El desprecio, estadio superior de la soberbia

Con la cercanía de definiciones sobre candidaturas a los radicales se les da la soberbia. Pero hay un estadio superior que se mostró en streaming la semana pasada.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La semana que concluye pudimos escuchar y ver en un programa de streaming (canal Bardo, con el periodista Mariano Bustos y Nicolás Attías) al exgobernador y actual senador nacional Rodolfo Suarez diciendo muchas verdades y muchas mentiras, todo eso en forma de exabrupto. Lo confesó: se dijo fanático de Javier Milei en esa forma de manifestarse. 

Fue una sorpresa múltiple, en primer lugar, porque nos había habituado a no reaccionar ante nada durante los cuatro años de mandato como gobernador (en los que inauguró la insólita teoría de que "trabajaba de gobernador", pero que era "un hombre común": falacia absoluta). Luego, porque reconoció presiones de empresarios de medios para obtener beneficios en licitaciones, algo gravísimo que debió denunciar en la Justicia.

Después, porque admitió haber gobernado "con miedo", tanto a los medios de comunicación como a las marchas sociales, sobre las que tiene la idea de que "dejan personas muertas" y con lo que justificó la puesta en reversa de la ley 7722 (contra la que despotricó ahora, pero tuvo de ministro y hasta se llevó de asesor al Senado a uno de sus autores junto a Jorge Difonso, Enrique Vaquié), la parálisis de acciones en torno a la minería en lo sucesivo y hasta la suspensión de la reforma educativa con la que se había entusiasmado José Thomas en su momento, entre otras cosas así de tenebrosas desde su perspectiva.

El exgobernador Suarez reveló que la familia Terranova quiso presionarlo para participar en licitaciones

También imitó a otros congéneres, como Alfredo Cornejo, al manifestar un clarísimo y sincero desprecio hacia los periodistas, colgándose de las tetas de Milei (como diría Moria) al decir que "ya no hacen falta", haciendo alusión al imperio de la discusión pública en las redes sociales. Les dijo que son "empleados públicos" en tono altamente despectivo, porque sus jefes, los dueños de los medios, reciben recursos del Estado en concepto de publicidad (la tan mentada pauta), algo que él jamás eliminó, por cierto, como sí lo hizo (más o menos) el Presidente.

Este Suarez que entró y salió de varios temas en forma exaltada durante esta entrevista sí dio nombres de empresarios que aparentemente quisieron extorsionarlo y con eso se diferenció del lumpenaje buscapauta de portales escandalosos (tengan o no escándalos a mano, ya que si no los hay, los inventan) que no luchan contra eso, sino que quieren ser parte de lo que por ahora, mientras no estén en la lista, denominan "curro", igualando para abajo y eligiendo para insultar y escrachar a perejiles por conocidos, y no a los verdaderos propietarios del mundo de los medios de comunicación. 

Hasta ahí, bien por Rody. Pero hay quienes dicen que después de haber dicho lo que dijo se arrepintió y anda pidiendo disculpas. Hacia adentro de su familia y hacia afuera también. Pero lo dicho, dicho está y deja en evidencia muchas cosas.

Una de ellas fue calificada por un importante protagonista político de Mendoza, a quien le gustó ese perfil desconocido de este Suarez, como "síndrome AFC" (Angustia Fuera de Cámara). "Te da unos meses después de dejar la exposición pública", definió, conocedor del tema como es. Le adjudica la vehemencia a eso, a que el hombre llegó a ser intendente y gobernador casi de la nada, que disfrutó del glamour de tal condición y que ahora está restringido por ser un parlamentario más de la Argentina, a los que se acostumbra putear por lo que cobran y se les reconoce poco lo que hacen.

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Se desconoce qué impacto puede tener su momentum stream en "el otro Suarez", Ulpiano, que también quiere llegar a ser gobernador. Pero seguramente ya lo están midiendo: no hay político radical que se precie de tal si no encarga una encuesta sobre cada tema. El liderazgo ahora se compra hecho, es sintético y sin riesgos, y lo elaboran encuestadores, que cobran por ello, por supuesto.

Pero hay un elemento latente y que es inherente a la condición de radical, que preocupa, sobre todo en tiempos de radicalismo fragmentado entre los promileístas de Petri, los mileístas comprensivos de Cornejo o los socialdemócratas VIP que añoran otros tiempos. Y puede haber más vertientes.

Ese asunto que los traiciona de vez en cuando es la soberbia. 

Se les da mucho. Es cuando creen saberlo todo, se autoconvencen de que no hay como ellos, especulan con que nadie podrá arrebatarles el poder o se miran al espejo y de ven conquistadores del universo, es su perdición.

El síntoma de alerta es cuando empiezan a despreciar a viva voz a los que despreciaban en silencio: el caso antes contado. 

Ello ya da indicios de que se ha avanzado hacia una instancia superior. Y es posible que el camino de retorno esté clausurado. 

El "escandalismo" que encubre lo que dice combatir

No pasa nada, la política tiene idas y vueltas. Pero es muy probable que cuando le pidan a un periodista que dé cuenta de tal o cual supuesta hazaña propia, reciban como respuesta, resentida sí, pero lógica: "Vaya y presente una nota por Mesa de Entradas; le avisaremos cuando queramos darle pelota". Total, ya han sido calificados como "empleados públicos".

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