La universidad pública y nuestro contrato social educativo para una sociedad más justa
No se puede negar que la situación crítica que viene atravesando el país hace años nos hace replantearnos a los argentinos, ¿cuál es la forma de construir una sociedad más justa?
Gran pregunta que no creo que pueda responder por completo, pero, gracias a mis profesores de la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, sí puedo afirmar que la universidad pública está dentro de la solución.
Solución que para darla anticipó que me voy a apoyar en un estadounidense liberal (liberal en serio) y profesor de la universidad de Harvard, John Rawls, a lo mejor si no lo dice un argentino hijo de la universidad pública el presidente lo puede entender mejor.
John Rawls dice que en una sociedad justa, las instituciones deben estar hechas de modo que las desigualdades económico- sociales no limiten el acceso a bienes básicos, como lo es la educación. Es por esto, que la universidad pública actúa como un mecanismo esencial para asegurar la movilidad social y la equidad intergeneracional.
Basándonos en ciertos principios de justicia como (alguna vez lo hizo John Rawls también), la equidad, donde la educación, y en particular nuestra universidad pública argentina se podría decir que la universidad pública se presenta como un bien común crucial para construir una sociedad más justa, donde las desigualdades económicas no determinan nuestro futuro y donde las oportunidades de movilidad social están al alcance de todos.
En una sociedad justa se debe respetar y garantizar a todos los ciudadanos el acceso igualitario a las libertades fundamentales. En este sentido, el acceso a la educación superior pública es una extensión natural de este principio. La universidad pública, al ser gratuita y abierta a todos, refleja esta forma de concebir una sociedad justa al brindar la misma oportunidad de desarrollo intelectual y profesional a cualquier persona, independientemente de su origen socioeconómico. Es por esto que la universidad pública argentina encarna en su génesis el ideal de equidad en la distribución de derechos y oportunidades.
También si hablamos de sociedad justa podemos afirmar que las desigualdades sociales y económicas son justificables solo si benefician a los más desfavorecidos. La universidad pública es la máxima exponente de esto al permitir a quienes provienen de contextos vulnerables acceder a una educación de calidad, promoviendo así su integración y ascenso social.
Además, Rawls introduce la idea de la "posición original" y el "velo de la ignorancia". Un experimento mental en el cual las personas que integran la sociedad, sin conocer su lugar dentro de esta, establecerán principios justos para todos. Es porque si las personas diseñan un sistema educativo sin saber si nacerían en una familia "rica" o "pobre" "religiosa o no", muy probablemente optarían por un sistema de educación superior público gratuito, laico y de calidad (¡como el argentino!). Esto aseguraría que independientemente de su posición en la sociedad, todos tendrían la misma oportunidad de acceder a una educación superior, como bien crucial para el desarrollo personal y profesional en el mundo moderno.
La universidad pública representa una estructura que promueve una "igualdad equitativa de oportunidades". Y según nuestro querido Rawls, las personas deben tener las mismas posibilidades de éxito, no solo en términos formales, sino también reales. En una sociedad donde la educación superior es privada y dependen de cumplir con la cuota todos los meses, las diferencias de origen socioeconómico perpetúan las desigualdades sociales. La universidad pública actúa como una institución que te nivela la cancha y no te hace ganar por escritorio (por tus desigualdades originarias), proporcionando a todos los estudiantes, independientemente de su situación económica, la posibilidad de acceder a una educación de calidad y en consecuencia a mejores oportunidades en el mercado laboral.
Además, la universidad pública no solo es igualdad de acceso, sino también significa la conformación de una sociedad más justa y cohesionada. Rawls subraya la importancia de las instituciones que promueven el bien común y fomentan la cooperación social. La universidad, al ser pública y por lo tanto accesible a todos los sectores de la sociedad, es el caldo de cultivo ideal para que una comunidad educativa diversa donde se conjugan personas de diferentes orígenes se relaciona, debaten y colaboran. Este intercambio contribuye a la formación de ciudadanos más críticos y comprometidos con la justicia social, un valor central en la teoría rawlsiana.
Parece que no solo nosotros, los universitarios, consideramos que la universidad pública es un pacto entre los vivos, los muertos, y los que aún no nacieron. Sino que también Rawls, ya que remarca la importancia de dejar un legado justo para las generaciones futuras. Es por esto que la universidad pública al estar diseñada para fomentar la movilidad social es un pilar fundamental para este pacto intergeneracional. Asegurándose que las generaciones futuras tengan igualdad de oportunidades para acceder a su formación, al conocimiento y contribuir al desarrollo de la sociedad más justa.
Es por todo esto y mucho más que la universidad pública argentina es un bien social que moldea el desarrollo de una sociedad más justa como la que necesitamos los días de hoy. Al formar profesionales como Bernardo Houssay entre tantos egresados que contribuyen al bien común que retornan a la sociedad en forma de arte, justicia, investigación, salud, y bienestar.