Cuando el poder obnubila

La educación permite al hombre superar el sentido común, es decir, transitar de la realidad sensible a la realidad inteligible, según Platón. Escribe Norma Abdo.

Norma Abdo

Encabezo las reflexiones que a continuación haré con el concepto de obnubilar (según la Real Academia Española es ofuscar, obcecar, confundir, turbar, desconcertar, empañar, oscurecer) y con la sabia frase de Platón, por entender que hay un hilo conductor entre la importancia social que tiene la educación (en su más amplia acepción) y las conductas contrarias a ella, con expresiones obcecadas, confusas y contradictorias del Presidente Javier Milei, quien parece estar convencido de ser el dueño de la verdad y que en calidad de tal, puede ofender, humillar, desprestigiar, ensuciar, agredir con palabras soeces, tratando de ganar lo que para él es una batalla cultural.

Tan contradictorio como agresivo el presidente de la Nación (no el panelista televisivo) no tiene límite ni en sus palabras ni en sus acciones. Recientemente, cuando fue eyectada de la Cancillería (crónica de una muerte anunciada) se emitió un comunicado oficial, en el que señala que la funcionaria Diana Mondino "ha renunciado" (¿?) y en el párrafo final señala que "el Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas a la libertad", desconociendo que hay gente que es profesional de la diplomacia en todas las embajadas del mundo y también de la Argentina, más allá de las ideologías de los gobiernos de turno.

El pensamiento unívoco, que tanto criticó durante su campaña, parece haberlo olvidado y hoy, quienes no se encolumnan absolutamente bajo su ideario, son anulados. No importa la sapiencia o la experiencia de aquellos que pueden, desde otra mirada, aportar ideas o caminos que lleven a un mejor manejo de la cosa pública, en un marco democrático en el que fue electo por la ciudadanía.

Derecho sí, discrecionalidad no

Precisamente, en un sistema representativo, republicano y federal, la división de poderes es la columna vertebral sobre la que se sostiene la democracia, desde Aristóteles a Montesquieu, a quien se considera padre de esta teoría cuyo objetivo era proteger los derechos individuales. Y en ese marco, se encuadra el Congreso y su función, no otra que la de aprobar leyes a través del arco político representado en diputados y senadores. Sin embargo, los DNU (decretos de necesidad y urgencia), consagrados en la Constitución Nacional (artículo 99 inc. 3), permiten al presidente hacer uso de esta herramienta, en circunstancias especiales que impidan seguir el procedimiento de sanción de leyes, pero de ninguna manera es de forma discrecional. Por ello, que el presidente Javier Milei diga que va a vetar todas las leyes emanadas del Congreso cuando no respondan a sus lineamientos de gobierno, es muy diferente si nos atenemos al marco constitucional e institucional. Una cosa es por necesidad y urgencia, y otra muy distinta cuando se hace en forma discrecional. De lo contrario, cerremos el Congreso y convirtámonos en un gobierno unipersonal, con la suma del poder público.

De forma y de fondo

Para muchos, la forma de expresarse no es fundamental, considerando que lo importante es el fondo de la cuestión que se trate. Sin embargo, cuando pregonamos que la educación y por tanto los modos, son importantes en una sociedad (algo que tratamos de inculcar a nuestros hijos) es porque de lo contrario, apuntaríamos a una comunidad violenta y sin reglas de comportamiento, a una sociedad anómala.

Contrariamente a esta convicción, atacar produciendo incendios verborrágicos parece ser la especialidad del Presidente, sin tener en cuenta las consecuencias. El Dante decía sabiamente que "de una pequeña chispa puede prender una llama" y mucha razón tenía, al igual que "nada refuerza tanto la autoridad como el silencio", como afirmaba Leonardo da Vinci, porque más vale a veces callar que decir sin medir las consecuencias. La palabra, algo enriquecedor y eje de la comunicación, puede ser nefasto si no se usa apropiadamente. Por eso Rousseau decía que la "paciencia es amarga pero su fruto es dulce". La moderación, la prudencia, la oportunidad, deben ser cualidades fundamentales entre quienes detentan el poder. La crispación y el agravio siempre serán malos compañeros.

Ninguna de estas cualidades o valores, parece tener en cuenta Javier Milei para quien las diatribas resuenan y retumban en los oídos de los azorados ciudadanos, incluso entre quienes lo eligieron para dirigir los destinos de nuestro país.

Hace unos días, el 30 de octubre de 1983 se cumplieron 41 años de la recuperación de la democracia, fecha en que Ricardo Raúl Alfonsín ganó las elecciones para retornar al camino de la institucionalidad en el país. Y justamente, el mismo día, pero de 2024, Javier Milei, en Córdoba, cuestionó al expresidente "a quien lo muestran como el padre de la democracia", equivocadamente, afirmando que "huyó del poder seis meses antes" y que en 2001, junto a Eduardo Duhalde, había promovido el "golpe de Estado". Una verdadera diatriba para quien tuvo el coraje de juzgar a los hacedores del golpe de Estado de 1976, con todo lo que significó para los argentinos que aún vivimos las esquirlas de la época y para el mundo entero, ya que por primera vez los jerarcas de un régimen militar eran condenados en juicio público por los crímenes del terrorismo de Estado.

"Actuación violenta y rápida, realizada generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes de un Estado, desplazando a las autoridades existentes". Así lo define al golpe de Estado el diccionario de la Real Academia Española.

Memoria, memoria, memoria.

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