Combates por el agua
El planteo en torno a la necesidad de establecer nuevos parámetros para la distribución del agua, un clamor que surge desde el Este de Mendoza.
Se ha abierto un fuerte debate por el agua, con fuertes connotaciones políticas, económicas, sociales y territoriales, particularmente en el río Tunuyán y en el acuífero. Porque se están transfiriendo recursos hídricos que durante 200 años nutrieron a Mendoza Este, para favorecer los emprendimientos de lujo del glamoroso Valle de Uco, poniendo en peligro la viabilidad de las comunidades que viven en los departamentos de Rivadavia, San Martín, Junín y Santa Rosa con sus 300.000 habitantes.
Si este proceso, silencioso y oculto, no se revierte, el pujante Este de Mendoza quedará convertido en un desierto de arena, en favor de los lujosos countries del Valle de Uco.
Las políticas públicas y privadas de los últimos 40 años, han creado un constante drenaje de las aguas del tramo superior del río Tunuyán, para nutrir las grandes inversiones inmobiliarias, los countries, las bodegas de diseño vanguardista y los lujosos clos que se levantan frente al Cordón del Plata.
Las autoridades del Estado, las grandes organizaciones empresariales, los inversionistas y especuladores inmobiliarios, los turoperadores establecidos y el conjunto general de lo que académicamente se llama "gobernanza del enoturismo", han contribuido a generar esta situación, a través de la cual, se está consolidando un polo super exclusivo, comparado con Mónaco o los barrios elegantes de NYC (con restoranes que cobran 180 dólares el cubierto). Los grandes turoperadores muestran con orgullo estas propuestas a sus clientes nacionales e internacionales: venden exclusividad y glamur.
La contracara de estos enclaves de lujo, se encuentra aguas abajo del río Tunuyán, donde las fincas reciben cada vez menos agua. Los turnos de los derechos de riego que entrega Irrigación son cada vez más cortos y con menor volumen de recurso hídrico. Lo mismo ocurre con los pozos de agua. Los viticultores, hortelanos y fruticultores de Mendoza Este, tienen cada vez más problemas para regar.
Muchos especuladores compran fincas con derechos de riego en Mendoza Este, para trasladarlos a sus propiedades en el Valle de Uco, que tiene mayor plusvalía. Como resultado, se está generando un empobrecimiento de un territorio de clases medias, para beneficiar a los más ricos y glamorosos.
Un debate a conciencia del uso del agua supone revisar el modelo económico de Mendoza, que puede parecerse a la de las regiones con economía sustentable que cuidan el agua para todos sus habitantes e industrias. Ninguna región puede crecer a expensas de otra, cuando existe una planificación adecuada.
La generosidad de la cordillera podría permitirse ese debate. Vivimos en un desierto donde la mayoría de los habitantes urbanos consumen más agua de la que se espera en zonas húmedas, lo que claramente significa una necesidad de medición. Al mismo tiempo, así como es necesario desarrollar e invertir en nuevos formatos de riego, sería fundamental controlar cuánta agua por metro cuadrado cultivado y por habitante se está destinando a cada zona.
Por otro lado, una revisión necesaria del uso del agua, significa recordar que tal como lo plantea el Código Civil y Comercial de la Nación, "los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales" así como "toda agua que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general" son bienes pertenecientes al dominio público, principio que debe asegurarse con toda su jerarquía en una nueva normativa de uso, en especial si se piensa con visión de futuro y sustentabilidad.
En este momento, se está debatiendo la nueva ley de aguas. No vamos a caer en la "sacralización" de la vieja Ley de Aguas. Es evidente que el sistema normativo consagrado por la vigente ley y sus normas complementarias no ha servido para detener este proceso de apropiación del vital y estratégico recurso por parte de esa "Mendoza del Primer Mundo" en desmedro de la Zona Este, zona "empobrecida" o a "empobrecerse" con postales de marginalidad cada vez más frecuentes. Y en este punto también es evidente que, junto con las normas, están los funcionarios del sistema que las aplican. En tal sentido, durante este proceso ha habido una fuerte "permeabilidad a la alta presión" (utilizando una metáfora propia de la temática hídrica) que tan bien aplican aquellos operadores de la "gobernanza", más allá o incluso a pesar de las normas.
En tal sentido sería básico para avanzar en el proceso de discusión y sanción del nuevo Código de Aguas, que en primer lugar no se otorguen nuevas concesiones de uso de tan vital recurso hasta tanto no finalice dicho proceso. En segundo lugar, es fundamental que las nuevas instituciones no vengan a convalidar concesiones de uso adquiridas en situaciones contrarias a la normativa vigente y en desmedro de derechos preexistentes dentro de la misma cuenca.
El derecho al agua es el derecho a la vida y al trabajo. Esperemos que con la sanción y aplicación de un nuevo régimen normativo no se consumen las maniobras que han permitido estos niveles profundos de desigualdad frente a este derecho vital y que se logre honrar la memoria del general San Martin y su legado de cultura del trabajo en los territorios de Mendoza Este.
LOS AUTORES. Pablo Lacoste es historiador y preside el Clúster Mendoza Este y Juan José Cunietti es delegado de la Inspección Chacabuco-Árboles. Miembro del Directorio del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este.