Opinión

Inseguridad: Chile ya no es lo mismo, pero Estación Central es peor

Un mendocino fue baleado al salir de un shopping en una zona que históricamente es insegura, pero que con los años trepó de robos de celulares a asesinatos.

Una persona baleada en la comuna de Estación Central en Chile no es ninguna novedad y no llama mucho la atención, pero cuando el afectado es un turista -y encima mendocino- vale la pena posar la mirada sobre lo que está sucediendo al otro lado de la cordillera en materia de seguridad.

Estación Central es para quienes nacimos en las provincias más alejadas de la Región Metropolitana la puerta de ingreso al denominado Gran Santiago. Allí llegan micros interurbanos y también los trenes que vienen desde la Región de O'Higgins y todas las comunas que están en ese tramo.

La realidad indica que nunca fue un lugar que se caracterizara por ser agradable a la vista. Es una comuna con muchas construcciones viejas y barrios que quedaron atrapados entre los persas y los terminales de ómnibus. Sin embargo, desde la década del 90 a esta parte, la infraestructura del lugar cambió de manera importante.

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Pasó de tener terminales con micros amontonados a espacios más ordenados y con mejores servicios. Del mismo modo, los persas dieron paso a centros comerciales e incluso se instaló un shopping, que justamente es el que visitaba el mendocino que fue baleado.

Sin embargo, a pesar de la mejora en infraestructura, nunca terminó de cambiar el panorama de la comuna, porque siempre tuvo espacios periféricos descuidados, mucha suciedad en las calles y mucha población flotante que se prestaba para la presencia de "lanzas" (ladrones callejeros). Era (y es) un ambiente turbio que no te invitaba a quedarte, sino más bien a apurar el paso y tener siempre la mochila al frente. De esa forma podías evitar que te robaran algo en las horas de mayor movimiento. En ese momentos los transeúntes deben esquivar la presencia de comercio ambulante que hace lento el avance y le "facilita" el accionar a los ladrones de billeteras y celulares.

A pesar de todo, Estación Central seguía (y sigue) concentrando el interés por los comercios que allí se instalan y los precios populares. Por ejemplo, existe la zona del barrio Meiggs, a un costado de la estación de trenes, el cual en tiempo de compras de útiles escolares es visitado masivamente por sus precios y alternativas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte el barrio fue tomado por el comercio informal y las bandas organizadas. Nunca fue el paraíso, pero pasaron de robarte un celular o algo de los bolsillos, a enfrentarse con pistolas por el control de las veredas para manejar el movimiento en la zona.

Me impresionó que sus calles interiores, todas las que desembocan en la Alameda del Libertador Bernardo O´Higgins, ´podían verse más decadentes, con las casas viejas de los 90 aún más viejas, pero con las veredas inundadas de vida. Eso, porque muchas personas, notoriamente inmigrantes, trasladan sus vidas a las calles y hacen todo como si estuvieran en una vivienda. Desde cocinar hasta bañarse. Todo empeora al acercarse a las terminales, porque te encuentras con un escenario de basura y cajas vacías producto de las compras de ropa por "fardos". 

Los compradores, muchos de ellos mendocinos, usan las calles para comenzar a distribuir su mercadería para volver a montarse en un ómnibus y traer sus productos sin perder tiempo y sin pagar alojamiento que haga perder tiempo y dinero.

A poco entras al Terminal Sur, uno de los dos más grandes de la comuna, y te encuentras con los guardias con trajes tácticos que son la herencia de los asaltos masivos a comercios del estallido social. La imagen de estos guardias vestidos como si fueras a la guerra se encuentra en todo Santiago y en una zona como Estación Central, son especialmente necesarios.

Apenas llegas dan ganas de escapar rápido y la mejor opción es correr rápido al metro, el subte chileno, y tomarse un tren en la Estación Universidad de Santiago para saltarte por lo menos cinco estaciones para llegar al centro de la capital trasandina. Aunque tampoco es lo mejor después del estallido social, pero entrega una sensación mayor de seguridad.

Estación Central fue tierra de nadie, mejoró un poco, pero el estallido y la gran cantidad de inmigrantes ilegales que concentra, hicieron que se convirtiera en uno de los puntos más complejos de la capital chilena. Por eso, no sorprende que haya emboscadas con sujetos armados y lamentablemente un mendocino fue víctima de ellos. 

Chile ya no es el mismo, aún mantiene un mayor grado de normalidad desde Plaza Baquedano hacia arriba, desde Providencia hacia la montaña. Sin embargo, el resto de las comunas -todas- sintieron el golpe de lo que fue el estallido, el aumento de la inseguridad y las bandas criminales.

Dentro de las más perjudicadas, sin dudas, está Estación Central. Nunca pudo superar del todos los vicios históricos que tenía y ahora concentra todo lo malo del peor momento del vecino país. Un golpe duro y una muestra palpable de que cuando te dejas de ocupar de lo importante, hasta lo más malo puede empeorar.

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