Mendoza Este

¿Cuál es el vino más argentino?

El historiador y presidente del Clúster "Mendoza Este" propone en esta nota indagar sobre la argentinidad de los vinos.

Pablo Lacoste

Se ha generado un debate sobre al valor identitario de los vinos argentinos. La corriente principal del mundo empresario y comercial se inclina por el Malbec; muchos viticultores de Mendoza Este atribuyen ese lugar al Bonarda; y algunos argumentan en favor de la Listán Prieto. Cada uno tiene sus razones. Analizaremos el caso desde una perspectiva de la política mundial

Los vinos argentinos se pueden agrupar según los imperios coloniales que sirvieron de contexto para la difusión y propagación de las distintas variedades.

Las uvas del paradigma hispanocriollo predominaron en América durante el periodo de auge del imperio colonial español (siglos XVI-XIX). En ese periodo llegó la Listán Prieto (criolla chica en Argentina, uva país en Chile, Misión en California, negra criolla en Perú). También ingresó la Moscatel de Alejandría; y del cruce natural entre ellas surgieron el Torrontés y la Pedro Giménez.

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Las variedades del paradigma francés ingresaron a la Argentina a partir de 1853, por iniciativa de Sarmiento. Entre ellas se destacan Malbec, Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Merlot, Pinot Noir, entre otras. Ellas se expandieron en el periodo de apogeo del imperio colonial francés, cuyo poder contribuyó a llevar las variedades de uvas y vinos galos por todo el mundo.

El imperio colonial británico también cooperó con la expansión de las variedades franceses, con su introducción en Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y demás colonias inglesas, donde se han mantenido hegemónicas hasta la actualidad.

Entre el fin del imperio español y el inicio de la hegemonía del imperio colonial francés, hubo un periodo intermedio que, en Argentina, coincidió con las guerras civiles y el gobierno de Rosas (1829-1852). Este fue un periodo todavía poco estudiado de la vitivinicultura argentina. Una ventana de oportunidad, sin hegemonías claras, en un ambiente, caracterizado por lo que la polemología denomina "la niebla de la guerra", es decir, un espacio donde no hay claridad; donde apenas hay indicios de lo que está ocurriendo.

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En ese periodo, sucedieron muchas cosas. Las flotas de guerra de Francia a Inglaterra se desplegaron por todo el mundo, incluyendo América, Asia y África. También trajeron la guerra a la Argentina, y celebraron combates cruentos, como la Vuelta de Obligado.

En ese periodo se produjo el ingreso de la variedad Bonarda a la Argentina, que se cultivó inicialmente en la provincia de Entre Ríos. De origen italiano, el Bonarda fue la única variedad que ingresó sin ser impulsada ni impuesta por imperios coloniales. Y surgió cuando la Argentina se debatía en una batalla a todo o nada por la existencia.

¿Cuál es la variedad más argentina? La pregunta es difícil de responder. Desde el punto de vista comercial, está claro que el Malbec es la más relevante: es la más cultivada en Argentina, con 45.000 hectáreas. Se ha convertido en símbolo y bandera, con mucho apoyo de las grandes empresas.

Desde el punto de vista de la creación de la Argentina y la era de la independencia, la Listán Prieto tiene sus argumentos: es la variedad que cultivó José de San Martín en su finca de La Tebaida (Mendoza Este). Y es la uva con la cual se elaboró el vino de los soldados del Ejército de los Andes para soportar el frio de Alta Montaña. Sin este alimento, no hubiera sido posible sustentar el esfuerzo físico necesario para librar la batalla de Chacabuco y abrir el camino a la libertad de Chile, Perú, Ecuador y buena parte de América del Sur. La independencia se hubiera demorado mucho más como sucedió con otras colonias (Cuba y Puerto Rico fueron colonias españolas hasta 1898).

Lamentablemente, el discurso hegemónico de la enología, fuertemente influido por la hegemonía del paradigma francés, destruyó el prestigio de esta variedad; se arrancaron decenas de miles de hectáreas y actualmente, Argentina apenas cultiva 300 hectáreas de Listán Prieto. Su relevancia económica es ínfima. Su apreciación está reservada a nichos ultra especializados.

El Bonarda también tiene sus argumentos. Sobre todo, por su llegada en el periodo crítico, cuando Argentina estaba en peligro de desintegrarse, tal como ocurrió con todas las demás confederaciones de la época: la Centroamericana (rota en cinco países débiles, vulnerables); la Gran Colombia (partida en cuatro naciones menores) y la confederación Peruano Boliviana (también fragmentada). La única Confederación que logró mantenerse unida, y aún crecer, fue la Argentina. Y en ese proceso, el gobierno utilizó estrategia de soft power (poder blando), que tuvo eje en el Palacio de Palermo, donde la cultura, la gastronomía y los vinos tenían un papel central en la construcción de la identidad argentina, como algo superior a la mera sumatoria de sus partes (provincias). Para muchos gobernadores, militares, hacendados, comerciantes y referentes sociales, políticos y culturales, era emocionante visitar el Palacio de Palermo, y ver que Rosas les cebaba un mate, les hacía un asado y les servía un vino. Esa experiencia servía para construir identidad, en la noche más oscura de la historia argentina, por mil amenazas externa e internas.

En ese periodo crítico, se produjo el ingreso del Bonarda. Posteriormente, esa variedad llegó a Mendoza, y encontró su lugar de mejor desarrollo en el Este provincial. Los vitimigrantes, asentados allí entre 1870 y 1910, provenientes de Líbano, Siria, Francia, Italia, España, Alemania, Croacia y otros países, brindaron tempranamente un lugar especial al Bonarda (llamado entonces "barbera"). Este esfuerzo inicial se consolidó con el tiempo y actualmente, Mendoza Este cultiva el 35% de las 18.500 hectáreas de Bonarda existentes en la Argentina. Desde el punto de vista enológico, sus características de suelos y climas establece que el mejor Bonarda provenga, justamente, de Mendoza Este.

¿Cuál es el más argentino de los vinos? ¿Listán Prieto, legado de Pedro del Castillo y José de San Martín? ¿Malbec, legado de Sarmiento y apoyado por la gran industria? ¿Bonarda, legado de Rosas y los vitimigrantes de Mendoza Este? El debate recién comienza.

Desde el punto de vista del nacionalismo argentino, el Bonarda tiene la ventaja de representar un momento histórico especial, cuando el país enfrentó a los imperios coloniales. Esos imperios que impusieron el paradigma francés en la vitivinicultura de todo el mundo.

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