El cuchillo: el arma más usada por los feminicidas y su escalofriante simbolismo
El análisis del criminólogo Eduardo Muñoz.
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos enfrenta a historias como la de Débora, quien sobrevivió a un intento de femicidio que ilustra la gravedad de un problema que trasciende lo personal y revela profundas fallas sociales, culturales y criminológicas.
El ataque tuvo lugar en su trabajo, donde Sergio Raúl Sarria, su expareja y padre de su hija, irrumpió armado con un cuchillo y le asestó más de 20 puñaladas, dejándola con heridas graves en el cuello, el ojo y diversas partes del cuerpo.
La elección del cuchillo no fue azarosa; refleja dinámicas profundamente enraizadas en la violencia de género, que combina accesibilidad, simbolismo y la intención de ejercer control absoluto.
"Nunca lo denuncié porque tenía miedo y siempre pensé primero en mi hija", confiesa Débora, revelando la realidad de muchas mujeres atrapadas entre el terror a las represalias y un sistema que les da la espalda, perpetuando el silencio y la desprotección.
El cuchillo en los femicidios: cifras y significados criminológicos
El caso de Débora es uno entre cientos. Según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina (RNFJA), en 2023 se registraron 250 femicidios, un aumento del 10,6% respecto al año anterior. De estos crímenes, el 26% se cometieron con armas blancas, superando a las armas de fuego (21%).
¿Por qué los agresores eligen cuchillos?
Fácil acceso y contexto doméstico
Los cuchillos son herramientas comunes, accesibles en cualquier hogar, lo que facilita su uso impulsivo o premeditado, especialmente en contextos donde el 75% de los femicidios ocurren.
Proximidad física y carga emocional
El uso de un cuchillo requiere contacto cercano, intensificando el control y la dominación sobre la víctima. En femicidios, esta proximidad física refleja no solo violencia extrema, sino una conexión emocional entre agresor y víctima, que suele estar presente en el 64% de los casos, según relaciones sexoafectivas previas.
Simbolismo cultural y psicológico
En diversas culturas, el cuchillo simboliza violencia pasional e intensidad emocional, convirtiéndose en un instrumento de control y castigo en crímenes de género. Su uso refleja construcciones patriarcales que perpetúan el dominio masculino sobre las mujeres.
Escalabilidad y control
A diferencia de otras armas, el cuchillo permite al agresor controlar la intensidad del daño, desde amenazas hasta lesiones fatales, reforzando dinámicas de poder en relaciones abusivas.
Más allá de las cifras: un problema estructural
El caso de Débora evidencia fallas estructurales en la respuesta a la violencia de género. La falta de redes de apoyo, la normalización de la violencia y la insuficiencia de políticas de protección perpetúan esta problemática.
A pesar de haber sobrevivido, Débora enfrenta secuelas físicas y psicológicas que la acompañarán de por vida. Muchas otras mujeres no tienen la misma oportunidad de contar su historia.
Reflexión final: no más nombres, no más silencios
La elección del cuchillo como arma no es solo un detalle técnico, sino una ventana al entendimiento de las dinámicas de poder y los significados culturales que subyacen en la violencia de género.
Débora es un recordatorio de que la violencia de género no es un problema privado, sino una deuda social. Su testimonio nos recuerda que cada mujer que sobrevive a la violencia lleva consigo la esperanza de todas las que ya no pueden alzar su voz.