Casa Rosada

Videos, mentiras y políticas de género

Por primera vez en 37 años, no existe en la Argentina un ámbito institucional para las políticas de género. El Gobierno se regodea con el escándalo ajeno y se atiene a su relato, opuesto al relato del gobierno anterior. ¿A quién le importan las víctimas? La columna de Silvia Mercado.

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

"La 144 funciona, no es cierto que no funciona", dicen, repiten, insisten en Casa Rosada. Alguien debe haber criticado el funcionamiento de la línea de denuncias para quienes se sienten víctimas de la violencia de género. No fue ninguno de los periodistas acreditados aquí. Lo definitivamente extraño es el esfuerzo que, otra vez, se realiza para cumplir con una narrativa. Las políticas de género invadieron el relato de la gestión anterior. Ergo, el relato actual es que no haya políticas de género. ¿A quién le importan las víctimas?

Está muy claro, hasta Manuel Adorni lo aceptó en su conferencia de prensa de hoy, que ninguna política en contra de la violencia de género termina con una denuncia. Alguien tiene que acompañar a la víctima, eventualmente a su familia, realizar un seguimiento de la situación, capacitar a las fuerzas de seguridad, oficinas públicas y empresas sobre la materia, controlar que a través de los medios de comunicación no se revictimice a quien sufrió violencia de género.

Pero cuando se va más allá, cuando se pide un responsable en la materia, alguien con quien hablar, no hay nadie.

Amnistía Internacional presentó el pasado 1º de agosto una nota a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exponiendo que en junio se dispuso el cierre de la Subsecretaría de Protección contra Violencia de Género, que reemplazó al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. "Es la primera vez en treinta y siete años que las políticas para atención y prevención de casos de violencia de género carecen de institucionalidad en la Argentina o de un órgano rector en la materia", denunció Amnesty en la misiva que dirigió a la secretaria ejecutiva de la CIDH, Tania Reneaum Panszi.

Consideró la misiva que Argentina se encuentra ahora "en una situación de retroceso en materia de derechos de las mujeres y diversidades", lo que se ve agravado por la falta de insumos esenciales para la interrupción voluntaria y legal del embarazo y métodos anticonceptivos para la planificación familiar, "lo que impacta en el derecho a la salud y la autonomía reproductiva de niñas, adolescentes y mujeres".

Ahora es el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos el encargado del área, más precisamente la Secretaría de Derechos Humanos y la Subsecretaría de Acceso a la Justicia. "Ambas asegurarán el cumplimiento de los convenios internacionales suscritos por la República Argentina y se ocuparán de garantizar los derechos existentes", informan.

Dijeron, como ya se explicó, que "la línea 144 va a continuar operativa y pasará a llamarse 'de atención a personas en situación de violencia y riesgo'". También seguirá funcionando la línea 149 del Centro de Asistencia a las Víctimas de Delitos (CENAVID), que atiende las 24 horas. En relación a todo lo demás, "la dirección a cargo de la ejecución de los programas específicos que el Gobierno y este Ministerio definan su continuidad se llamará Dirección Nacional de Protección a la Familia". Agregan que "nuestras políticas están orientadas siempre a favor de las víctimas y en contra de cualquier tipo de violencia".

En un contexto donde la violencia de género está en el centro de la conversación pública, ni los que tomaron la papa caliente de la que no quería hacerse cargo Sandra Pettovello, quien originalmente tuvo el área en el Ministerio de Capital Humano, saben de qué se harán responsables, ni con quiénes, ni cómo. La línea 144 está al rojo, como suele suceder cada vez que un caso toma semejante despliegue público, y no hay nadie que pueda atajarla. Quizás sí en cada distrito, en CABA por ejemplo, donde hay varios refugios para víctimas de violencia de género, pero sin una coordinación como solía hacerse en el país, no desde que Alberto Fernández creó un Ministerio y utilizó las políticas feministas para beneficio de un sector político, sino desde 1987.

En el medio, los medios, regodeándose con la exhibición de fotos de una mujer golpeada y otra mujer en una posición definitivamente irresponsable en el despacho presidencial de la Casa Rosada. Y ningún organismo público llamando la atención sobre el espectáculo bochornoso que se brinda a la población.

"Las fotos de Fabiola y los chats que la involucran no se tendrían que haber divulgado, y mucho menos estar en las primeras planas de los medios, son fotos que impactan negativamente sobre un montón de mujeres, no solo la víctima" declaró para Memo la experta Sandra Chaher, directora de Comunicar Igualdad. Aunque agregó: "Si yo miro lo que pasó, veo algo positivo en relación a lo que podría haber sucedido cinco años atrás, ya que Tiempo Argentino, Página/12 y DiarioAR no publicaron esas fotos. En el último caso, primero las subió y luego las bajó. En estos tres medios explicaron por qué y dieron argumentos positivos en respectivas notas que publicaron".

Por otro lado, consideró legítimo "preguntarse de dónde salieron esas fotos. ¿Estamos frente a una operación? ¿De quién? Aún si fue la misma Fabiola la que las hizo circular, creo que los medios tienen que ponerse en un lugar ético".

Lo cierto es que el Gobierno disfruta este baño de basura que se distribuye por los principales canales de televisión y las redes sociales. Hoy mismo estaban a la expectativa de un video del expresidente Fernández con alguna otra mujer, que se conocerá hoy. Será puesto al aire por un periodista en un canal de noticias que está decidido a ganar en la dura batalla del rating del prime time.

El video en cuestión no tiene ninguna relevancia periodística. Ni siquiera delictual. Será una nueva muestra de la inmundicia que estuvo inserta en el centro del poder que nos gobernó durante cuatro años. Al que le guste verlo, que se quede frente a la pantalla. Tal vez el morbo es todo lo que nos quede en este tiempo de decadencia.

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