Las Pelotas nos dio el rock que fuimos a buscar

El sábado, la banda se mostró plena con las mejores canciones y, con muchas ganas, llenó de rock el Ángel Bustelo.

Laura Romboli

¡Qué buen show ofreció Las Pelotas el sábado pasado en el Bustelo! A tal punto (¡alerta de spoiler!) que el final fue un Germán Daffunchio rebosante de felicidad, cantando -algo improvisado- "Mañana en el Abasto" de Sumo.

Claro que para llegar a ese momento -que, por esas cosas del destino, Mendoza provocó- tuvieron que pasar casi dos horas del mejor show de Las Pelotas (de los últimos años) por estas tierras.

Pero vamos un poco hacia atrás para ubicarnos en el sábado 29 de junio, muy frío y con poca gente en las calles porque, aunque clasificados y sin Messi, jugaba la selección.

Las Pelotas nos dio el rock que fuimos a buscar

Mientras en muchas casas se preparaba una picada y se abría un vino, en el Auditorio Ángel Bustelo, la fila de cuarentones deseosos de escuchar rock se iba formando, intentando, tal vez con poco éxito, que el clima rockero calentara el ambiente.

Una vez adentro, un humo -que terminaría siendo uno de los protagonistas clandestinos de la noche por los cigarrillos que encendían apenas pisaban la alfombra del Auditorio- nos indicaba que todo estaba listo para ver a Las Pelotas; una de las grandes bandas de nuestro rock argentino que siempre se recibe bien por estos lados.

Con una sola bandera que se levantaba como insignia cada tanto, la masa de gente llegó hasta la mitad exacta de un Bustelo abierto. Entonces, cerca de 1.500 de los que siempre esperan, disfrutan y van a ver a su banda, se hicieron presentes.

Luego de una teloneada a cargo de Marcelo Zoloa (músico mendocino y amigo del grupo), a las 21:30, Las Pelotas entró enfrentando la duda de muchos: ¿cuál sería el ánimo de Germán esa noche? Y sin mediar palabras, y de la mejor manera que nos puede saludar una banda, comenzó el show.

Y pasaron: "Algún día será mejor", "¿Qué podés dar?", "Ya no estás", "Día feliz", "Víctimas del cielo", y solo a veinte minutos del comienzo ya podíamos vislumbrar que la noche sería distinta.

O mejor que otras, porque, a la vez que esperábamos los temas para cantarlos a medida que iban sucediendo, sentíamos que el milagro se cumplía.

Y llegaron "Sombras", "Cómo se curan las heridas", "Ya lo sabés", "Cerca de las nubes" y, en cada tema, la noche y las ganas se afianzaron junto a las clásicas "Sin hilo", "Luna de miel en Hawaii", "Uva uva", "Shine", "Muchos mitos", "Capitán América" y "Será", entre otras. Ya está todo dicho: fue un buen show de Las Pelotas en Mendoza.

Y fueron ellos: Tomás Sussmann y Gaspar Daffunchio en guitarras, Gabriela Martínez en bajo, Gustavo Jove en batería, Sebastián Schachtel en teclados y Alejandro Gómez Ferrero en teclados, trompeta y trombón.

Por momentos, o mejor dicho por canciones, apareció Gabriel Dahbar que, con su voz, su impronta y sus lentes oscuros, nos hizo el juego de pensar en el homenaje al que siempre está presente. Como una fuerza que vino de otro lado y que le sumó en las canciones para dejarnos el recuerdo de Sokol disponible para usar.

Ya la noche del sábado se puso entera, redonda y completa. Luego de chequear en los celulares que la selección ganó 2 a 0 a Perú, nos preparamos para el final sin saber que un Daffunchio conforme nos dejaría más regalos de lo permitido.

La despedida fue larga. Nos dijo "Aguante República de Mendoza" como un halago, haciéndonos sentir distintos y merecedores tal vez por los años, por el aguante y por estar ahí, de un momento tan simbólico como histórico para los que nos gusta el rock. Nos cantó una canción de Sumo, pero leyendo la letra de "Mañana en el Abasto" desde el teléfono, como cortando, por las dudas, la emoción si a alguno se le ocurría lagrimear.

Como si lo supieran, Las Pelotas hizo uno de los mejores recitales después de mucho tiempo. Como si lo supieran, nos dieron a los que estábamos allí lo que fuimos a buscar. Como si lo supieran, tuvimos una gran noche de buenas canciones y mejor música. Por ellos, por nosotros, por lo que fuimos y hasta el amanecer.


Fotos Gentileza Marcelo Gelardi

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