Opinión

Roca, el hombre que marcó el camino

Gustavo Cairo desarrolla aquí una cronología histórica de los aportes de Roca a la Argentina.

Gustavo Cairo

Julio Argentino Roca, fue uno de los hombres más importantes de la historia argentina. Historiadores y economistas coinciden en calificar a su primer gobierno como el comienzo de la Argentina moderna. Uno de ellos, el francés Auguste Guinnard relató: "el período de la historia argentina que se extendió entre la elecciones de Julio Argentino Roca como presidente de la Nación, en 1880 y la de Hipólito Irigoyen en 1916, ha sido una etapa de profundas transformaciones que constituyeron los cimientos de la Argentina moderna...la economía argentina experimentó un crecimiento tal que la llevó desde una posición marginal a convertirse en una promesa destinada a ocupar en América del Sur el lugar que los Estados Unidos tenían en América del Norte. Por su parte, Leopoldo Lugones escribió: "Roca fue la realización de Alberdi, un Alberdi logrado. Lo que éste predicaba, Roca lo hizo".

Su influencia fue decisiva durante tres décadas, desde 1880 hasta 1910, en las cuales sentó las bases de la Argentina próspera y exitosa. Sus dos presidencias, entre 1880-1886 y 1898-1904 y su rol determinante en los gobiernos de Carlos Pellegrini y Luis Saenz Peña, entre otros, marcaron con su impronta a todo ese proceso histórico.

Empezó entonces la milagrosa conversión de un país pobre, despoblado, con guerras internas permanentes y cruentos malones, que impedían su desarrollo, en una Nación pujante, que atraía millones de inmigrantes de Europa, con un desarrollo económico deslumbrante, que al cabo de 30 años, devino en el país con el mayor ingreso per cápita del mundo. La Nación que importaba trigo y sólo exportaba cuero y tasajo para esclavos, pasó a convertirse en "el granero del mundo". Aquella en que viajar por el país en diligencia o carreta era una odisea lenta y peligrosa, pasó a tener una de las redes de ferrocarriles más importantes del mundo. Aquella sociedad con altos niveles de analfabetismo, pasó a tener la clase media más pujante de Latinoamérica.

No obstante, los primeros grandes aportes de Roca al país no los hizo como político sino como militar, siguiendo la impronta de su padre, el coronel José Segundo Roca, un granadero de San Martín. Su brillante foja de servicios incluye desde marchar al frente de uno de los batallones que fueron masacrados en Curupaytí, con sólo 23 años; hasta lograr la genial victoria de Santa Rosa en Mendoza, que evitó el golpe de estado mitrista al final del gobierno de Sarmiento y le valió su ascenso a general en el campo de batalla, con sólo 31 años.

En 1879, un año antes de ser elegido presidente, Roca emprendió como ministro de Guerra de Avellaneda, la llamada "Campaña del Desierto", que en pocos meses resolvió uno de los problemas más grandes del país desde su creación: la presencia hostil de tribus araucanas que no reconocían la soberanía argentina sobre la pampa y la Patagonia e impedían la ocupación de las tierras más fértiles del país con sus despiadados malones. Roberto Cortez Conde, en El Progreso Argentino dimensiona el impacto económico que le generó al país la incorporación de esas tierras productivas como consecuencia de dicha campaña militar: "Esas 40 millones de hectáreas se obtuvieron en el centro y sur de Buenos Aires, toda la provincia de La Pampa, el sur de Santa Fe, sur de Córdoba, o sea, la mayor parte de lo que pasó a ser la zona productora más rica de la Argentina: la pampa húmeda".

En su primera presidencia, Roca procedió a completar la ampliación territorial del país, duplicando el territorio nacional. Ocupó la Patagonia hasta Tierra de Fuego, fundando entre otras, las ciudades de Rio Gallegos, Ushuaia y Esquel. Hacia el norte, ocupó por primera vez la región chaqueña. Terminado el avance militar, organizó esas nuevas posesiones, creando los territorios nacionales de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco, Formosa y Misiones, que años más tarde se convertirían en provincias. La ocupación efectiva de la Patagonia le permitió conminar a Chile a firmar un tratado de límites en 1881, en el que se estableció la cordillera de los Andes como frontera divisoria entre ambas naciones. Antes del mismo, el país trasandino tenía expresas y osadas pretensiones territoriales sobre la Patagonia.

Su preocupación por la soberanía nacional lo llevó a decidir dos acciones que determinaron políticas de estado hasta el presente. En 1885 hizo el primer reclamo a Inglaterra por la soberanía de Malvinas y las incluyó por primera vez en los mapas nacionales. La segunda, en 1903 fundó la primera base argentina en la Antártida, cuando ningún otro país tenía aún asiento en el continente blanco. Además, su impronta fue fundamental para evitar la inminente guerra con Chile por las discrepancias en la interpretación del tratado de límites de 1881. Su firme negociación devino en la suscripción de los Pactos de Mayo en 1902, que pusieron fin al conflicto. Su testimonio es el Cristo Redentor erigido en lo alto de los Andes. Como perlita, agrego que producto de la sagacidad del "Zorro", Argentina tomó posesión en ese momento de la Puna de Atacama, la parte argentina del hoy llamado Triángulo del litio. Ampliaremos este tema en una nota específica.

En 1880, ya electo presidente, pero aún sin asumir el cargo, Roca resolvió el otro gran problema institucional de Argentina, "la cuestión capital". Desde 1810, Buenos Aires usufructuaba a través del puerto, los recursos aduaneros de todo el país y se negaba a compartirlos con las demás provincias. Además, la Nación no tenía capital, porque la ciudad de Buenos Aires pertenecía a la Provincia homónima, donde los presidentes eran meros "huéspedes". Tal era la situación, que Alberdi en su libro La Revolución del 80 describió ambos dilemas: "todo el poderío de Buenos Aires provenía de una única fuente: la posesión exclusiva del puerto y las rentas aduaneras" y "una Nación hospedada en la Capital, es una madre viuda que vive en casa de una de sus hijas". No fue pacífica la solución, se enfrentaron el ejército nacional liderado por Roca, con el de Buenos Aires, comandado por Mitre. Hubo cerca de 3.000 muertos. El triunfo fue de la Nación. A partir de ese momento y para siempre, las rentas de aduana, el puerto y la propia ciudad de Buenos Aires pasaron a ser nacionales y la provincia de Bs. As. tuvo que construirse otra capital: La Plata. Para Abelardo Ramos "Por primera vez, con Roca, el interior pasará a la ofensiva". El reconocido historiador Ricardo Levene dijo: "sin disputa la ley de capitalización ha sido el acontecimiento más importante en la historia política argentina después de la Revolución de Mayo y la organización constitucional".

Al asumir la presidencia en 1880, Roca tenía sólo 37 años. Su lema de gobierno fue simple y claro: "Paz y Administración". Se rodeó de célebres ministros en sus dos mandatos. Con modestia definió a su gabinete como: "cinco presidentes y un timonel".

La transformación del país no tardó en llegar. Para alcanzar la paz, lo primero que hizo fue suprimir los ejércitos provinciales, fuente de permanentes guerras internas y caudillaje. A partir de entonces, hubo un solo ejército, el nacional, al que fortaleció con armamento de última generación, una mejor organización y el servicio militar obligatorio. Este proceso estuvo a cargo de sus ministros de Guerra, Luis María Campos y Pablo Ricchieri. La armada a su vez, adquirió poderosos buques, que equilibraron el poder naval con Chile y Brasil. Además, comenzó la construcción de Puerto Belgrano, base de la flota de mar argentina. Todo ello, de la mano de su ministro de Marina, el Comodoro Martín Rivadavia.

En materia educativa, inspirado en las ideas de Sarmiento, sancionó en 1884 la célebre ley n° 1420, de educación primaria gratuita, laica y obligatoria, que produjo un fenomenal progreso en la educación pública. Al genial sanjuanino lo convocó para presidir el Consejo de Educación. Se fundaron 590 escuelas, se triplicó la cantidad de docentes y alumnos. La tasa de analfabetismo que había sido del 77.9 % en 1869, bajó al 35%, al final de su segundo gobierno y luego siguió su exitoso descenso. Por su parte, su ministro Magnasco, impulsó la educación técnica en el nivel medio, creando escuelas de artes y oficios en todo el país, inspiradas en las escuelas agrícolas e industriales de Estados Unidos.

En obras públicas hubo un enorme desarrollo de la infraestructura, motorizado por su ministro Emilio Civit. Se construyeron los puertos de Rosario, Santa Fe, Gualeguaychú y Corrientes, permitiendo el ansiado desarrollo del litoral. Modernizó el puerto de Buenos Aires y habilitó comercialmente el puerto de mar de Bahía Blanca, conectándolo con el ferrocarril que llegó en 1885. Se ejecutó además, un ambicioso plan de obras de salubridad, instalando sistemas de cloacas y agua potable en todas las capitales provinciales, que terminaron con las mortales y recurrentes epidemias de cólera. La red de ferrocarriles dio un salto enorme, llevando el progreso a su paso. De 2.313 kilómetros que tenía la red ferroviaria al asumir el poder, llegó a 5.964 en 1886 y a 19.430 kms al terminar su segunda presidencia en 1904. Su extensión llegó a Mendoza, San Juan, Salta, Jujuy, Zapala, Trevelín y Esquel. Esto permitió integrar y transformar en productivas a regiones que antes estaban aisladas. En carreta era imposible comerciar a gran escala, era caro y lento. Mendoza pasó de tener menos de 3 mil hectáreas de viña en 1883 a 20 mil en 1902. En ese período su fundaron las emblemáticas bodegas, Trapiche (1883), Escorihuela (1884), Tomba (1885), Rutini (1885), Arizu (1888), Gargantini (1890), Tosso (1890), Tirasso (1891), Giol (1896), López (1898) y Catena (1902). En Salta, Michel Torino fundó su icónica bodega en 1892.

Roca nombró como intendente de Buenos Aires a Torcuato de Alvear que la transformó en una urbe de moderna y vanguardista.

Otro problema estructural era la escasa población. Aldo Ferrer en La economía argentina dice: "la escasez de mano de obra impedía, pues, el aumento sustancial de la producción y de las exportaciones agropecuarias". Además, los gauchos eran ganaderos, pero no agricultores. Alberdi en su libro Bases, señalaba esa carencia. Roca nombró al propio Alberdi en Europa como Comisionado de inmigración. Argentina lideró junto a Estados Unidos la atracción de inmigrantes europeos con experiencia en labores agrarias e industriales. El país pasó de tener menos de 2 millones de habitantes en 1869 a 4 millones en 1895 y 8 millones en 1914. De los 3,3 millones de inmigrantes que llegaron hasta 1914, casi 1 millón se radicó en las zonas rurales. En 1881 Argentina dejó de importar trigo de Chile y al año siguiente se convirtió en exportador de ese cereal. Se empezó a desarrollar lo que en pocos años después se denominó "el granero del mundo". La superficie total sembrada de granos y forrajes pasó de 340 mil hectáreas en 1875, a 6 millones en 1900 y a 20 millones en 1913.

En cuanto a la ganadería, a pesar de la destreza de nuestros gauchos, el ganado era de baja calidad y sólo se exportaba tasajo, carne salada para esclavos. Desde 1883 los antiguos saladeros dieron paso a modernos frigoríficos, que generaron una poderosa industria de exportación de carnes. Empezó un proceso de introducción de razas bovinas europeas, que reemplazaron al flaco ganado criollo. Las razas holando-argentina y angus, provenientes de Holanda y Escocia, mejoradas genéticamente, generarían las icónicas carnes argentinas de fama internacional.

En cuanto a lo monetario, en 1881 Roca creó por ley nº 1130 la primera moneda del país, el peso moneda nacional, con respaldo en oro. Para consolidar la estabilidad monetaria se creó en 1900 la Caja de Conversión. Este sistema logró preservar el valor de la moneda sin devaluaciones hasta mediados de la década del 40, cuando tristemente comenzó un período de emisión monetaria y alta inflación que llegó hasta nuestros días. Rosendo Fraga en su libro Roca y Chile, alude a una perlita financiera: Roca canceló en 1904 el famoso préstamo contraído por Rivadavia en 1824 con la casa Baring Brothers de Londres.

En cuanto a lo social, se sancionó la ley de matrimonio civil y se creó el Registro Civil, sacándole a las parroquias el registro de nacimientos, matrimonios, y defunciones. El gobierno presentó ante el Congreso un proyecto de ley de divorcio vincular, que no fue sancionado.

En su segundo mandato, Roca pidió a su ministro del Interior Joaquín V. Gonzalez, avanzar con mejoras laborales. Para ello, encargaron al sociólogo catalán Bialett Massé recorrer el país y estudiar la situación laboral de las clases obreras argentinas. Sobre la base de su célebre informe se elaboró un proyecto de Código del Trabajo, que incorporaba la jornada de ocho horas, el sábado inglés y la reparación por accidentes de trabajo. El proyecto fue presentado en 1904, pero no logró sanción legislativa. Por otra parte, se creó el Departamento de Trabajo (1903) y se sancionó la ley de Residencia, que permitió expulsar de forma expeditiva a aquellos extranjeros que perturbaran la tranquilidad pública con atentados anarquistas y otros crímenes.

En materia electoral impulsó una reforma, estableciendo el voto secreto, voluntario y por circunscripciones, al estilo estadounidense. Esto permitió ingresar al Congreso a Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América Latina. Fue el antecedente de la ley Saenz Peña, que nueve años después estableció el voto secreto y obligatorio.

En lo referido al comercio internacional, Argentina tuvo en este período un sostenido superávit comercial con los países europeos, además de recibir de Inglaterra enormes inversiones para desarrollar su infraestructura, empezando por los ferrocarriles.

Todo este proceso de desarrollo económico y social, caracterizado por el pleno empleo, generó un gran crecimiento de las clases medias, que pasaron de representar un 14% en 1869 a un 41% de la población activa hacia 1914. Para Díaz Alejandro "el salario real percibido por los nuevos inmigrantes era, en el período1900-14, casi el mismo en Nueva York y en Buenos Aires". Un testimonio de época, es la obra teatral de Florencio Sánchez "M´hijo el dotor", estrenada en 1903, que reflejaba cómo los hijos de inmigrantes podían acceder a estudios superiores y corporizar esa movilidad social ascendente.

Con este combo productivo compuesto por tierras fértiles libres de malones, comunicaciones eficientes, una fuerza laboral adecuada e integración al mercado mundial, Argentina dio ese impresionante salto económico. No fue menor en ese esquema de desarrollo, la paz interior y exterior preservada y la buena administración de los recursos públicos. Para Ezequiel Gallo "desde 1880 hasta 1914, el país registró la tasa de crecimiento más alta de su historia, alcanzado niveles no superados en su tiempo..."La tasa de crecimiento del producto agrícola en 1875 - 1913 alcanzó un impactante 10.5% anual y la del industrial no fue menos impresionante, un 7.9% por año".

Por su parte Carlos Diaz Alejandro en Ensayos sobre la historia económica argentina dice: "hoy es frecuente colocar la economía argentina en una misma categoría que de las restantes naciones latinoamericanas. En cambio, la mayor parte de las obras de economía de las tres primeras décadas de este siglo la hubiesen puesto entre los países más avanzados junto con Europa occidental, Estados Unidos, Canadá y Australia. Calificar a la Argentina de "subdesarrollada" se hubiese juzgado irrisorio. No solo tenía un elevado ingreso per cápita si no que su crecimiento era uno de los más acelerados del mundo".

Para concluir, Julio Argentino Roca representa la Argentina próspera, exitosa, respetada e integrada internacionalmente, desarrollada socialmente y progresista en el verdadero sentido. Quizás por eso mismo, es que ha sido tan perseguida su memoria por el populismo, que ha aislado y empobrecido al país, combatiendo al capital y al libre comercio, con un relato resentido y pobrista. Lo han querido borrar de la historia, de las calles, monumentos y de los libros, tergiversando los hechos. Para volver al progreso, es imprescindible reivindicar a los grandes estadistas y patriotas, que supieron construir un gran país. Roca nos mostró el camino, es nuestro deber retomarlo. 

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