De eso no se habla

Sinceramientos necesarios respecto a la universidad estatal argentina

Isabel Bohorquez, experta en educación y docente universitaria, se mete con un tema del que no se habla.

Isabel Bohorquez

En estos días es noticia el reclamo salarial de los docentes universitarios pertenecientes a las universidades nacionales de gestión estatal de Argentina, así como el debate por el proyecto sobre la Ley de Financiamiento de las Universidades Nacionales.

A los paros, se suma la advertencia de hacer otra marcha federal e intensificar las medidas de protesta.

¿Cuál es el reclamo más allá de las banderas y discursos políticos que parecen siempre afirmarse en acusaciones y juicios al gobierno de turno?

Los gremios exigen un aumento del 55% para equiparar así la caída salarial, afirmando que la inflación, desde diciembre de 2023 a julio de 2024, fue de un 120%.

Durante este primer semestre, el aumento a los docentes universitarios alcanzó el 71%. Si dicho aumento se considera con relación a la inflación acumulada desde los meses de enero a julio del corriente año, que el Indec establece en el orden del 79,8 %, podemos afirmar que hubo caída salarial, sin dudas, y las fuentes oficiales reconocen que se aproxima al 10% pero no al 55%.

El proyecto de Ley de Financiamiento de las Universidades Nacionales propone actualizar cada dos meses los gastos salariales y de funcionamiento de las casas de altos estudios de acuerdo a la inflación, y tendría efecto retroactivo: la recomposición comprendería hasta el 1 de diciembre de 2023. En diferentes entrevistas algunos de sus promotores, así como referentes universitarios hablan de una pérdida salarial del 40%.

Para quienes no somos economistas puede resultar un laberinto comprender las ecuaciones que realiza tanto el sector reclamante como el oficialismo...

Desde una comprensión lineal de lo que se plantea entiendo que el aumento puede no resultar suficiente ya que todos queremos que las personas que están abocadas a la educación pública en todos los niveles educativos alcancen salarios dignos. Ahora bien, un 71% de aumento es un esfuerzo importante de parte de la sociedad argentina a través de su Estado para ir logrando esa dignidad.

Sin olvidarnos que hubo también un incremento del 270% respecto a los gastos de funcionamiento por fuera de la masa salarial.

Esta es la grilla salarial a julio de 2024 según fuentes oficiales han declarado:

De lo que no se habla es sobre cómo está conformada la masa crítica docente en nuestro país respecto a las universidades nacionales de gestión estatal y ese no es un hecho menor para la comprensión de la realidad del sistema universitario.

Un dato a considerar: ¿cómo está distribuida la dedicación a la docencia dentro del conjunto de docentes universitarios en las universidades de gestión estatal?

El informe de síntesis estadística oficial años 2021-2022[1] del (entonces) Ministerio de Educación Nacional muestra lo siguiente:

Si miramos la distribución porcentual, se puede leer así:

Esta distribución porcentual refleja que la actividad formativa universitaria en casi un 70% descansa en docentes que tienen una dedicación simple (9 horas semanales) que puede ser una experiencia pedagógica excelente si consideramos que esos docentes seguramente ejercen su actividad profesional en el propio campo de incumbencia al que se dirigirán los egresados a futuro. Digo esto, pensando en los beneficios de acercar la experiencia profesional al aula...sin embargo, también es posible que esa dispersión de docentes con una dedicación parcial y reducida si no es bien coordinada y no genera equipos de trabajo conscientes de la labor educativa, decante en una larga galería de personas que le dedican a la universidad un tiempo fragmentado, sin mayor esfuerzo y atención que la dedicación mínima. Muchas veces son cargos a los que se accede sin el debido concurso y la indispensable actualización de posgrado para que su aporte profundice y ponga en valor el escaso tiempo dedicado.

Otro dato significativo es que, en la otra punta de la dedicación, la exclusiva, reside el menor de los porcentajes esperados, un 10,3%, para una propuesta que cuente con profesionales abocados a la formación universitaria.

El proceso vidrioso de algunos concursos, así como el desempeño de docentes que han accedido a un cargo de dedicación exclusiva, aunque siguen con el resto de sus actividades profesionales -incumpliendo de ese modo con el compromiso asumido- es moneda corriente muchas veces.

También merecen ser reconocidos los docentes que, independientemente de su carga horaria por dedicación y su categoría por jerarquía (titular, adjunto, JTP, ayudante, etc.), manifiestan una responsabilidad, idoneidad y entusiasmo por su tarea.

Lo bueno sería distinguir cada caso y que realmente se pueda legitimar la tarea docente en base a su accionar. Lo mismo puede decirse de las actividades de investigación y de extensión universitaria. Para ello, los controles de gestión y las auditorias siempre son un buen recurso...

Con respecto a la formación de posgrado de los docentes universitarios que se considera sumamente necesaria por la actualización y profundización que ello implica en una determinada área dentro del campo disciplinar, vemos lo siguiente:

El porcentaje es significativamente menor a lo deseable, ya que solamente el 20,5% sobre el total de los cargos figuran con adicional por carrera de posgrado. El grado de doctorado queda reservado a un escaso 10,7%.

Es de común conocimiento que algunas facultades por lo general, del ámbito de las ciencias básicas (exactas y naturales), por ejemplo, tienen una realidad diferente en el espectro de dedicación docente y de formación de posgrado de los mismos.

La sensación que me generan estos datos estadísticos recogidos de la fuente oficial durante el gobierno de Alberto Fernández, es que tenemos por lo menos dos problemas centrales: a- nuestros docentes universitarios son en su inmensa mayoría personas con una dedicación muy parcial a la enseñanza y este tema no aparece en la discusión de cómo asegurarnos una calidad formativa; y b- o se reconoce escasamente la formación de posgrado o ésta no es un fenómeno mayoritario entre el universo docente con las implicancias que supone en la calidad formativa también.

¿Por qué no discutimos esto?

[1] sintesis_2021-2022_sistema_universitario_argentino_1.pdf

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