Gato por liebre: Escenas de un país que se busca a sí mismo
Escribe Isabel Bohorquez: "Veo un país que necesitaba un Milei y que aún lo necesita. Pero con una Villaroel fuerte y cercana, ambos cercanos. Con todos sus ministros actuando como un solo cuerpo, así como con una Justicia limpia de toda sospecha".
(...) Doce voces indignadas gritaban, y todas eran iguales.
Lo que había ocurrido en los rostros de los cerdos era ahora evidente.
Los animales que miraban desde afuera pasaban sus ojos de los cerdos a los hombres,
de los hombres a los cerdos y después de los cerdos a los hombres,
pero resultaba imposible decir quién era quién".[1]
Comienzo este texto con un pasaje de George Orwell en su célebre obra Rebelión en la granja, joya literaria crítica a la Rusia de Stalin y una extraordinaria alegoría sobre la corrupción generada por el poder, donde entre otras cuestiones fundamentales el autor describe como los cerdos -líderes intelectuales de la revolución contra los humanos- terminan por asumir las mismas conductas que habían condenado.
Cualquier parecido con la realidad política argentina no es fruto de la casualidad.
Quizá sea parte de nuestra naturaleza humana y nuestras inevitables incongruencias en el ejercicio del poder...
Hemos escuchado con distintos grados de elocuencia como en el Senado se ha argumentado a favor de la expulsión de Edgardo Kueider. Hombre del peronismo/kirchnerismo y senador por la provincia de Entre Ríos desde el año 2019. Si se rastrea su currículum, lo que figura como profesión es: político que desde el año 1999 viene ejerciendo con diferentes roles dentro de las administraciones públicas entrerrianas. En la web oficial de gobierno no está disponible su currículum.
Haciendo un seguimiento a través de la información en las redes y medios periodísticos, se puede observar el típico derrotero de una persona que tuvo desde joven dotes para la persuasión y la negociación, que ingresó a la universidad pública quedándose afincado en la militancia sin terminar sus estudios y que desde entonces navega en aguas turbulentas y/o turbias, por cualquier alianza que le convenga para seguir en carrera. A primera vista salta que es un oportunista hábil para la trama y la trampa.
Sin el carácter ni la formación adecuada que pueda resultar en una contribución real a nuestro país. Puro ventajismo personal y corporativo partidario según lo que pinte la coyuntura momentánea.
Con investigaciones judiciales iniciadas por enriquecimiento ilícito -anteriores al providencial (¿?) episodio del escándalo en Paraguay- que por lo menos deberían desalentar a postularse a cualquier cargo, a la propia persona como a su entorno político hasta tanto se esclarecieran las causas en cuestiones que, además, afectan directamente su honorabilidad.
¿Nadie se dio cuenta de las conductas de Kueider? Es difícil creer en la invisibilidad de este hombre.
Cómo terminará esta historia singular que ya anuncia apelaciones posibles, etc. es parte de la comedia sin fin que nos pone a todos a tolerar a "tomadores" de la palabra, como por ejemplo el senador Parrilli contra quien pesa la causa por el Memorándum con Irán.
Otros tomadores de la palabra que también tienen causas pendientes son parte de la larga lista de gente que ocupa bancas sin que tengamos certeza de su inocencia y su honorabilidad para estar allí. Circense. Patética escena ante una sociedad que contempla desde afuera con estupor.
Cuánta razón tiene Orwell...y qué difícil se hace distinguir con tantos vociferadores de la verdad, la decencia y la integridad.
Sin embargo, todos estos personajes han sobrevivido porque nosotros hemos sido como las ovejas de la novela orwelliana y hemos aplaudido cobardemente sin mediar reflexión alguna.
Están ahí, ocupando bancas, representándonos, porque los hemos votado. O porque no hemos hecho nada, o poco ni suficiente para que las personas que se sientan en nuestro nombre sean probas, genuinas, sabias, fuertes y valientes para defender el presente y el futuro de nuestro país.
Quizá Ficha Limpia sea un comienzo. Quizá boleta única también aporte claridad y nos permita distinguir.
Distinguir y pronunciarnos. Distinguir y exigir.
Lo más importante para mí, es que mantengamos nuestra capacidad de discernimiento sin enceguecernos por nada ni por nadie. Y que esa postura lúcida, humilde y atenta nos impulse como pueblo a requerir que aquellas personas e instituciones en quienes hemos delegado la responsabilidad de dirigir los destinos de todos nosotros estén a la altura de las circunstancias.
Algo más sobre nuestro papel en la historia, en este momento de la Argentina.
Nadie vendrá a salvarnos.
Somos nosotros y nuestras pequeñas convicciones, nuestros sueños cotidianos, nuestros desvelos mínimos: conseguir ese trabajo anhelado, rendir la tesis, terminar la casa, la llegada del bebé, las vacaciones pagadas en cuotas, esa jubilación que nos atemoriza, cantar en el coro, ir a la fiesta de fin de año....
Nosotros y nuestro devenir que se encarna en el cada día y hace que este país cada mañana amanezca, se abra la panadería con su precioso aroma, los niños yendo la escuela, cada persona con sus ocupaciones y en el ritmo de la existencia individual surja el andar colectivo de una humanidad que se realiza también en el conjunto.
¿Cuánta distancia hay entre nosotros y ellos? Mucha o ninguna.
Depende de nosotros y de que entendamos que lo nuestro también debe verse reflejado en las instituciones. Que es su trabajo, su compromiso y su deber representarnos y afrontar los desafíos que sean necesarios para que la vida colectiva siga andando con la maravillosa cadencia de lo cotidiano.
Dice Orwell en el epílogo de su obra Rebelión en la granja (y que hoy me acompaña):
"Pero ¿y qué? Cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un avance".
La respuesta está en nosotros por sobre todas las ortodoxias.
Escena final por hoy: el balance de nuestro presidente Milei televisado tuvo detalles que me generaron inquietud.
Creo que Milei es sincero, que cumple con su palabra y que los logros de su equipo de gestión están a la vista.
Me molestó la ausencia de Villaroel. No la conozco, no sé por qué no estuvo, pero considero que debería haber estado. Por la institucionalidad que ello implica y porque el destino de nuestro país en los próximos tres años no admite ningún tipo de fisura interna. Si la hay, que la resuelvan hacia adentro porque el compromiso con nosotros como pueblo es superior a cualquier diferencia.
Eso también es acabar con la casta, los privilegios y las indecencias. No darse los lujos de distanciarse. Ni siquiera gestualmente.
Reconozco en Milei valores inéditos en los políticos argentinos de las últimas décadas, pero hay muchas formas de volverse lo mismo en términos orwellianos, muchos senderos, incluso a veces bien intencionados.
El momento de reconocimiento a su hermana Karina, frente a quien honestamente no creo que la Argentina tenga una deuda eterna, sino que, por el contrario, ella está teniendo el honor de servir a su Patria como pocas personas acceden a hacerlo, refleja que aún nos queda camino por recorrer en esto de que ocupar puestos de poder es por sobre todo una responsabilidad.
Veo en nuestro presente un país que se busca a sí mismo, que necesita cambiar y salir de la comedia decadente para asomarse a un porvenir a nuestra medida.
Veo un país que necesitaba un Milei y que aún lo necesita. Pero con una Villaroel fuerte y cercana, ambos cercanos. Con todos sus ministros actuando como un solo cuerpo, así como con una Justicia limpia de toda sospecha.
Y con la gente común, de a pie, presente en primer plano.
La gente está bancando el cambio. Ese es el verdadero milagro.
Dice Sábato en La resistencia:
"(...)Milagro son ellos, milagro es que los hombres no renuncien a sus valores cuando el sueldo no les alcanza para dar de comer a su familia, milagro es que el amor permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los árboles de la tierra"[2].
Me quedo con Sábato y cierro: "(...) porque el amor, como el verdadero acto creador, es siempre la victoria sobre el mal"[3]
[1] George Orwell, Rebelión en la granja, edición original 1945, Ed. Puerto de Palos, Bs As, 2001, p.114
[2] Ernesto Sábato, La resistencia, Ed. Booket, Bs As, 2003, p. 66.
[3] Ob Cit. P.91