De centro industrial a isla fantasma: la historia de Hashima
De ser uno de los principales polos mineros de Japón y tener más de 6 mil habitantes, hoy Hashima es una isla abandonada con forma de barco que sirve como destino turístico para los curiosos.
En las costas de Nagasaki, Japón, se encuentra Hashima, una pequeña isla que alguna vez fue un ruidoso centro industrial y que hoy se erige como un inquietante recordatorio de un pasado próspero. Conocida también como Gunkanjima, o Isla Acorazado, su perfil de concreto y acero asemeja la silueta de un buque de guerra.
Durante el siglo XX, Hashima fue el epicentro de una de las minas de carbón submarinas más importantes del mundo. En su apogeo, albergaba a más de 6.000 personas en una superficie de solo 6,3 hectáreas, convirtiéndola en uno de los lugares con mayor densidad poblacional de la historia. Sus edificios, diseñados para resistir las tormentas y el embate del mar, ahora son ruinas que narran historias de trabajo arduo y vidas comunitarias.
El declive llegó en 1974, cuando la mina cerró debido al cambio hacia el petróleo como principal fuente de energía. Los habitantes abandonaron la isla, dejando atrás un paisaje desolado que fue reclamado por el tiempo y la naturaleza. Sus estructuras en ruinas han convertido a Hashima en un destino fascinante para historiadores y exploradores urbanos.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015, Hashima es un testimonio de la industrialización japonesa y sus consecuencias. A pesar de su apariencia fantasmagórica, la isla atrae a visitantes que buscan sumergirse en su historia y contemplar el silencioso eco de su pasado.