Cuando el Estado y los particulares matan: cuando todos matan
La muerte como tema para discutir, sobre todo cuando los silencios de los sectores que tienen que actuar de contrapeso del poder apabulla. Un artículo del abogado Carlos Varela Álvarez.
Como si fuera poco en Argentina, la muerte se ha instalado en las grietas y sub grietas, porque ahora también existen grietas dentro de las grietas conocidas.
El tema es la inseguridad, pero con un sesgo importante. No incluye ese concepto a la violencia institucional. Es decir cuando las fuerzas del orden matan o ejecutan como ha sucedido en la cuarentena porque parece que eso no es inseguridad. Sucede entonces que el reclamo es de un solo sector, ese muerto o ese desaparecido no nos corresponde.
Cuando el muerto es un asaltante a manos de un particular, el reclamo es de otro sector. Nadie cruza de veredas, la palabra víctima se discute. Pero la muerte de éste o de aquel es la única crónica de los medios.
Los referentes de derechos humanos no se han expresado orgánicamente por estos casos de muertos a manos de particulares como tampoco los grupos pro justicia propia en favor de los casos de violencia estatal. Es también en los medios y redes donde se encuentran todos los discursos y aparecen los expertos y el testimonio de los familiares o vecinos. Son los medios y redes los que también azuzan el debate y toman partido en general con el discurso del miedo, el mejor aliado del rating o de las tendencias en internet.
Las respuestas a tanto discurso son siempre las esperadas; aumento de penas, muerte al otro, la justificación de la resistencia, la ausencia de políticas etc, Del otro lado, la explicación viene de mano de la pobreza, la existencia de armas ilegales y falta de educación. En definitiva la sociedad civil, la política, las redes y los medios no tenemos soluciones sólo diagnósticos y gritos de dolor. La violencia por parte de agentes del Estado como lo hemos visto en estos meses y los casos policiales donde la respuesta la da los particulares con las herramientas que tienen, nos muestra el porvenir.
Si los pronósticos son como dicen que aumentará la pobreza y la exclusión, los tiempos futuros están comprometidos.
¿Será la solución matarnos entre nosotros? ¿Qué sociedad se aspira que no sea la del odio y del oportunismo de los que creen que la solución es instantánea y mágica?
¿Quién o quienes están dispuestos a un proyecto, al diseño en serio de políticas públicas nacionales y provinciales que sabemos toman todas su tiempo y necesitan de todo tipo de recursos?
Los casos de Luis Espinoza en Tucumán como la búsqueda de Facundo Castro Astudillo y de tantos otros donde se mira al Estado como primer sospechoso son tan importantes como lo que ha sucedido al jubilado Jorge Ríos, o al jubilado de Mar del Plata o el zapatero de la Ciudad de Buenos Aires. Cada uno tiene o tendrá respuestas diferentes según su caso y que sea la justicia la que establezca los responsables y en su caso las justificaciones o atenuantes, en definitiva que sepa la verdad es lo que uno espera del sistema. Mientras eso pasa, Argentina espera y necesita una sociedad que nos contenga y proteja tanto de la represión como de la violencia social, con una pregunta a cada uno de nosotros/as: ¿qué haríamos en cada caso que hemos conocido? ¿Seríamos nuestras convicciones o seríamos nuestras emociones ante una desaparición forzada o un asalto?
El delito como tal siempre puede estar en ambos lados de la vereda, pero la verdad en una sola.