Por qué el 9 de julio de 1816 puede considerarse "un día mendocino"
El historiador Gustavo Capone trae al presente el protagonismo que tuvo Mendoza en los hechos de 1816, que desencadenaron la Declaración de la Independencia. Un nuevo aporte a la memoria histórica, en este 9 de julio.
La Independencia y Mendoza. Ayer y siempre
El 9 de julio, y la independencia declarada, es la fecha mendocina por excelencia debido al enorme protagonismo que le cupo a San Martín, al ejército en la provincia y a los hombres y mujeres de Mendoza. La provincia con San Martín, lideró el proceso en lo político y militar. El 9 de Julio de 1816 fue una fecha más referencial para Mendoza que el 25 de mayo, donde la noticia no solo llegó tarde, sino que el protagonismo de ese histórico momento giró sobre otros actores, con otros intereses y en otros espacios.
Destino cruel de los intransigentes ante el poder. Injusto. San Martín después de su lucha, y soñar morir en Mendoza, de bregar por la independencia, tuvo que emigrar y cuando intentó volver en 1829 no pudo bajarse del barco porque lo matarían. La cruel y apasionante historia nacional.
Pero hoy, en medio de otro contexto, aun en pandemia, y en esta venturosa democracia, todos podemos ejercer el rol de "congresales". Contemplando que "lo Independiente" (a 204 años de aquella declaración) es empezar por reafirmar muestra identidad local como una forma de prepararnos para los desafíos que presentará el futuro global que nos espera.
La Declaración, el respirador ante la pandemia monárquica
La Declaración era una urgencia, pues el proceso emancipador iniciado en mayo de 1810 demandaba una forma republicana para poder decidir sobre un sistema político propio, un nuevo marco de alianzas en el plano de las relaciones internacionales y el establecimiento de un renovado sistema económico. Además, San Martín necesitaba "un documento" que le diera crédito (lo legitimara) ante la lucha, permitiendo el reconocimiento externo de las Provincias Unidas, herramienta imprescindible para que el General San Martín pudiera movilizar su ejército fuera de las fronteras de nuestro país. "En nombre de qué y de quiénes pelean; si siguen dependiendo del imperio que combaten"; podría ser un sencillo pero contundente argumento.
La independencia y la historia
Generalmente solemos "recortar" la historia. Mostramos solamente la foto del día histórico, y se nos escapa de contexto el resto de la película. En el caso de la conmemoración del 9 de Julio, día de la Declaración de la Independencia, eso pasa frecuentemente. Obviamente, nadie podrá negar lo trascendente del día. Lo relevante. Lo histórico. Pero también, hay que volver a decir, que en ese Congreso que declaró la independencia, hubo "una previa" y "un after office" (de ese 9 de Julio) tan significativos que sin algunas anticipadas acciones (tan importantes como el paso independentista) hubiera sido imposible la Declaración o el mismo posterior sostenimiento de la Independencia.
El Congreso que empezó en Tucumán (una concreta obra maestra de la alta ingeniería política) buscó afanosamente "encontrarse" con la necesaria Declaración. Constituyó un punto de encuentro que posibilitó seguir transitando el camino. El debate parlamentario (previo y posterior) fue fundamental en la concreción de la futura independencia real (guerra mediante), porque aun lideres irrefutables de ese momento, como San Martín, necesitaron imperiosamente de la gestión política de dirigentes que comprendieron patrióticamente la coyuntura. Aun pensando diametralmente distinto. Agregaré: con un altísimo protagonismo mendocino.
Un buen ejemplo
Siempre que me invitan a conversar e intercambiar ideas sobre esta conmemoración, empiezo leyendo un párrafo de la Declaración, como para poner en valor sobre quiénes estamos hablando. Es una forma de reconocer a los hombre y mujeres de ese tiempo.
"(...) en el nombre y por la autoridad de los Pueblos que representamos (concepción netamente federal)"; "(...) comprometiéndonos al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de (nuestras) vidas, haberes y fama". Esta parte emociona. Se hicieron responsables y garantizaron su accionar independiente con sus vidas, su prestigio y sus bienes. Le pusieron el cuerpo. La muerte precoz, el destierro, las percusiones, la incomprensión, la bancarrota, los cubrió a casi todos. De esos hombres y de ese momento vamos a hablar.
Con la vieja ley de alquileres
Por unas monedas criollas; las primeras monedas "nacionales" no acuñadas por España y sin símbolos de la realeza, Francisca alquiló su caserón. Un puñado de "duros" y otras pocas "chirolas" bastaron para que ella se sintiera "bien pagada ".
A si fue como, por la predisposición de María Francisca Bazán de Laguna al alquilar su casa en la Calle del Rey 151 de San Miguel de Tucumán, se allanó un problema. El Congreso ya tenía lugar de reunión. Fue entonces que la natal tierra tucumana de los indios calchaquíes y diaguitas, Monteagudo, Lamadrid, Avellaneda, Roca, Alberdi, Álvarez Condarco, Benjamín Matienzo, Lola Mora, Ricardo Rojas, y más recientemente, de Mercedes Sosa, Palito Ortega, Tomás Eloy Martínez, García Hamilton, Miguel Ángel Estrella y el arquitecto Pelli, se convirtió en el centro de atención del antiguo virreinato, ante la atenta mirada del mundo político americano y europeo.
El resto de los congresales se acomodó donde pudo. En conventos. En los fondos de un almacén. En algunas habitaciones de la vieja casona histórica. En piezas de las seis "casa de citas" registradas que Tucumán tenía en ese entonces. O en las postas cercanas, ya que la provincia no contaba con hoteles.
No todos los congresales habían llegado al mismo tiempo. El viaje era largo y peligroso. Las huellas y caminos eran muy malos, mientras que los riesgos de robos, malones o enfermedades, fueron frecuentes. A tal punto que muchos congresales elaboraron sus testamentos antes de salir de su provincia natal. El viaje en carretas o galeras duraba semanas. Desde Mendoza a Tucumán, por ejemplo: un promedio de 3 semanas.
Hay quórum. La ardua tarea parlamentaria
De los congresales acreditados, 29 firmaron la Declaración. Entre los que no firmaron estaba Pueyrredón. Éste había sido designado Director Supremo e iba camino a Córdoba para reunirse con San Martín. Cuando llegó se enteró por San Martín de la declaración. Dos cosas: 1) siempre las noticias corren más rápido. 2) fue una prueba también de quién era el hombre fuerte del momento.
El Congreso empezó sus sesiones el 24 de marzo de 1816 y se trasladó a Buenos Aires el 4 de febrero de 1817. De 250 días hábiles, el Congreso sesionó en 239 oportunidades. Resaltemos que 60 de esas reuniones fueron secretas. Los sueldos mensuales de los congresales oscilaban en 90$ (un peón de campo 10$; un maestro 30$; un comisario 45$). Aclaremos que la mayoría nunca cobraron y que debían de hacerse cargo de todos los gastos.
La tarea fue ardua. La convocatoria tenía dos objetivos básicos: el fundamental era declarar la independencia. El otro, postergado: sancionar una constitución.
Previo al 9 de julio ya había logros significativos por exhibir: demarcación de límites provinciales, el progresista tema de los recursos municipales (la vigente discusión sobre coparticipación), el presupuesto para un nuevo ejército en Cuyo, la acuñación de una nueva moneda de curso legal, la creación de un sistema bancario, el diagrama de una red de caminos (antecedentes de lo que luego sería vialidad nacional) y, sobre todo, la creación de villas y localidades que estimularían el equilibrado desarrollo demográfico. Un ejemplo concreto fue el nacimiento de la Villa Nueva de Los Barriales, abarcando los departamentos del Este mendocino. Un 20 de diciembre de 1816 se fundará el actual departamento de San Martín.
Primera lectura: trabajaron desde el primer día. En lo importante y en lo coyuntural.
El mundo en contra
Restablecido en el trono español Fernando VII, derrotado Napoleón, formalizada la restauradora "Santa Alianza", afianzados los portugueses en Brasil, sofocados todos los proyectos independentistas americanos surgidos de las luchas libertarias (Hidalgo y Morelos en México. Artigas en la Banda Oriental), más el rotundo fracaso de las campañas al Alto Perú, todo pintaba un oscuro panorama. Además, derrotadas las insurrecciones americanistas en Cartagena, Bogotá, Nueva Granada, Santiago y consolidada la elite aristocrática españolista en Lima, hacían de Buenos Aires la única ciudad capital de América que resistía al absolutismo, y de Mendoza, embrión de la campaña sanmartiniana, la última esperanza para concretar la anhelada emancipación.
La cuestión interna
Tan complejo como lo anterior, en el ámbito "doméstico" empezarán a subyacer dos posturas que surcarán el derrotero de la historia nacional. A las mal intencionadas dudas que generaba San Martín en el "establishment" porteño, se sumaba el divorcio entre dos grupos bien diferenciados:
1) El grupo porteño; sostenedores de una doctrina liberal, y cuyo principal objetivo político y económico era la hegemonía de Buenos Aires, y 2) El grupo criollo y rural; representante de los intereses del litoral o del interior mediterráneo.
Los dos grupos coincidirán en cuanto al ideal emancipatorio, pero eran irreconciliables en el campo de las realizaciones institucionales. Además, entre el litoral y Buenos Aires, el añejo pleito por la aduana y el régimen comercial de los ríos, generaban heridas que demoraran en cicatrizar.
El gran valor político de San Martín y sus operadores, fue la capacidad que mostró desde Mendoza para incidir en la elección de congresales. Fue una de las pocas asambleas nacionales en nuestra historia donde el interior tuvo mayoría ante la égida porteña.
El casi desconocido "Manifiesto de los Pueblos"
El texto definitivo del acta del Congreso, decía: "nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli, y de toda dominación extranjera", generando el consenso para restablecer un Estado, recomponiendo la autoridad moral de un gobierno revolucionario que se debatía entre la dependencia y la anarquía.
En ese sentido, el Congreso de Tucumán, junto a la Declaración de la Independencia, aprobó inmediatamente el muy poco conocido pero referencial "Manifiesto a los Pueblos" (1 de agosto de 1816) que entre algunos párrafos expresaba: "Que renazca la unión y se restablezca el orden, y veréis renacer el espíritu patriótico". Pero también dicho Manifiesto incluyó un Decreto que declaró concluida la revolución: "Fin á la revolución, principio al orden y respeto a la autoridad soberana y pueblos representados", fueron sus primeras palabras.
La letra gruesa
El Congreso y su Declaración institucionalizaba "el orden" sobre "el desorden" provocado por los enfrentamientos armados y las luchas fratricidas, el empobrecimiento generalizado en las zonas rurales y en las ciudades, la absoluta falta de un liderazgo convincente y las desafortunadas estrategias militares. Y si bien en el Congreso de Tucumán no estaban representadas todas las provincias de la Nación, el grito de libertad se escuchó más allá de América.
Independencia y educación
Simplemente recordar lo que sostuvieron los patriotas de Tucumán: "No hay ejército más poderoso que un pueblo educado". Es claro: "solo la educación nos hará libres". Herramienta poderosa que tiene en cada maestro un "congresal" comprometido.