Fuerte impacto del Espectáculo Antropológico en Chile
El historiador Pablo Lacoste pone en foco cómo funcionó la "exportación" del concepto de la Fiesta de la Vendimia a Chile, con protagonistas mendocinos de primer nivel.
Unos 22.000 espectadores aplaudieron de pie el primer espectáculo antropológico realizado en Chile, celebrado en el balneario de Pichilemu el lunes pasado con 100 actores y bailarines en escena para representar la identidad y el patrimonio cultural de la región, en un contexto de gran expectativa, donde se destacó la presencia del empresario Carlos Cardoen, interesado en aplicar esta técnica para realizar el año que viene en Santa Cruz la Fiesta Nacional de la Vendimia de Chile.
El eje argumental de la obra tuvo como protagonista a un abuelo poeta que invita a su nieto rapero a buscar los tesoros escondidos de los piratas y de la fragata inglesa Skorpius. El recorrido los conduce a descubrir otros tesoros del "Chile Profundo", y que formaron el acervo cultural de la región, construido por la comunidad local a lo largo de siglos de historia, a partir de sus valores, su identidad y su cultura; de allí el título de la obra, "Universo de Tesoros".
A lo largo de 60 minutos, la obra se desarrolló en una atmósfera intimista, con notable fuerza visual a través del vestuario, la sofisticada iluminación, las pantallas gigantes y los efectos especiales, para redondear un espectáculo de notable calidad artística e impacto emocional, apoyado en diversas disciplinas artísticas (danza, teatro, poesía, música, artes plásticas y audiovisuales entre otras).
Los protagonistas de la obra son los hacedores de la identidad territorial: pescadores artesanales y salineros; ceramistas, agricultores y molineros. A través del arte y los recursos técnicos, los creadores de los productos típicos se elevan a la altura del mito. Así se logró, por ejemplo, en el cuadro de la sal, el oro blanco de Cáhuil; con música del bolero de Ravel, la danza de la sal con bailarinas vestidas de blanco con alas de gasa adquiere gran magnificencia bajo la luna llena.
Las artesanas y ceramistas de Pañul y Marchigue aceptaron el desafío de sumarse al equipo de actrices y bailarinas, para interpretar el cuadro 10, dedicado a realzar la labor ancestral de las ceramistas locales.
Los tesoros del mar se visibilizaron en tres cuadros, para dar cuenta de la pesca artesanal, la recolección de cochayuyo, y el esfuerzo de la gente por superar la la adversidad y el amor por su trabajo. La puesta en escena ganó en realismo y capacidad representativa al utilizar redes e instrumentos de trabajo marinero aportados por los propios pescadores del lugar.
Los deportes acuáticos, particularmente el surf, el fuerte de Pichilemu, estuvieron también representados en un cuadro específico, signado por las destrezas del equilibrio y la capacidad de dominar las corrientes y contracorrientes.
También estuvieron presentes el Cardenal Caro, patrono de la provincia homónima y persona entrañable en la memoria de la comunidad, y el poeta Pablo Neruda, con sus chispazos de gracia, humor y poesía.
El cuadro final representó el estallido de alegría por los tesoros encontrados que constituyen la identidad de la provincia de Cardenal Caro, territorio representado en este espectáculo. Danzas contemporáneas y folklóricas se sucedan al ritmo de la "Canción con todos", "Sube a nacer conmigo hermano" y "Qué bonita es mi tierra". Banderas chilenas y latinoamericanas invaden el escenario como símbolo de la Madre Patria y la hermandad latinoamericana. Desfilan todos los participantes y la emoción no tiene límites al escucharse las palabras finales: "Somos Cardenal Caro, identidad del Chile Profundo, somos un pueblo que late en América hacia el futuro", traducidas en lenguaje de señas.
El despliegue técnico de esta puesta en escena no registra precedentes en el territorio. La pantalla se fragmentó en tres bloques separados que proyectaban la misma imagen del mar, redes de pesca, cerámica de Pañul, quinoa del secano, las algas, el atardecer de Punta de Lobos y todo el acervo cultural de la región, previamente relevado, evaluado y seleccionado. La iluminación tuvo la técnica de la ópera, de la comedia musical y del voudeville, con una paleta ajustada en colores pastel con fuerte presencia de los azules, fucsia, naranja y blanco, de una sutileza milimétrica y con efectos de humo muy ajustados. El guión de sonido se caracterizó por el empleo de música incidental, creada por Arturo Tacheret; la variación de intensidades para enfatizar las escenas clave y para terminar los cuadros muy arriba. Para lograr este efecto se utilizó un sistema line-array con efectos de sonido inmersivo.
La escenografía de Damian Belot tuvo una filigrana costumbrista generada con papel mashé y técnica de reciclado y forrado en papel y cola, y luego pintada con acrílicos y óleos; también se construyeron practicables de madera a modo de podio para darle énfasis a los pueblos indígenas representados en los primeros cuadros.
Con estos elementos técnicos, y un escenario de 400 metros cuadrados, 40 metros de apertura y 10 metros de fondo, más torres de iluminación y sonido de 8 metros de altura
La obra se realizó con la actuación de cerca de 100 bailarines y actores en escena, con la participación de grupos de arte y danza de gran calidad. Desde Copiapó viajó para participar la agrupación de artes circenses Circo Orbicular, dirigido por Javiera Salazar. Desde Coltauco se sumó la Escuela Folklórica Musical, de Ricardo Silva; desde Marchigue estuvo la Academia de Danzas de Dagoberto Huerta, así como el Grupo Folklórico Orimapu de Pichilemu, entre otros.
Este espectáculo antropológico se realizó como culminación del proyecto FIC de la Región de O'Higgins, dedicado precisamente a promover esta técnica como atractivo turístico internacional en la región; fue ejecutado por la Universidad de Santiago con apoyo de la Universidad Nacional de Cuyo y el Gobierno de Mendoza.
Dirección artística: Vilma Rúpolo
Dirección técnica: Alejandro Aruj
Producción: Mariano Morales
Guión: Patricia Aruj
EL AUTOR. Pablo Lacoste es académico USACH.