La pasión de Sarmiento: devolver la vida a las palabras
A los maestros, con respeto y admiración por la misión que cumplen en esta época de crisis pandémica y social. Una columna de la maestra de maestros Elia Ana Bianchi de Zizzias.
Debo comenzar mi reflexión rindiendo un merecido reconocimiento a la Comisión Nacional de Homenaje a Don Domingo Faustino Sarmiento , al conmemorarse, el 11 de setiembre de 1988, el centenario de su muerte. Tuve el honor de ser designada Secretaria General de la misma y ese privilegio me permitió conocer a grandes maestros de la pedagogía, filósofos, sociólogos, historiadores y escritores que con sus conocimientos me brindaron, desde distintas perspectivas, un horizonte más amplio y profundo sobre la vida y obra del ilustre Maestro de América.
En esta época de crisis del sistema educativo, especialmente de la escuela pública argentina, recuerdo las reuniones con debate de ideas y propuestas de acciones de Félix y Gregorio Weimbeg, Adelmo Montenegro, Enrique Anderson Imbert, Raúl Castagnino. Gilda Romero Brest, Ana María Berrenechea, Alfredo y Héctor Felix Bravo, Berta Braslasky, Manuel Sadosky, Nélida Baigorria, Paul Verdevoye, Nely Speroni, José Buenaventura Bueno, Ernesto Sábato y tantos otros miembros que con su participación dieron no sólo brillo a la Comisión presidida por el Dr. Carlos R. S. Alconada Aramburú, sino que, además, permitieron que todas la bibliotecas populares contaran con la reedición de las obras completas de Sarmiento y con obras sobre el ilustre sanjuanino, escritas por algunos de sus miembros, para que sus ideas educativas pudieran ser leídas por el pueblo.
Lamentablemente, alguno de ellos ya no están con nosotros, sin embargo, de todos ellos nos quedan sus palabras y sus obras. Nos corresponde a nosotros devolver la vida a sus palabras.
Al releer Facundo, Recuerdos de Provincia, Viajes, Educación Popular y otros escritos, con la experiencia que dan los años y el ojo crítico que forma parte existencial de lo textual, me siento conmovida por la actualidad de su pensamiento, por su fuerza expresiva, por la palabra viva que es todavía un reto y un desafío. Entonces, me atrevo a emular, guardando las distancias, su estilo franco y directo, para validar alguna de sus ideas, sin prejuicios académicos, para reflexionar desde mi alma apasionada de maestra sobre el ideal sarmientino: la escuela pública argentina.
Desde la dignidad de ese sitial, pretendo construir mi relato a partir de una frase de Sarmiento:
Devolver la vida a las palabras.
Recuperar lo que hemos perdido.
Vienen a mi memoria, desde lejanos tiempos de estudiante de filosofía, algunas palabras de Hegel, que me hicieron reflexionar y aun hoy siguen presentes en una demanda constante : "Aquello con lo que nos conformamos, nos da la medida de lo que hemos perdido".
En medio de esta crisis contemporánea de valores y de cambios de paradigmas, hemos perdido nada menos que la calidad educativa, la excelencia del quehacer docente, el sentido de misión de enseñar.
La pobreza crece, también la exclusión, la ignorancia, la violencia , el miedo.
Devolver la vida a las palabras.
La experiencia de vida de Sarmiento es, sin duda, singular, multifacética.
Vida, es para él, la extensión inconmensurable de las pampas de su patria, su tierra árida y polvorienta. Es la montaña, marcando límites físicos y también espirituales con su grandeza. Polvo y roca que van esculpiendo bravías figuras humanas.
Es el tigre de los llanos que acecha y la muerte que ronda en las llanuras. "La inseguridad de la vida, que es habitual y permanente en las campañas, imprime a mi parecer, en el carácter argentino, cierta resignación estoica para la muerte violenta, que hace de ella uno de los percances inseparables de la vida" (Facundo.Pag. 22)
Vida es el gaucho solitario y su caballo criollo. Estampa y coraje. Una sombra. Es la pulpería y el rancho .
Es la copla, la poesía y la músicA, las sonoridades de una guitarra que alegra las soledades.
El pueblo argentino es poeta "Existe , pues , un fondo de poesía que nace de los accidentes naturales del país y de las costumbres excepcionales que engendra. La poesía para despertarse -porque la poesía es como el sentimiento religioso: una facultad del espíritu humano- necesita del espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad, de la extensión, de lo vago, de lo incomprensible"... (Facundo. Pág. 39)
Es la vida de Facundo Quiroga, un personaje individual, pero también un símbolo colectivo. Símbolo bárbaro en la mirada de Sarmiento, quien, no obstante, lo describe como "La expresión fiel de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos. Es el personaje histórico más singular, más notable que puede presentarse a la contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social, no es más que el espejo en el que se reflejan, en dimensiones colosales, las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de la historia " (Facund.Pág. 19).
La vida es pues, realización concreta en contextos determinados. Es naturaleza que se manifiesta en nuestra patria grandiosamente salvaje en su inmensa extensión.
Sarmiento vive en estos escenarios bárbaros pero. también, piensa en otra forma de vida que reconoce como "Civilización". Es la vida de la razón, del pensamiento, de las concepciones filosóficas , de teorías sociales y políticas , de los sistemas y experiencias educativas que Europa y Estados Unidos le muestran en sus viajes. Entonces, su pensamiento enriquecido ya con sus lecturas y sus reuniones políticas y literarias en el exilio, vivencia en universidades y colegios extranjeros, las teorías que ve realizadas en la acción. Su obra Educación Popular es el producto literario y pedagógico de esos viajes.
Desde el punto de vista de la historia de la cultura, hubieron tres corrientes que confluyeron en la formación de Sarmiento: la Ilustración, con la idea racionalista del progreso, la idea de libertad y el espíritu de independencia que nutrió a los próceres de Mayo; el Romanticismo, individualista, espontáneo, imaginativo, con una concepción de la historia como un devenir dialéctico de la naturaleza, de las disposiciones sociales y de la forma de vida de los pueblos.
La generación del 37, y los hombres de la Asociación de Mayo, Echeverría, López, Gutierrez, Mitre y otros proscriptos encarnaron estos ideales y en esto se sumaban al historicismo alemán (Herder, Sagviny) tal como era conocido a través de los franceses.
La tercera corriente corresponde al Romanticismo Social que al proponerse reformar la realidad iba preparando una especie de "Positivismo de la Acción"
Por otra parte, la idea de democracia que Sarmiento compartía con su lectura del célebre libro "La Democracia en América"(1.835-1-840) de Alexis Tocqueville, era la de una cultura igualitaria, cuyo dogma había penetrado hasta en las clases más inferiores de la sociedad.
Anderson Imbert nos dice: "La originalidad de Sarmiento está en que esa filosofía romántica de la historia, vino a fundirse entrañablemente con su intuición de la propia vida como historia. Sentía que su Yo y la Patria eran una misma criatura comprometida con una misión histórica dentro del decurso de la civilización" (Anderson Imbert. 1.988 ).
Vida es, entonces, una sola experiencia de su Yo y la Patria unidos en un estilo providencial en el curso de la historia.
Devolver la vida a las palabras.
Dar contenido, sentido y valor a las palabras.
La educación popular adquiere , en su pensamiento y acción, un valor colosal como instrumento de civilización y núcleo de la organización social.
Su concepción sobre civilización, abrió la polémica reduccionista de nuestra larga historia de pensamientos bipolares: civilización y/o barbarie, ricos y pobres, unitarios y federales, izquierdas y derechas . Aun hoy estos conceptos admiten representaciones polisémicas que trastocan sus sentidos: ¿Es barbarie la cultura de la exclusión y la pobreza?. ¿Es civilización la corrupción globalizada?. Interrogantes que hoy nos planteamos en esta permanente cultura de fricción sin respuestas .
Sarmiento advierte que los cambios que la Patria necesita se fundan en la educación.
En 1.849, además de Viajes , publicó De la Educación popular, informe oficial de todos sus pensamientos y las experiencias resultados de su misión en el extranjero.
Con claridad advierte que el remedio inmediato para América , es la instrucción pública y como complemento, las bibliotecas populares. No lo desvelan ya las teorías pedagógicas, sino la necesidad de fundar escuelas. La escuela como órgano de mejoramiento social: educar ciudadanos eficaces, más que individualidades aisladas.
La Palabra es para Sarmiento, no sólo, la expresión de su pensamiento, sino un instrumento dual, le sirve para dar batallas memorables en su función periodística y política y para dar fundamentos a la profunda tarea de educar al Soberano.
El que no sabe, nos dice, gracias a una lectura inteligente devolver la vida a las palabras puestas en el papel, es incapaz de darse cuenta de su contenido. (P. Verdevoye.1.988)
La base de la enseñanza primaria es la lectura: "No se comprende suficientemente cuantos cuidados deben prodigarse para que los niños adquieran las ideas necesarias para que puedan leer con provecho" (Diario El Mercurio.1.842)
En Chile, Sarmiento observa que los que piensan en el progreso suelen apoyar a las universidades y los seminarios, pero descuidan la enseñanza primaria. No obstante la verdadera civilización de un pueblo no consiste en tener un centenar de individuos que constituyan la "aristocracia del saber", sino el mayor número de ciudadanos instruidos. Lo que necesita una sociedad moderna es una "educación común", libre de las odiosas diferencias entre ricos y pobres, maestros y esclavos, nobles y plebeyos. Sólo cuando se han comprendido estos principios, quedan establecidas las bases de un gobierno democrático (P.Verdevoye.1988).
Devolver la vida a las palabras.
Esa es la tarea permanente del maestro.
Sarmiento tiene alma de educador, sabe que no basta saber la ciencia, para saber enseñar. Ha de proporcionársele al futuro maestro la educación conveniente para el ejercicio de sus funciones. Para ser un buen maestro se requiere cierta vocación especial, cierto amor a la infancia, ese especie de gozo de enseñar.
"No es inútil, nunca superfluo, recordar que la lectura, no es un ejercicio mecánico, que consiste solamente en reproducir, hasta perfectamente los sonidos figurados por las letras" Sarmiento vitupera a los malos maestros, que acostumbran a los niños a leer con una voz monótona e inexpresiva. Por su culpa el texto de un libro es letra muerta. (PV 231).
Para exigir de sus alumnos una lectura inteligente, el pedagogo hacía comprender a sus alumnos la significación, el ritmo y el tono del texto: "La perfección final de la lectura depende del completo desenvolvimiento de la inteligencia del que lee para que pueda comprender el sentido de las palabras y por ellas el pensamiento del autor, lo que no se adquiere sino después de un largo ejercicio y después de un hábito constante de leer. (Informe de final de año 1844).
Su defensa de la palabra viva, lo convierten en un testigo gesticulante, apasionado que trasmite con rotundas frases y hermosas metáforas, su experiencia de vida, su valor, su lucha.
La palabra viva es portadora de belleza. Sarmiento describe, con especial sensibilidad poética , paisajes y experiencias en textos memorables :
los atardeceres en distintos lugares del mundo, la tormenta en la pampa, su percepción del paisaje tucumano, cuando nos pinta: El nogal que entreteje su anchuroso ramaje con el caobo y el ébano; el cedro deja crecer a su lado al clásico laurel, que a su vez resguarda en su follaje el mirto consagrado a Venus, dejando todavía espacio para que alcen sus vara el nardo y la azucena de los campos"...(Facundo. Pág. 172)
Fue un Maestro en vida y es un maestro en su pensamiento que cobra cada vez más vigencia en nuestros conflictivos días de educación pública.
La palabra como instrumento de enseñanza debe encarnar conocimientos y vivencias para poder crear y recrear un acto didáctico con sentido. La palabra viva que se nutre de ideas, de realidades, que se pronuncia con fuerza y armonía, transfiere a quien la escucha el interés que crea vínculos de saber y provoca nuevas búsquedas. Ese es el hecho pedagógico por excelencia: el encuentro, el dar vida a las palabras.
Hoy, asistimos acongojados a la devaluación sistemática de la palabra. Aun a riesgo de parecer nostálgica , evoco las expresiones: "Doy mi palabra", "Palabra de honor", en las que la palabra era portadora de dignidad y compromiso. Palabras que no se lleva el viento, porque connotan valores en acción. No es otra cosa la educación.
Devolver la vida a las palabras.
Tal fue la misión de Sarmiento.
Tal debe ser nuestra misión docente.
Elia Ana Bianchi Zizzias
Bibliografía.
Anderson Imbert, Enrique. Genio y Figura de Domingo Faustino Sarmiento. EUDEBA. Bs. As.