Opinión

Cuando la "justicia exprés" puede ser como la comida chatarra

El abogado Carlos Varela Álvarez cuestiona aquí el funcionamiento de la justicia penal.

Carlos Varela Álvarez

Corren tiempos de urgencias e inmediatez. Todo rápido y sin elegancia, no importa el envoltorio sino el resultado porque estamos en manos de la eficiencia y el reloj.

Así parece ser la imagen que se pretende dar de la justicia penal en Mendoza, al menos la que conozco.

De aquella de papeles y copias de carbón, a la de la computadora y la digital creemos o pensamos que estamos mejor. Lo antiguo era lento, obsoleto y oscuro, cerrado al ojo humano. El juez, un ser inalcanzable e intocable y por si fuera poco, a la imagen de una justicia ciega, él mudo. Nacían entonces las interpretaciones de lo que se escribió en la sentencia.

Ya en aquella extraordinaria película del hoy olvidado Charles Chaplin en "Tiempos Modernos" la máquina y la mecánica aparecían como una amenaza a la humanidad, los sentimientos y la sensatez. El capitalismo (uy, ¡qué palabra antigua!) mostraba una etapa superior de la producción sin escalas, sin tiempos muertos y sólo números.

Al parecer una nueva edición de ese contenido asoma en los tribunales penales de la Ciudad. Desde la Corte y la Procuración, en nombre de la era digital y virtual, las personas deberán ser automatizadas, los jueces son seres que en audiencias exprés darán todas las respuestas a todos los asuntos. De manera enciclopédica serán expertos en justicia correccional, de ejecución de la pena, ambiental, bitcoins, homicidios, flagrancia y sexuales y género y de todos los etcéteras. Por supuesto los fiscales y sus segundones deberán sumar iguales conocimientos.

Sólo importa la puntualidad de la audiencia pues es necesario el final rápido, precoz, no hay lugar para las cuestiones dogmáticas y constitucionales. Si la ley y la Coordinación lo dicen, lex sola veritas est (la ley es la única realidad).

También desde las alturas se nos muestran bots, las nuevas tecnologías y nos venden la justicia predictiva, aquella que el algoritmo dice que esa es la decisión adecuada, porque toda humanidad como decía TuSam: "puede fallar".

Difícil de apreciar tanta utopía suelta en las fiscalías de las comisarías con las instalaciones a la vista.

Es difícil combatir las verdades reveladas porque esas no se discuten; pero tenemos problemas en Houston, por ejemplo no se puede encontrar a Nataniel Guzmán, el abogado que vino de Jujuy y trabajó en Mendoza como a Viviana Luna que desapareció en Potrerillos en el 2016, ni que hablar de lo inútil y mediocre que fue el servicio de justicia y policial en los casos Garrido-Baigorria y Guardatti que se fueron a la órbita federal después de la interminable siesta mendocina. Mucho menos preguntar por una justicia ambiental apta que comprenda la minería, el agua, los animales y el desierto.

En Mendoza se reportan anualmente un promedio de 1000 personas con búsqueda de paradero de las que luego son hallados con un faltante de 5% que continúan siendo buscadas. Es decir, si esto es correcto cada año se suman 50 personas más a esa lista. ¿Dónde están?

Tranquilos por el país deambulan las sombras de las Sofías, Guadalupes, María Cash, Martita Verón y tantas otras.

El problema es que el modelo judicial, cualquiera sea éste, no es preventivo, no evita ni impide ningún delito. La seguridad o la inseguridad como cosa compleja si la hay dependen de los ejecutivos y legisladores con sus políticas y controles.

¿Cuál es aquella que busca disminuir la pobreza, la indigencia o incorporar valores sociales? ¿Dónde se busca recuperar la plaza y el espacio público? ¿Quién combate la desigualdad y privilegios? ¿A quién le importa la solidaridad y la actuación sobre los conflictos que luego detonan en violencia? He ahí, a mi parecer el camino social, integrado, con consenso de procesos que lleven paz y tranquilidad a vecinos y vecinas. No es sólo la cárcel y la justicia exprés que se presenta como fácil respuesta.

Cuando el dueño de la calle es el populismo punitivista y su eficiencia ciega, la noche será la única mirada para la justicia, como en el final de la película de Chaplin, donde sólo resta caminar sin destino al exilio.

Esta nota habla de: