El palacio real en el que Franco agasajó y alojó a Eva Perón
Este es el palacio en el que se alojó Eva Perón en Barcelona, durante su gira por la España del dictador Franco en 1947. Es uno de los íconos de la ciudad. Utilizado por el rey Alfonso XIII, fue el alojamiento de Franco en más de una docena de oportunidades.
El 22 de junio de 1947, Eva Perón llegó a Barcelona, una de las estaciones de su polémico viaje por España en medio de la dictadura de Francisco Franco. La crónica de la época señala que "recibida por las más altas personalidades, la primera dama argentina, acompañada de doña Carmen Polo de Franco, y de los ministros del Aire, Industria, Trabajo, así como del Capitán general de la ciudad, y al son de los himnos argentino y español, revisó las fuerzas que le rindieron honores, en medio de continuas aplausos y ovaciones. A continuación, se acercó a la Catedral, - en la que junto a doña Carmen fue colocada, en la parte superior del templo, en el lado del Evangelio -, donde se cantó un solemne Te Deum, dirigiéndose a continuación la comitiva al Palacio de Pedralbes. Tras la cena de gala que le fue ofrecida en el Palacio Municipal en cuya plaza se congregaba tal gentío que obligó a doña Eva a asomarse al balcón para manifestar su gratitud, terminó la velada en el parque de Montjuich donde se representó El sueño de una noche de verano de Shakespeare". (La Vanguardia, 25 de junio de 1947).
Del viaje quedan recuerdos en los informes que un funcionario español hizo para el dictador Francisco Franco y a su esposa, Carmen Polo, en el que destacó la "falta de etiqueta" de la primera dama argentina: "... Fuimos a Barcelona, donde Evita se encontró con Doña Carmen en el aeropuerto... A la noche, tras descansar en el Palacio Pedralbes, teníamos que asistir a una representación teatral de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, en el anfiteatro del Palacio Nacional de Montjuich. Evita llegó dos horas más tarde. Cuando se lo hicieron notar, dijo: '¡Que esperen! Para algo somos presidentas. A mí nadie me fija horarios, ni mi marido'. Doña Carmen la calmó, hablándole en voz baja...".
Cuenta además el diario catalán La Vanguardia:
"La estancia de Evita en España duró 18 días y empezó en Villa Cisneros, en el Sahara español, donde pasó revista a los soldados montados a camello. Ya en Barcelona, coincidió con el Caudillo y ambos siguieron un festival folclórico en la plaza de Sant Jaume.
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La Perona hizo su entrada en el monasterio a las siete de la tarde, donde le esperaba el abad Aureli M. Escarré. La egregia dama se acercó al padre Escarré y, genuflexa, besó devotamente su anillo. Escuchó las vísperas y la Salve cantada por la Escolanía y subió al camarín de la Virgen, en donde besó piadosamente la mano de la imagen de la Moreneta. Luego el abad le mostró las dependencias del monasterio y la biblioteca, donde firmó en el libro de Honor, siendo la primera mujer que lo hacía dentro del espacio de clausura, ya que para las pocas que lo habían hecho antes, se había sacado el libro fuera.
Hacia las nueve de la noche, Evita regresó al Palacio de Pedralbes donde se alojaba".
El Palacio de Pedralbes
Ubicado camino al Camp Nou, la sede del Barcelona Fútbol Club, el Palacio real de Pedralbes en la actualidad tiene abiertos al público sus jardines, que desde hace años acogen eventos musicales, como el Festival Jardins de Pedralbes que se celebra en verano. Pero su historia se remonta a bastante más atrás y esconde un origen mucho más humilde que palaciego, pues los primeros documentos sobre este lugar lo describen como una finca de la época medieval, concretamente del siglo XVII, de las muchas que se ubicaban en lo que ahora es la zona alta de Barcelona. La masía se conocía como Can Custó o Mas Monterols.
Esta fue adquirida mucho tiempo después (en 1862, antes de la anexión del municipio de Les Corts a Barcelona, que tuvo lugar en el año 1899) por la adinerada familia Güell, concretamente por Joan Güell, exponentes de la burguesía catalana del siglo XIX y mecenas del arquitecto modernista Antoni Gaudí, que transformaron la masía original en el edificio señorial que se erige hoy en día.
La masía fue reformada a finales del siglo XIX por dicha familia y el arquitecto Joan Martorell i Montells se encargó de la construcción del actual palacete (de estilo caribeño) y de la capilla neogótica que aún se conservan.
El conde Eusebi Güell se lo regaló a la Corona española en el año 1918 como agradecimiento a su título nobiliario. Fue de esta manera como se convirtió en residencia de los monarcas en sus visitas a Barcelona entre los años 1919 y 1931 del siglo pasado.
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En el año 1929, alojó a la familia real con motivo de la Exposición Universal de Barcelona. Al proclamarse la Primera República en 1931 pasó a manos del Ayuntamiento de Barcelona, que hizo del palacete la sede del Museo de las Artes Decorativas. En 1937, durante la Guerra Civil Española, el presidente de la República, Manuel Azaña, fijó su residencia en el Palau de Pedralbes, que fue Palacio Presidencial tras la evacuación del gobierno de Madrid.
Residencia de Manuel Azaña y de Franco
Ya en época de la dictadura, Franco hizo del palacete su residencia oficial durante sus visitas a Barcelona. En las 14 ocasiones en las que estuvo en Barcelona, Franco se alojó en esta residencia (entre los años 1939, recién acabada la contienda, y 1972).
Fue el lugar en el que recibió en el año 1947 a la política argentina Eva Perón y al presidente de los Estados Unidos Richard Nixon en el año 1963. Tras la muerte de Franco y el ascenso al trono del actual rey emérito Juan Carlos I, este optó por alojarse en el Palauet Albéniz de Montjuïc, donde sigue pernoctando el actual monarca Felipe VI.
Gaudí diseñó parte de los jardines
Un aspecto bastante desconocido relacionado con los jardines que rodean al palacete es que el arquitecto Antoni Gaudí fue contratado por la familia Güell para construir parte de los muros y de los jardines entre 1884 y 1887. De ese trabajo del genio modernista sigue en pie la famosa Fuente de Hércules, rehabilitada en 1983, que consta de un busto del héroe mitológico griego sobre una pila en la que aparece el escudo de Cataluña y un dragón chino de hierro forjado por el que mana el agua. Tanto esta fuente como los Pabellones del recinto, que en aquella época se conocía también como la Finca Güell, recrean el poema L'Atlàntida de Mossèn Cinto Verdaguer, del que el genial arquitecto tarraconense era gran admirador.
Nicolau Maria Rubió i Tudurí fue el artífice del resto del diseño de estos jardines. Se conserva hoy en día el trazado geométrico formado por árboles mediterráneos, palmeras, cipreses, pinos, un estanque y tres fuentes luminosas obra de Carles Buïgas. Los jardines también exhiben una estatua de la reina Isabel II con su hijo Alfonso XII, construida por Agapit Vallmitjana, y un pabellón de plantas trepadoras en el que se intentó emular una típica bóveda de la arquitectura gaudiniana.