Una integración prudente de celulares, IA y educación

El experimentado autor de investigaciones sobre educación y clima escolar, Alejandro Castro Santander, recuerda debates repetidos y que ya se analizaron en el pasado: el celular en el aula. ¿En qué quedamos?

Alejandro Castro Santander
Escritor. Psicopedagogo institucional. Director del Observatorio de la Convivencia Escolar (UCA), Cátedra UNESCO de Juventud, Educación y Sociedad (UC de Brasilia), referente de Argentinos por la Educación.

"La verdadera inteligencia no es una herramienta, sino una mano capaz de esgrimir con provecho cualquier herramienta de la que se trate". Thomas Caryle, 1795-1881

Domesticar la Tecnología

A lo largo de la historia, la humanidad ha aprendido a domesticar grandes fuerzas naturales para su beneficio. El fuego, en sus inicios, representaba un peligro incontrolable, pero cuando aprendimos a manejarlo, se convirtió en un pilar del desarrollo humano. La energía nuclear, capaz de alimentar ciudades o destruirlas, depende del uso prudente que le demos. Hoy enfrentamos un nuevo reto: domesticar la tecnología digital en la educación, en especial las pantallas y la inteligencia artificial (IA), para que sean herramientas de aprendizaje y convivencia, en lugar de factores de riesgo o fragmentación social.

"Los resultados de PISA muestran una relación negativa entre la distracción por el uso de dispositivos digitales en clase y el desempeño en Matemática: los países con más estudiantes distraídos tienden a obtener puntajes más bajos. Argentina (54%), Uruguay (52%) y Chile (51%) tienen los niveles más altos de distracción y desempeños relativamente bajos, mientras que Japón (5%) y Corea del Sur (9%) presentan baja distracción y altos puntajes en Matemática. El informe explica que hay factores como la regulación del uso de la tecnología, las estrategias pedagógicas y el nivel socioeconómico de los estudiantes que pueden influir en esta relación."

Los datos surgen del informe "Celular en el aula: uso, distracción y aprendizajes", del Observatorio de Argentinos por la Educación: https://argentinosporlaeducacion.org/wp-content/uploads/2025/03/Uso-Celular-en-el-aula.pdf

El desencuentro entre educación y tecnología ha llevado a posturas extremas: por un lado, quienes ven los celulares como herramientas de aprendizaje, y por otro, quienes los perciben como una distracción que limita el aprendizaje o un riesgo para la convivencia. Esta tensión ha provocado conflictos y prohibiciones en muchos sistemas educativos y escuelas.

Una integración prudente de celulares, IA y educación

Desde una perspectiva más equilibrada, la clave no está en tener acceso a la tecnología, sino en usarla con prudencia, ya que lejos de ser neutras, estas herramientas pueden potenciar el aprendizaje y la interacción social o, por el contrario, generar distracción, aislamiento y violencia como el ciberbullying. La clave, como con el fuego o la energía nuclear, no está en prohibirlas ni en adoptarlas sin reservas, sino en regular su uso, crear las condiciones adecuadas con estrategias y normas claras que favorezcan tanto el aprendizaje como la convivencia.

De la prohibición a la integración inteligente

El debate sobre las pantallas en las escuelas ha oscilado entre dos extremos: El rechazo absoluto, basado en su impacto negativo en la concentración, la socialización y la salud mental y la adopción acrítica, que confunde el acceso a la tecnología con una mejora automática en la educación.

Ambas posturas son insuficientes. La prohibición no resuelve el problema, solo lo desplaza: los estudiantes seguirán usando pantallas fuera del aula, muchas veces sin la guía necesaria para hacerlo de manera responsable. Por otro lado, el uso indiscriminado sin una estrategia pedagógica clara puede generar distracción, dependencia, conflictos en la convivencia escolar y un aumento de problemas como el ciberbullying y la exclusión digital.

El camino intermedio es utilizar la tecnología mediante reglas de uso que permitan un clima adecuado para la convivencia, la afectividad y el aprendizaje de los estudiantes.

La UNESCO apoya una integración estratégica y acompañada de formación docente y políticas claras, de modo que las pantallas y dispositivos sean aliados en la educación, aprovechando sus ventajas sin que se conviertan en una fuente de distracción o exclusión.

Una integración prudente de celulares, IA y educación

Se ha observado que cuando se utilizan con fines educativos y en cantidades controladas (por ejemplo, menos de una hora diaria), los estudiantes tienden a obtener mejores resultados. Además, la experiencia sugiere que prohibirlos estrictamente puede incluso aumentar la ansiedad entre los alumnos y no favorecer el desarrollo de comportamientos responsables ante la tecnología.

La OCDE no respalda una prohibición absoluta de los móviles en las aulas. En lugar de ello, sus estudios (como los reportados en el informe PISA) indican que lo más beneficioso es enseñar a los alumnos a usarlos de forma responsable y moderada.

Muchos argumentan que prohibir el uso de celulares en el aula resulta más sencillo desde el punto de vista administrativo y disciplinario que invertir en estrategias de prevención y en la formación necesaria para que los estudiantes aprendan a usarlos de manera responsable.

La prohibición evita, de manera inmediata, distracciones y posibles abusos, pero a la larga puede limitar la oportunidad de enseñar habilidades digitales y de autorregulación.

Por ejemplo, varios informes señalan que, aunque la prohibición puede mejorar la convivencia y disminuir casos de ciberacoso, también se ha comentado que "es la medida fácil y la menos educativa" porque no se hace cargo de las causas profundas del mal uso, que implican la necesidad de educar tanto a alumnos como a familias en el manejo responsable de la tecnología.

No por moda, sino con sentido

¿Las pantallas se utilizarán para fortalecer el pensamiento crítico, para fomentar la cooperación o para aprender a verificar información? Si no hay un propósito claro, la tecnología puede convertirse en un factor de distracción y aislamiento en lugar de una herramienta de aprendizaje y encuentro.

Regular su uso con normas de convivencia digital

Así como aprendimos a controlar el fuego para evitar incendios, necesitamos normas claras para el uso de dispositivos en las aulas y fuera de ellas.

- Horarios y espacios definidos para el uso de pantallas.

- Áreas libres de dispositivos para fomentar la interacción cara a cara.

- Protocolos contra el ciberbullying y el uso irresponsable de redes sociales en la escuela y fuera de ella.

- Fomento de la ciudadanía digital, educando en ética y respeto en entornos digitales.

Equilibrar lo digital con la experiencia sensorial y social

La educación no puede reducirse a la interacción con pantallas. La neuroeducación y la psicología del aprendizaje muestran que el contacto con la naturaleza, el movimiento físico y la interacción cara a cara son esenciales para el desarrollo cognitivo y afectivo. Diseñar espacios escolares que favorezcan la interacción real, además de la digital, es clave para una convivencia saludable.

Prevenir el ciberbullying con educación en convivencia digital

- Integrar el uso ético de la tecnología dentro del currículo escolar.

- Promover estrategias de resolución de conflictos en línea para evitar el acoso virtual.

- Capacitar a docentes y familias sobre cómo identificar y actuar frente al ciberbullying y otras violencias.

- Fomentar la empatía digital, enseñando a los estudiantes que las interacciones en línea también tienen consecuencias en la vida real.

No basta con permitir dispositivos a los estudiantes; los docentes y las familias necesitan herramientas y formación para guiar el uso adecuado de la tecnología. Esto incluye desde estrategias didácticas para integrar la IA hasta mecanismos de protección contra el ciberacoso (ciberbullying, grooming...) y el uso excesivo de las pantallas.

Tecnología al servicio del aprendizaje y la convivencia

El reto de nuestra época no es prohibir la tecnología, sino aprender a domesticarla, hacerla dócil para que sirva al aprendizaje y a la convivencia. Como el fuego o la energía nuclear, las pantallas y la inteligencia artificial pueden ser herramientas poderosas o peligrosas, dependiendo de cómo las utilicemos. La educación tiene la responsabilidad de convertirlas en aliadas en lugar de verse amenazada, y en instrumentos de encuentro social, pensamiento crítico y bienestar.


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