La obsolescencia del edificio institucional de posguerra a raíz de la revolución tecnológica

"Las instituciones que alguna vez se consideraron pilares fundamentales de la sociedad comienzan a parecer obsoletas, incapaces de adaptarse a esta rápida evolución", escribe en esta nota Marcos Victorica, CEO de BAS Storage, economista y escritor.

Marcos Victorica

Estamos siendo testigos, conscientes o no, del fin del edificio institucional de posguerra a raíz de la revolución tecnológica.

Desde la segunda mitad del siglo veinte nuestros sistemas institucionales han estado estructurados en torno a modelos que, aunque eficaces en su momento, ahora enfrentan serias críticas y desafíos. La revolución tecnológica ha transformado la manera en que interactuamos, trabajamos y nos comunicamos.

 Las instituciones que alguna vez se consideraron pilares fundamentales de la sociedad comienzan a parecer obsoletas, incapaces de adaptarse a esta rápida evolución.

La digitalización y la automatización han cambiado drásticamente el panorama de la institución, haciendo que procesos que antes eran predominantemente humanos sean reemplazados por algoritmos y sistemas automatizados. Esto no solo afecta la estructura económica, sino que también impacta profundamente en la esfera social y cultural. La población se siente cada vez más desconectada de instituciones que no responden a sus necesidades contemporáneas.

Además, los retos de la gobernanza y la transparencia han aumentado en un mundo donde la información fluye a velocidades sin precedentes. Existe una urgencia palpable por adaptar nuestras instituciones a los estándares de una sociedad digitalizada. La historia muestra que la batalla entre la política y la tecnología siempre fue ganada por esta última. La opción inteligente entonces es incorporar el chip tecno a la ingeniería institucional y aprender a dejar el pasado.

En ese sentido, hay una anécdota de John D. Rockefeller, el creador del imperio del petróleo, que puede ilustrar cómo los visionarios siempre se adelantan a su tiempo. En un reportaje le preguntaron a qué atribuía su fortuna, y él señaló una lámpara a kerosene, respondiendo: "¿Ves esa lámpara? Bueno, yo la vi primero". Fue Rockefeller quien se dio cuenta de que el kerosene podía usarse para la iluminación. Este tipo de visión anticipada es lo que permite transformar industrias y sistemas.

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