente por falta de fondos cuando tenía hasta fecha de partida.

La conquista del territorio mendocino, estará enmarcada en "la corriente colonizadora del oeste". Se concretará definitivamente en 1561 cuando el nuevo Gobernador chileno García Hurtado de Mendoza (reemplazante del asesinado Valdivia), mande a Pedro Ruiz del Castillo como Teniente Gobernador y Capitán General para "poblar, fundar, repartir tierras y encomendar indios en las provincias de Cuyo". La fundación mendocina sería la séptima ciudad que nació bajo la gestión de García Hurtado de Mendoza.

El gobernador chileno gozaba entre sus tropas de una consabida y extrema fama de supersticioso, lo cual explicaba según él mismo, el fracaso de los intentos anteriores. Por lo cual la 7° fundación de una ciudad, con todo lo que el N° 7 implica para "los cabaleros", tomaba una vital importancia para su orgullo y prestigio político. Significaba todo un desafío. Y "creer o reventar", el proceso continuará signado por muertes, intrigas y persecuciones propias de las fuertes disputas reinantes en Chile en pos de la toma del poder por parte de los antagónicos grupos castellanos, las marchas y contramarchas que emanaban de la capital virreinal (la "Ciudad de los Reyes", hoy Lima), los durísimos enfrentamientos aborígenes en la araucaria y una serie de epidemias que menguarán las tropas españolas.

Pero una vez llegado al valle de Huentota, Pedro del Castillo dio lugar "al cumplimento de los pasos formales de la fundación", según las Leyes de Indias:

1) Toma de posesión legal del sitio establecido como centro del poblado e instalación el estandarte real por medio del alférez de la misión, por lo cual todas las tierras descubiertas eran propiedad exclusiva del rey español Don Felipe II. Una prueba clara del absolutismo monárquico, pues las tierras eran del rey. No de España. El rey será el dueño de las tierras conquistadas, y no la corona.

3) Comunicación oficial a los caciques e indios de todo el valle mendocino que desde ese momento eran súbditos del rey de Castilla "para siempre".

4) Denominación de la ciudad como "Ciudad de Mendoza en el Valle de Nueva Rioja". Tal denominación está fundada en rendir honores al gobernador chileno del momento (Hurtado de Mendoza) y al lugar de donde Castillo era oriundo (Rioja española).

5) Castillo entierra la cruz cristiana donde inmediatamente se erigirá la futura iglesia, como símbolo de la evangelización.

6) Plantación de un árbol y `rollo` (tronco cilíndrico, más alto que grueso) en el centro del futuro centro de la ciudad, como "símbolo de poder real y suprema justicia".

7) Toma de juramento a todos los presentes por parte del sacerdote de la delegación.

8) Los escribanos oficiales nombrarán los integrantes del Cabildo, ante quienes Castillo juró como Gobernador.

9) En pasos posteriores los escribanos rubricarán y publicarán las actas y se procederá a la distribución de las tierras otorgando las oficiales "mercedes reales".

Así pues, nacerá Mendoza en el Valle de Nueva Rioja. Un pequeño fortín en el centro de lo que sería la plaza mayor. A su alrededor se instarán las tolderías de los primeros colonos. Ramas, maderas, mantas y algunos cueros servirán de materiales para la construcción de los primeros asentamientos. Pequeños ranchos rodeados de algunas palizadas que demarcará el primer sitio ocupado.

Se va la segunda. "A dos tiros de arcabuz"

Todos los pasos formales seguidos por Castillo valieron seguidamente para que "la segunda fundación de Mendoza" por Juan Jufré en 1562 no fuera considerada "oficial" y careciera de "jerarquía urbana".

Fue así que Jufré simuló infructuosamente una nueva fundación bajo el nombre de "Ciudad de la Resurrección", a sólo unos metros del primer asentamiento creado por Castillo con el pretexto de que la ciudad había sido fundada en un pozo haciéndola poco confiable y segura. "A dos tiros de arcabuz", se desplazará. Unos 800 metros con dirección al sudeste. Pero la historia y la ley española le darán la espalda, devolviéndole toda la gloria fundadora a Castillo.

La razón de la nueva fundación estaba motivada en los reiterados intereses políticos internos entre los españoles radicados en Chile y las pujas que nacían del gobierno virreinal en Lima. Tal circunstancia hará que García Hurtado de Mendoza renuncie, siendo reemplazado por su archienemigo Francisco de Villagra como el nuevo gobernador del "Reyno de Chile". Éste entonces mandará a Juan Jufré para reemplazar a Castillo y gestar una nueva fundación pretendiendo dejar sin efecto todo lo actuado.

Otro hecho ya enunciado que no debería dejar de considerarse, y muy relevante para la demora en la toma de una determinación definitiva para avanzar sobre Mendoza es la constante lucha contra los nativos chilenos (guerra de Arauco) que mantenía en vilo a los españoles, no permitiéndoles distraer tiempo y hombres en nuevos emprendimientos.

"Los santos protectores"

Como dato curioso, en lo único que coincidieron Castillo y Jufré fue en la designación del nombre de la iglesia mayor y del santo protector de la ciudad. Tal opción recayó en "San Pedro", como "patrón y abogado de la nueva fundación". Sin embargo, diversos motivos hicieron que a los pocos años, "Santiago" se convirtiera en el titular de la ciudad, a pesar de que en las actas de fundación donde quedaba claro que Del Castillo y Jufré eligieron como patrono a San Pedro.

En síntesis, "San Pedro", pronto desapareció del patronazgo local, pues ya desde los primeros años de la ciudad el santo que aparece como patrono fue "Santiago".

El cambio de ?santo protector' puede tener varias explicaciones en el plano de las conjeturas:

a)La precariedad de la vida religiosa en esos tiempos, con seguridad empujó a modificar la determinación original, pues las escasas ceremonias religiosas en la zona no profundizaron la consolidación del santo como patrón protector.

b)Los sacerdotes que llegaron a Mendoza en los primeros años de su fundación, no gozaron de muy buena fama y ostentaban algunos hábitos "non santos". Otros intereses los movía, en vez de la predica evangelizadora. Fue el caso del sacerdote Hernando de la Cueva, a quien hubo que pagarle 1.000 pesos castellanos para que viniera con Castillo, o el caso del cura Luis Bonifacio, recordado por su apego, según las crónicas, "a las damas, el vino y el juego de cartas".

Tales circunstancias pudieron haber influido para que la confirmación del patronazgo proviniera de los soldados, más que de los clérigos. Habría que agregar que "Santiago" era el Patrono de España, y resultaba un santo más al gusto de los soldados conquistadores ibéricos de entonces, porque Santiago representaba un guerrero místico que por su carácter impetuoso era conocido como "Hijo del Trueno".

Mendoza y Chile. Dos puntas tiene el camino

Más allá de estos hechos anecdóticos, desde aquel momento, y por más de 200 años Mendoza se integrará a la "Capitanía General de Santiago", y como gráficamente sostiene Lacoste:

"(...) viajar a Cuyo era viajar a Chile. Comerciar con Cuyo era comerciar con Chile. Es decir, el vínculo con Chile no era meramente burocrático, sino que estaba profundamente arraigado en la sociedad. Este punto parece la clave para interpretar la evolución de una región de nuestro país hasta el momento actual".

Acompañando el juicio anterior, se presenta sobre el escenario social un debate de vigente actualidad política y económica, como también antropológico y cultura, que nos parece importante incorporarlo a la "agenda" diaria de nuestra vida cotidiana. Pero por sobre todas las cosas, a la grilla de contenidos educativos, no sólo por su inobjetable valor crítico y académico, sino además porque una de las opciones económicas del futuro de Mendoza en el marco de éste mundo globalizado, es convertirse en la puerta de entrada del Pacífico para Argentina, beneficio que se logrará a partir de la profundización e integración vinculante con el pueblo chileno.

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