Marisa Pérez Alonso y el desafío de escribir para las infancias
La autora es profesora, gran lectora y prolífera escritora de obras para niños. Cuenta además con gran cantidad de jóvenes y adultos mayores entre sus lectores.
- ¿Cómo te presentarías?
-Fui profesora, aunque en realidad soy muchas cosas más: una mujer inquieta, inconformista, con deseos de aportar un granito de arena a través del arte. Una mujer vital buscando siempre nuevos desafíos.
- ¿Tu primer libro?
-Fue para adolescentes y adultos, constó de siete cuentos de terror psicológico, llamado "De la luna y otros monstruos". Empecé a escribir de grande, siendo profesora en una escuela técnica de nuestra provincia. Como necesitaba que mis estudiantes se interesaran por la lectura y la escritura, les propuse realizar un taller con esas destrezas y ellos me desafiaron a participar. Hicimos una selección con las producciones y a fin de año logré reunir unos veinte cuentos. Luego procedimos a seleccionar siete de ellos, yo tenía entonces cuarenta años.
Pensé en escribir sin tener en vista un público particular. Las historias que tengo para contar tocan distintos temas y tuve la suerte de haber sido publicada como escritora para las infancias, aunque también he dedicado libros a adolescentes y adultos.
-¿Cómo leen los niños hoy?
-La sociedad va cambiando y se evidencia en todos sus integrantes. Las personas adultas de hoy cuando eran niños, leían de una manera determinada. Estas nuevas generaciones no lo hacen como nosotros. Creo que empiezan desde muy pequeños, siempre acompañados por adultos y estos adultos hacen una mediación entre sus propias emociones y lo que ese libro cuenta. Los niños leen entonces a partir de las emociones que perciben en los adultos; no olvidemos que la primera forma de aprender es imitando.
- ¿Por qué se habla de "literatura para las infancias"?
-Antiguamente se llamaba "literatura infantil" y en cierto modo era en forma peyorativa, como si se tratara de obras de menor calidad. Entonces los escritores y editores de obras de arte, se sintieron injustificadamente denigrados. Ocurre además que hoy, el respeto que se debe dar al lector, se otorga más allá de la edad cronológica que tenga. Puede tratarse de una infancia cronológica o una evocada, por ejemplo. Un adulto que se entrega a la lectura, se coloca en el lugar del niño y recuerda cuando él tenía esa edad y las cosas que le gustaban o no, lo que le provocaba miedo, etc. Una persona grande puede sentirse identificada con algunas historias que estén pensadas para incentivar a lectores jóvenes.
Se han realizado muchos estudios en los que un mismo libro, sobre todo los ilustrados o los "libros álbum" (aquellos que están acompañados de ilustraciones además del mensaje verbal) fueron muy bien recibidos en comunidades de pequeños, adolescentes, jóvenes universitarios e inclusive de adultos mayores. Cada uno lo interpretaba o resignificaba según su experiencia de vida y su horizonte lector. El horizonte lector está constituido por todas las lecturas que nos han transformado y todas con las que contamos.
- ¿Lugares poco comunes donde se hayan leído tus libros?
-Podría contarles la experiencia que tuve con mi obra "Juan de este mundo". Es un libro que escribí para los niños a partir de diez años de edad. Fue una obra premiada y los primeros lectores fue un grupo de adultos mayores reunidos en un centro de jubilados donde se recomendaban lecturas entre sí. Juan, mi protagonista, era un inmigrante y estos abuelitos se sintieron muy identificados con él. Es más, quisieron compartir la historia con sus nietos y se entabló de ese modo una conversación transgeneracional, que es también una función de la literatura. Esto no siempre ocurre, porque venimos de una vieja escuela donde quien aprendía a leer, era considerado "independiente" y no necesitaba que nadie participara de sus lecturas. Se entregaba un libro a los niños y las preguntas que se formulaban eran formales y poco emocionales. Ha habido un cambio en cuanto a la interpretación literaria ya que se busca más el contacto a través de la emoción, la reflexión propia, la individual de cada lector.
- ¿Escuelas donde se lean tus obras?
- Dos de mis libros "Juan de este mundo" y "Cartas para una ballena" son parte de la literatura que se utiliza en escuelas mendocinas. Fueron elegidos como parte del programa de "Escuelas lectoras". Se han leído obras mías en todos los primeros años de las escuelas de la UNCUYO y hubo encuentros significativos entre esta autora y los lectores.
- ¿Qué consejos darías para incentivar la lectura en los niños?
-La lectura se construye, no es algo obligatorio, ni privativo, ni propio de la escuela. Si en nuestra casa leemos libros a los chicos desde pequeños, estaremos compartiendo un momento juntos, entre personas que construyen el texto con sus características. Además, si quiero que un niño pequeño lea, no va a leer palabras, sino que va a interpretar una forma de leer, las inflexiones de mi voz, las imágenes cuando le cuento que representan, etc. Por más que un chico vea ilustrada una vaca en una hoja, en su mundo real no existen las vacas, por ende, no sabe lo que es una vaca realmente.
- ¿Proyectos futuros?
-Continuar con mis talleres de escritura en forma virtual y presencial. Comenzar un canal de Youtube, seguir alimentando mis redes con la idea de tratar temas literarios. Estoy escribiendo una novela para adolescentes y adultos sobre el Aconcagua y el montañismo. Para el año que viene, algunos de los textos que se encuentran circulando, como "Bailarina" y "La mujer cactus" se reeditarán en otros lugares de Latinoamérica. Además, sigo difundiendo mi última obra para lectores a partir de los seis años llamada "Mi casa semilla".