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Leé aquí "Los deseos imaginarios del peronismo", de Sebreli

La desmitificación del peronismo, en una obra actualizada por Juan José Sebreli, quien falleció esta semana pero dejó una inmensa obra. Leé un fragmento desde aquí y conseguí el libro.

Los deseos imaginarios del peronismo

Juan José Sebreli

Fragmento

Los deseos imaginarios del fascismo se confunden hoy, sin discusión, con el nacionalismo de los llamados países subdesarrollados, que ya son hoy también países en desarrollo. El entendimiento con los que se consideran maltratados en la competencia imperialista, y que quisieran también sentarse a la mesa, se expresó ya durante la guerra con las frases de propaganda referentes a las plutocracias occidentales y las naciones proletarias. THEODOR W. ADORNO, Intervenciones

PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 2019

Acostumbro usar los prólogos de las reediciones de mis libros para señalar los cambios ocurridos en el mundo, en el país y en mí mismo a lo largo de los años. Así, la secuencia de estos prólogos adquiere cierto sentido de autobiografía intelectual donde no soy complaciente ni con el tema ni con el autor.

La política es el destino, decía Napoleón; mi destino fue el peronismo. Perón apareció en mi vida la mañana del 4 de junio de 1943 estando en la escuela primaria: los alumnos fueron apresuradamente retirados por sus padres al enterarse de que había estallado el golpe militar. Escuché la voz inconfundible de Perón a través de la radio en ocasión del terremoto de San Juan. A comienzos de 1944 descubría la de Eva Duarte en el radioteatro de la tarde.

Leé a Sebreli: "Entre Buenos Aires y Madrid"

El peronismo, aunque bajo distintas máscaras, estaba destinado a marcar toda mi vida. En mis años juveniles, más atraído por la ficción que por la política, fascinado por el aspecto melodramático, escribí algunas páginas favorables a ese período: "Aventura y revolución peronista" fue publicado en la legendaria revista Contorno (julio de 1956) y luego el libro Eva Perón ¿aventurera o militante? (1966), que ningún peronista podía reivindicar. Por eso, como observara Beatriz Sarlo, fue saqueado pero no citado.

Tercer mundo, mito burgués (1974) fue un momento de transición hacia una crítica al populismo aunque todavía mezclada con algunas viejas ideas. Los deseos imaginarios del peronismo (1983) significó la apertura de una nueva etapa en mi trayectoria intelectual. Entre ambos libros hubo un período de desorientación y silencio provocado por la dictadura militar, que me impidió la publicación de libros y artículos periodísticos. Me convertí en un exiliado interior; sin embargo, no fue un tiempo estéril porque, obligado al silencio y la soledad, profundicé los estudios filosóficos y sociológicos, impulsados en parte por mis cursos clandestinos de la llamada "Universidad de las sombras", que significaron ordenar mis ideas dispersas. El público lector había empezado a olvidarme y algunos pensaron que me habían matado. La caída de la dictadura y el breve auge de la democracia coincidieron con mi reaparición en Los deseos imaginarios del peronismo, en donde enfocaba por primera vez al peronismo mostrando las vinculaciones y diferencias entre fascismo y populismo. La presentación del libro en la librería Clásica y Moderna constituyó un acto que superó la dimensión de cualquier evento cultural y se convirtió, sin proponerlo, en un acto político con el local abarrotado de gente que desbordaba la calle donde se habían instalado altoparlantes que dificultaban el paso del tránsito. Fue de ese modo un pequeño aporte a la derrota histórica del peronismo en las elecciones de 1983.

Esta reedición muestra que Los deseos imaginarios del peronismo no ha perdido nada de actualidad. Espero que contribuya, a su manera, a la batalla cultural siempre oscilante e inconclusa, entre la democracia republicana y la libertad de los ciudadanos, contra el populismo irracional autoritario que ensombreció el siglo pasado y sobrevive aún hoy en ciertas regiones de América Latina. Asimismo, su fantasma recorre Europa y socava a las democracias más antiguas y sólidas.

Un fragmento de "Dios en el laberinto", de Juan José Sebreli

En las elecciones de 2019 no se trata tan sólo de un cambio de hombres, ni siquiera de partidos; se trata de un punto nodal, del pasaje crucial de un sistema político, social, económico y ético regido por el estatismo antidemocrático y aislado del mundo, en dirección de una república integrada al mundo democrático.

Esto no significa el fin de la grieta; la pretendida "unión nacional" no es otra cosa que una utopía totalitaria. El populismo, que es movimientista, cree en la existencia de una unidad totalizadora entre el Pueblo y la Nación y pretende superar el conflicto mediante la supresión del adversario al que considera un enemigo. La democracia, en cambio, se basa en la interacción entre individuos agrupados en partidos políticos, que se contradicen y luchan unos contra otros, y que superan el conflicto por medio del diálogo y los acuerdos.

La encrucijada argentina actual es la misma que en 1983: nos encontramos, una vez más, ante un cambio ya no sólo de gobierno sino de sistema, de modo de vida.

J. J. S.

Junio de 2019

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