Alicia Dúo

Sebastianita

"Sebastianita" está incluido en el libro de cuentos de Alicia Duo La venta de una mujer (Mendoza, Jagüel Editores, 2013). Un aporte a la convocatoria de Elia Bianchi de Zizzias contra el trabajo y la explotación infantil.

Alicia Dúo

"Quisiera tejer sólo esperanzas

para las niñas y los niños de la vida.

El hilo tironea entre mis dedos

palabras agoreras; gritos de enfurecida."

(Alicia Duo)

La madre la llama desde la cocina. Abre la ventana, asoma medio cuerpo y desde allí hace señas a la niña. Sebastianita, con sus diez años, se ha sentado en el columpio, bajo el olivo. Con la muñeca entre los brazos, se mira las piernas que han crecido un poco porque sus pies ya se asientan con facilidad sobre las raíces del árbol. Antes no, recuerda; antes las piernas se suspendían en el aire y ella se elevaba con su muñeca en un vaivén de cielo: arriba, abajo. A veces colgaba mucho la cabeza, su cabello castaño se iba hacia atrás como si el mundo se invirtiera y ella encontraba la punta de los zapatos gastados tocando nubes pasajeras. "Así se debe caminar cuando uno sube y se escapa", pensaba Sebastianita, "como si todo fuera espuma y vapor blanco".

La madre llama con voz alterada.

-¡Sebastianita! ¿Me oíste?

La niña pone la muñeca en su otro brazo. Si deja un brazo libre, ese brazo toca el viento. Abre los dedos de la mano, luego los cierra, luego aprieta el puño, luego piensa: "Ahora atrapo el viento. Ahora tengo un poco de viento para darle a la muñeca".

-Muñeca ¿qué te han dado de comer? -dice Sebastianita con un tono de voz que parece pajarito recién nacido.

-Nada -llora la muñequita-. Un jarrito con leche aguada y sin azúcar.

-Yo te voy a dar miguitas de chocolate y dulce de durazno. ¿Te gusta?

-Sí -dice la muñequita con la misma vocecita que aletea en la pregunta.

-Nena, si no venís, voy a buscarte. ¿Entendés? -grita la madre.

Sebastianita no contesta. Ha dejado de columpiarse y pone de la muñeca en sus brazos como si la alimentara.

-Conmigo no vas a tener hambre. Te voy a buscar ropa, zapatitos nuevos y una cama para vos sola -dice-. Vas a ver qué lindo es tener una cama para vos sola.

La madre sale por la puerta de la cocina que golpea al cerrarse y el estampido de la madera retumba sobre el columpio, el olivo y la muñeca.

-¡Vení, te he dicho! -insiste la mujer que se adelanta con pasos largos.

Sebastianita se toma del columpio con un brazo y con el otro sostiene su juguete.

-¡Dejá eso! ¡Dejá eso! ¿O querés que te dé con el palo?

Sebastianita se aferra a la tabla del columpio. La madre tironea a la niña de piernas y brazos. Tomándola de los cabellos la arrastra hacia la casa.

-No quiero ir adentro -grita Sebastianita, pero apenas se escucha lo que dice, porque hace mucho tiempo, de tanto soportar que le tapen la boca, ya no tiene gritos.

-Callate -dice la madre que le pellizca la espalda y la introduce a la fuerza en la cocina.

-No quiero ir adentro -reitera Sebastianita y vuelve a tener la voz de palomita dormida.

En la cocina hay un señor que la mira. Tiene en las manos unos caramelos envueltos en papel dorado.

-Muñeca ¿qué te han dado de comer? -dice el señor-. Hoy te he traído unos caramelos, muñeca.

Sebastianita no habla. Siempre le dan caramelos y si no los acepta la madre le muestra el palo.

- Vaya, llévela usted a la habitación. Cuando termine me avisa. Yo espero -dice la madre y hace el gesto de restregar los dedos.

El hombre sujeta a Sebastianita; la presiona en los hombros y la mano grande va desde la cintura de la niña para abajo. Cuando están en el dormitorio Sebastianita deja caer la muñeca.

-Mirá -dice el hombre-, mirá que tengo.

Sebastianita se tapa con fuerza los ojos y no quiere mirar porque eso no es el columpio que la lleva al cielo. Esa es la bestia que la deja muda, cuando le tapan la boca, y ella sólo habla con la muñeca que, al igual que su dueña, contesta con voz de paloma herida, de paloma sin alas.

ALICIA DUO

- "Sebastianita" está incluido en el libro de cuentos de Alicia Duo La venta de una mujer (Mendoza, Jagüel Editores, 2013).

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