Perspectivas

Suarez tiene claro cuál quiere que sea el legado de su gestión

El Gobernador avanzará, no bien se despeje el panorama de la pandemia, con las reformas institucionales que prevé mediante sistemas nuevos de diáogo e intercambio y la reforma de la Constitución. La Casa de Gobierno les bajó el pulgar a los disidentes internos y no se muestra preocupada por los posibles futuros "desocupados de la política" que reclaman que todo siga igual.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La actual gestión provincial nació con un fuerte respaldo electoral, pero sufrió una concatenación de adversidades que hasta ahora han impedido que Rodolfo Suarez pueda exhibir su plan y lo que es más importante: ponerlo en funcionamiento.

Tras un gobierno de gran centralidad en la persona del Gobernador, como fue la encabezada por Alfredo Cornejo, Suarez inició un camino en donde no deja de opinar sobre todos los temas, pero no sin antes realizar consultas. No cree saberlo todo ni ser el dueño de la verdad única. Pero además, su estilo es otro: es el jefe del gobierno, pero no del partido. Y una fuerza política acostumbrada a ejercer el internismo como combustible de su continuidad en el poder no se termina de acostumbrar a que los acuerdos sean más fuertes que las diferencias.

En este marco, la Casa de Gobierno ha logrado desarrollar algunos puntos sobre los cuales afianzarse dentro y fuera de la estructura política en la que abrevó este gobierno, con la complejidad de tratarse de una alianza de muchas fuerzas políticas diferentes. Esos tienen que ver con la promoción de nuevos mecanismos de relacionamiento con la sociedad y las fuerzas políticas, evitando la reiteración de caminos que al ser transitados, históricamente se han bifurcado o han topado en paredes de la imposibilidad de continuar.

Si bien la reforma constitucional despertó la desesperación de los que pretenden que todo siga igual, dentro y fuera del frente gobernante, Suarez está convencido de que se avazará, no bien la pandemia les de un respiro.

Hoy, el coronavirus covid-19 está subordinando todos los proyectos a su propio ritmo infernal. Su impacto sanitario y económico en Mendoza son atendidos en paralelo, con flexibilidad de trabajo y sin paternalismo, a diferencia de la Nación, que ha privilegiado la parálisis e ir haciéndose cargo de las empresas y trabajadores que empiezan a caer, a fuerza de fabricación de billetes. Y esa divergencia, le genera más hostilidad desde Buenos Aires, además de las que las difíciles condiciones del momento imponen por sí mismas.

El Gobernador quiere dejar una Mendoza con una cámara legislativa menos y con mejor representación de todos los municipios, más allá de que muchos intendentes actuales se queden sin destino o, al buscarlo, aplanen las aspiraciones de acceder a ocupar una banca de quienes los acompañan en las comunas. Y quiere, además, hacer notar un ahorro en la política, evitar que haya elecciones de medio término y dejar el camino abierto hacia un nuevo liderazgo y "personalidad" provincial en el contexto nacional.

Hay "ruido", pero en la Casa de Gobierno no dudan de que no hay alternativa: avanzar en lugar de estancarse en este tipo de propuestas, creen, consolidará el respaldo de la ciudadanía y le permitirá poder elegir una nueva camada de políticos, capaces de planificar, discutir y acordar sin acudir a zancadillas.

Parece difícil. "Lo es", admiten desde el caracú de la gestión. Pero también se afirman en que no hay lugar para quienes gritan y no hacen, prometen y no cumplen, asumen y pretenden quedarse para siempre en los cargos.

De hecho, luego de que trascendieran discrepancias dentro del oficialismo en torno a la reforma constitucional que tiene dentro de sí una serie de posibilidades de cambio en la política, desde Casa de Gobierno bajaron el pulgar a los críticos internos y avisaron que "el asunto está cerrado". Y se avanzará, no bien la pandemia otorgue el espacio suficiente para que algo tan importante pueda discutirse con la atención suficiente de la población en general y no solamente de los protagonistas de siempre, el "círculo rojo" local que hasta ahora, siempre se ha mostrado más partidario de cierta cuota de "gatopardismo" que de cambios reales.

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