Margarita Vadell, una educadora que no renunció a ver y conocer a sus alumnos

José Jorge Chade, de la Fundación Bologna Mendoza, trae otra de sus imprescindibles notas para no olvidar a los educadores contemporáneos que dejaron un legado en Mendoza.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

- Gracias Margarita por concederme esta entrevista , desde hace un tiempo que estoy investigando historias de vida de nuestros grandes educadores mendocinos y es por ello que la visito... Cuénteme un poco sobre usted desde sus inicios

- Soy la menor de tres hermanos. Ellos iban a la escuela, yo no, pero no por ser muy chiquita sino porque en aquellos tiempos de Mendoza, casi aldea, era impensable que una criatura sin vista pudiera ser escolarizada. Y sin embargo, fue esa circunstancia que parecía tan adversa (lo parecía porque lo era), la que provocó la ansiedad de mi madre. 

- ¿Qué sucedió entonces?

- Ella supo que un grupo de personas ciegas adultas se reunían dos veces por semana en la escuela especial Víctor Mercante, que si no me equivoco es la primera escuela especial de la provincia. Y ahí fue la Francisca con su casi bebé; y ahí encontró una docente improvisada, voluntaria de ese grupo humano tan singular, que se atreviera a desafiar al pope, un señor ciego italiano que había introducido el Braille en la provincia diciéndole: "De la nena me encargo yo" y la nena, a quien su mamá dejó un rato por primera vez en la vida, pidiera las galletitas que sus hermanos llevaban de merienda y se instalara en las rodillas de la señorita Celina y descubriera que esos puntitos que estaban bajo sus dedos podían ser la palabra "mamá".

- ¿Recuerda cuál fue su vivencia?

- Fue un juego, fue un mundo, fue una pasión por descubrir el secreto que esconden las letras lo que hizo que a los cinco años decidiera ser maestra. Sucedió que había un Don Manuel que se había quedado ciego en un accidente en la finca y tenía unos dedazos grandotes y callosos. En otra intuición de ángel y duende, la señorita Celina dijo, solo la nena le puede llevar los dedos porque su mano es muy pequeña. Entonces me instalé en las rodillas de don Manuel y fui enseñándole a leer... cuando llegué a casa le dije a papá: quiero ser maestra.

- ¿Y su papá cómo reaccionó?

- Él dijo que estaba bien, pero aún recuerdo el sollozo que supuestamente yo no debía escuchar y su voz diciendo: ¿Cómo va a ser maestra si no la dejan ser alumna? Y así era en verdad: no había escuela oficial para personas ciegas y en ninguna escuela común me recibían a pesar de que mi madre les imploraba alegando que me dejaran ir algunos días como oyente. Pero leía, claro que leía. Llegaban gruesos volúmenes desde Buenos Aires. A veces tenía que esperar 15 días que llegara el próximo tomo de la obra que estaba leyendo. Elegía en un catálogo gordo el título que me parecía y nada más. "Fuente Ovejuna" Rabindranath Tagore, la revista "Horizontes" que llegaba desde Uruguay (pero cuando llegó el primer ejemplar ya era una vieja de 9 años y las maravillosas revistas Argentinas: "hacia la luz" y Luis Braille Argentina; la "hacia la luz" fue la primera revista Braille de América latina; Luis Braille Argentina tuvo entre otros como mentor a Alejandro Ruiz Guiñazú, hermano de la inolvidable periodista, Magdalena, claro.

- ¿Usted seguramente además de leer tenía otros intereses, no es así?

- Mientras esto sucedía estudié música, algo de declamación y hasta recibí algunas clases de danza que destestaba (lamento mi capricho). En 1958 se creó por fin la ansiada escuela, eso ocurrió en el mes de septiembre. Yo terminé los primeros años de primaria, hasta el quinto grado y decidí cursar el último grado del ciclo en 1959 porque me parecía que necesitaba sistematizar mis conocimientos.

- ¿Pudo realizar esta necesidad suya?

- Mire, en la escuela normal no me recibían. En la Escuela de Magisterio tampoco; hice dos años en el Liceo de Señoritas y luego, gracias a que me invitaron a un campamento de la JUC y conocí al profesor Vicente Cicchitti y a otros profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, logré incorporarme en tercer año a la Escuela de Magisterio.

- ¿Me contaría que pasó durante este período?

- No, no quiero narrar las angustias que tuve que vivir para que me dejaran realizar las prácticas docentes en la escuela de ciegos..... cuando terminé el ciclo me pusieron una nota, bajísima para mi promedio escolar: un 7. La profesora de práctitas del colegio, que me había observado todo el tiempo, reclamó... La respuesta fue: es que no tuvimos tiempo de observarle las clases... No podría hacer las prácticas de nuevo... bien, dijo Berta Quiroga, mi profesora de prácticas en el colegio: valdrá mi nota y es 10. Recuerdo que me dijo: podés trabajar en la universidad, tenés condiciones, pero acordate de que naciste para maestra... como dice el tango "la lucha es cruel y es mucha" pero cuando algunos de mis alumnos, ya abuelos en más de un caso me llaman, y, ahora me dicen Marga, o, ¿Cómo le va seño? Siento que no fue ni tan mucha ni tan cruel.

- Siempre su vocación fue la de una educadora escolar, veo que emerge de sus comentarios

- Con Gabriela Mistral repito siempre "el peso de los nidos no quise sacudir" pude, con alguna pareja pedagógica haber trabajado en escuela común, lo advertí cuando acompañé la integración de dos chiquitas ciegas en escuelas privadas; pude haberme jubilado en la universidad, pero no.... Lo mío fue, es y será si alguien me recuerda, la escuela primaria, esa a la que van a descubrir el mundo los chicos que no ven: esos chicos a los que no convocan los carteles callejeros; esos a los que hoy se quiere convencer que el lector de pantalla suple el código de lectoescritura que les enseña a descubrir la palabra, no a recibirla ya decodificada y a utilizar el sentido del tacto que se oprime por falta de adiestramiento y a leer en el silencio del corazón la frase que para ese corazón fue escrita.

Margarita Vadell, una educadora que no renunció a ver y conocer a sus alumnos

Desde su primer texto escrito en Braille durante la infancia hasta este gran ensayo, "Del susurro al grito"; resultado de una vida de reflexión y estudio. 

-¿Trabajó Ud. en la escuela de ciegos verdad?

- Sí, pero quiero hacer una aclaración: no trabajé en la escuela de ciegos por mi ceguera: fue algo elegido. Mucho más fácil era la cátedra universitaria en la que los alumnos comparten conceptos, que llevar las manitos de un niño por un mapa, que hacer que se entusiasme por escribir la formación de su equipo preferido. Plasmo, siempre lo hice, la intención formativa de la docencia en mi inevitable vocación: la escritura; al leer poemas escritos hace cuarenta años, al leer los los artículos que escribo hoy, siento que mis manos siguen anidando sueños de niños que requieren que el mundo se les ofrezca y siento también en mi regazo el peso de un pajarito que si aprende a leer podrá volar aunque no vea el aire, porque lo siente, lo sueña y lo dibuja con su imaginación que la lectura pone en marcha.

Margarita Vadel, en una imagen que tomó Victoria Gaitán Unidiversidad.

Margarita Vadel, en una imagen que tomó Victoria Gaitán Unidiversidad.

Con esta última frase me despedí de Margarita que tan gentilmente me permitió tener esta charla. Lo increíble de ese tipo de historias es que por muchas veces que las escuches, por muy bien que las conozcas... siempre te causarán el mismo efecto. ¡Apasionante!

Porque cuando escuchamos una historia, incluso sin quererlo, no podemos evitar intentar sustituir a su protagonista, ponernos en su lugar, ser él o ella, al menos por un tiempo. Y cuando la vida de ese protagonista, sus características, sus acontecimientos o su carácter resuenan con lo que llevamos dentro realmente logramos, por un instante, vivir en su lugar. 

Raquel Robert y el libro "Mamá", que le enseñó a leer a un millón de niños

La historia de hoy tuvo ese efecto en mí, tuve que detenerme varias veces mientras transcribía esta nuestra charla, lo digo sinceramente: no puedo evitar conmoverme por la grandeza humana e intelectual de Margarita Vadell, la que para muchos, o al menos seguramente para mí, es considerada una de los tantos grandes educadores contemporáneos de nuestra provincia.

"Esta serie de historias de vida de educadores mendocinos contemporáneos que con esta nota hoy culmina engloba a todos nuestro educadores de vocación que buscan potenciar la autoestima de sus alumnos,su concentración y motivación tanto en el estudio como en otros ámbitos de la vida. Educadores que comparten no sólo un mensaje de esperanza para el cambio en la escuela y la sociedad, sino también un camino innovador de crecimiento personal, compuesto por estrategias y herramientas que utilizan cotidianamente buscando resultados adaptados a la inclusión educativa y a la originalidad de cada niño o adolescente en sus aulas".

Trayectoria de Margarita Vadell

Estudios primarios Esc. 2-006 Helen Keller - Septiembre 1958 a noviembre 1959. Estudios secundarios: Liceo Nacional de Señoritas 1960 hasta mayo 1962. Desde entonces hasta concluir con el título de "Maestra Normal Bachiller - Especializada en Ciegos" en la Escuela Superior de Magisterio de la UNCUYO. Profesora y Licenciada en Filosofía - Facultad de Filosofía y Letras - UNCUYO.  

María Teresa Lucero: profundizando el significado y el sentido de la tarea de enseñar

Labor docente: Maestra titular Esc. 2006 "Helen Keller" hasta mi jubilación. Profesora Titular interina de Didáctica Especial I y II - Fac. de Antropología Escolar, hasta su cierre en 1976. Profesora titular interina de Filosofía y Ética, en la Esc. de Formación Docente - UNCUYO, durante 10 años.

Publicaciones: Revista de ASAERCA. Revista Nexos - FADIC. Desde 2015 Revista "Esperanza" (en red). "Docencia y poesía" publicación del Congreso de la Nación. "Poemas inevitables" Ed. Zeta - Mendoza, 2011."Del susurro al grito" Ed. Dunken - Bs. As., 2017. Distinciones: Tercer premio Tiflos, 1985.Segundo premio Tiflos, 1989. Segundo premio de "Experiencias escolares", 1992.Las tres distinciones fueron otorgadas por la Organización Nacional de Ciegos Españoles - ONCE. Concurso Letras sin fronteras - Guatemala: primer premio de poesía. Obs. El trabajo premiado en 1992, en el mencionado concurso de carácter mundial, recibió la segunda premiación compitiendo con 24 trabajos. El primer premio le fue otorgado a un científico que creó un telescopio para personas con baja visión. El segundo premio "Gnoseogénesis. Una experiencia de aula taller fue el nuestro, digo el nuestro porque en su elaboración participaron mis 5 alumnos. Desde ellos fue surgiendo una corriente que comenzó en marzo y concluyó con el receso invernal. Durante este período, día tras día, los chicos armaban la clase sobre las propuestas que yo les acercaba. Con ellos redactamos el trabajo final, un trabajo que merecería ser conocido porque muestra que en los niños ciegos existe la capacidad creativa, la organización, las ganas de vivir, existen y una sana y pura alegría infantil que los pre-conceptos y los prejuicios suelen opacar. Trabajo publicado en la revista "Integración", febrero de 1993.


Esta nota habla de: