El silencio de Milei ante las dos grandes incógnitas del poder
El análisis del consultor Rubén Zavi de la encuesta de la Universidad de San Andrés, que ha dado tanto de qué hablar.
Desde que asumió la presidencia Javier Milei cultivó una forma de comunicación política hiperactiva, confrontativa y centrada en redes sociales. Su presencia diaria en X (ex Twitter), sus respuestas intempestivas a periodistas, economistas y dirigentes opositores, y su retórica encendida construyeron un estilo de liderazgo avasallante en la exposición permanente, con un sistema de partidos rotos. Por eso, el silencio que hoy mantiene ante la doble incertidumbre - cambiaria y política- no solo sorprende, sino que inquieta. En un momento en el que el país espera señales claras frente a las exigencias del Fondo Monetario Internacional y al reordenamiento del sistema político, el mutismo presidencial parece un giro táctico tan audaz como arriesgado.
Economía: entre señales contradictorias y un mercado que no termina de creer
El anuncio del ministro Luis Caputo sobre el fin del "crawling peg" sin delinear una nueva ancla cambiaria concreta es un ejemplo claro del tipo de incertidumbre que domina el plano económico. El mercado reacciona con cautela -o escepticismo-: se amplía la brecha cambiaria, aumentan las expectativas devaluatorias y, en consecuencia, los incentivos para postergar liquidaciones o acelerar importaciones. Esto erosiona las reservas del Banco Central, un activo que Milei considera central para su plan de "licuación" fiscal.
No es solo un problema técnico: la economía comunica, y en este caso, lo que se transmite es ambigüedad y falta de rumbo claro. En un gobierno fuertemente personalizado, los errores de diseño económico no recaen sobre un ministro sino directamente sobre la figura presidencial.
Política: un capital en disputa, una coalición sin territorios
En el terreno político, el oficialismo enfrenta otro dilema. ¿Cómo construir poder institucional cuando el eje fundacional es el rechazo a la política tradicional? La estrategia de Milei se basó en una legitimidad "plebiscitaria", donde el vínculo con la ciudadanía se construyó sin intermediarios. Pero, con el Congreso fragmentado y sin gobernadores propios, la pregunta sobre cómo consolidar gobernabilidad sin estructuras partidarias gana centralidad.
Las alianzas con sectores del PRO y la interna larvada con figuras como Victoria Villarruel o incluso Patricia Bullrich no terminan de delinear un espacio homogéneo. En un año sin elecciones nacionales, la clave estará en sostener el relato de eficacia presidencial, aún sin resultados tangibles para las mayorías.
Lo que dicen los datos: señales de alarma en el tablero presidencial
Los últimos datos de la encuesta de la Universidad de San Andrés revelan un escenario desafiante para el gobierno de Javier Milei. Con un 52% de desaprobación y una aprobación del 45%, la imagen presidencial muestra fisuras que pueden impactar en su capacidad de consolidar apoyo en un contexto electoral. La desaprobación es más pronunciada en sectores de menor nivel socioeconómico, mujeres y votantes de izquierda y centroizquierda, mientras que su respaldo sigue fuerte entre quienes se identifican con la derecha y sectores altos.
En este marco, los dirigentes mejor posicionados en imagen positiva dentro del oficialismo son Patricia Bullrich (41%), Manuel Adorni (32%), Luis Caputo (32%) y Luis Petri (30%), lo que los coloca como figuras clave en el escenario electoral. Bullrich, con su perfil de gestión dura en Seguridad, sigue siendo la dirigente con mayor reconocimiento y podría proyectarse en un rol protagónico. Adorni, con su fuerte presencia comunicacional, también se consolida como un actor influyente.
Petri, por su parte, muestra un posicionamiento competitivo que lo podría perfilar como una opción viable en futuras contiendas. Con la mirada puesta en las elecciones de medio término y proyectos provinciales en 2027, estos dirigentes emergen como piezas clave dentro del oficialismo.
Por otro lado, cuando se ve la evolución de la imagen positiva de los principales dirigentes políticos en Argentina muestra tendencias de alta volatilidad y reconfiguración del liderazgo.
Javier Milei (43%) y Victoria Villarruel (41%) lideran en imagen positiva, consolidándose tras su llegada al gobierno, mientras que Patricia Bullrich (40%) mantiene una valoración competitiva. Mauricio Macri, aunque con una caída sostenida desde su presidencia, aún retiene un 33% de imagen positiva. En contraste, Cristina Kirchner (29%) y Axel Kicillof (29%) muestran estabilidad dentro del electorado opositor que no es menor en tiempos de polarización y búsqueda de lideres que resuelvan la realidad cotidiana, aunque lejos de sus picos históricos. Sergio Massa (18%), tras su derrota electoral, registra una caída significativa, reflejando la dificultad de sostener una imagen positiva tras un fracaso electoral reciente.
Estos datos demuestran que, aunque Milei aún conserva una base sólida, el margen para errores comunicacionales y económicos es cada vez más estrecho. El "colchón de legitimidad" que otorgan los votos se desgasta rápidamente cuando no se acompaña de mejoras perceptibles en la vida cotidiana.
¿Puede sobrevivir el relato sin resultados?
Milei llegó con la promesa de cambiarlo todo, de ir contra el sistema y refundar la Argentina desde una lógica austera, anticasta y meritocrática. Pero la complejidad del Estado, las resistencias corporativas y la realidad económica imponen límites concretos a las narrativas.
Estamos frente a un gobierno que depende excesivamente de su capacidad de comunicar el futuro mientras administra un presente adverso. Mientras su estilo confrontativo, si bien eficaz para la polarización, podría volverse contraproducente en un contexto de creciente deterioro social.
La pregunta que queda abierta es si Milei logrará transformar su relato en estructura, o si, por el contrario, quedará atrapado entre el ruido del mercado y los silencios del poder real.