Vinos & comida

Un maridaje inusual

El espacio "Vinos y comida" de Juan Marcelo Calabria descubre nuevos placeres junto al vino mendocino.

Juan Marcelo Calabria

En el vasto mundo de los maridajes, algunos encuentros son tan inusuales como sorprendentes. ¿Quién hubiera pensado que un Malbec de Mendoza y un café de Colombia podrían combinarse en una armonía de sabores? y en un viaje sensorial donde los aromas del viñedo se entrelazan con los del tostadero. O también encontrar más de diez sabores a base de varietales en distintas heladerías donde pueden solicitarse helados con o a base de: Malbec, Bonarda, Syrah, Cabernet Sauvignon, Chenin, Chardonnay, que permiten degustar helados de frambuesa rose, vainilla al Malbec, Syrah con coco y mullet, entre muchos otros. E incluso también disfrutar dulces o postres a base de estos vinos. Sin duda gratas sorpresas que hablan de la adaptación e innovación de la gastronomía mendocina, que aunque no es única ni exclusiva en este tipo de maridajes, sin duda aporta un valor autóctono desde la tierra del sol y el buen vino.

Lo cierto es que el fin de semana que pasó se realizó el Boulevard del Café, un evento organizado por la ciudad de Mendoza para celebrar la cultura cafetera, una gran iniciativa, dicho sea de paso, que suman a la agenda de actividades turísticas culturales de nuestra provincia y que comienzan a multiplicarse en todos los departamentos. Acompañado por Patricia y dos queridos amigos Javier y Vicky, nos aventuramos a esta innovadora propuesta que nos invitaba a vivir una mañana de domingo soleada de forma distinta.

En esta ocasión entre las mesas de baristas apasionados y los aromas tentadores, encontramos algo inusual: un café preparado con una reducción de vino Malbec de la mano de la Cafetería Mucho perteneciente a dos queridos amigos Sebastián Calvi y Lorena Stella, muy ligados al mundo del café por tradición familiar, pero que agregaron un toque innovador en su carta cafetera ¿Sería un error o una revelación? En realidad una innovación, como muchas otras que encontramos al recorrer los diferentes puestos cafeteros en los que descubrimos una gran variedad de sabores y combinaciones de nivel internacional.

Un viaje de burbujas y sabores

Hace unos años tuve oportunidad de visitar Colombia, la tierra del café por excelencia, y uno de los productores más importantes del mundo junto con Brasil, y al conocer la cultura del eje cafetero y sus emprendedores no pude evitar relacionarla con Mendoza y los caminos del vino. Así mientras el Malbec, con su profundo color púrpura y notas a frutos rojos, es un vino que nos susurra historias de viñedos acariciados por el sol y murmura el esfuerzo desde el suelo árido y difícil.

El café, por otro lado, es para nosotros un abrazo matutino, que surge de la tierra húmeda y entre matas frondosas, en la región cordillerana de Colombia, donde destaca el paisaje cultural cafetero, patrimonio de la humanidad declarado por la Unesco, y que es un ícono de esa bebida ritual que nos despierta o acompaña en distintos momentos del día con su aroma y su calidez. Así las dos bebidas unidas en esta propuesta innovadora de una cafetería mendocina, que parecen tan distintas, tienen una historia cultural de esfuerzo y de trabajo similar, que pueden aprender una de otra.

Y si de maridajes inusuales se trata que decir de los más variados vinos mendocinos que acompañan platos y sabores de todo el mundo, y que tienen también su representación en distintos espacios gastronómicos mendocinos, allí podemos destacar la pasta a la bolognesa, un clásico italiano de pasta con salsa de carne, que podemos combinar con un Malbec o un Bonarda para resaltar los sabores ricos y la acidez de la salsa, el sushi, con su variedad de pescados crudos y arroz, que sin duda marida bien con un Torrontés o un Sauvignon Blanc donde la frescura del vino realza los sabores del pescado, o algunos platos más fuertes como un cordero al curry especiado y aromático que se lleva muy bien con un Malbec o un Syrah, en tanto la intensidad del vino complementa los sabores del curry, más cerca el ceviche de pescado o mariscos, típico plato peruano que, marinado en limón y especias, es perfecto con un Chardonnay o un Sauvignon Blanc, vinos que equilibran la frescura del ceviche; y también una rica tabla de quesos como el Brie, el Camembert o el Roquefort que se disfrutan mejor con un Malbec añejo o un Cabernet Franc, combinación que realza los sabores terrosos y cremosos, y por último en estos ejemplos de maridajes de vinos mendocinos con platos del mundo no podía faltar la tradicional paella española, ese plato de arroz, mariscos, pollo y azafrán que se marida bien con un vino tinto Tempranillo o un Malbec, con una tradición de tiempos remotos, donde la paella y el vino se complementan en sabor y textura.

Los vinos mendocinos se lucen, también, junto a platos criollos autóctonos. Las empanadas mendocinas maridan con tintos jóvenes o blancos frescos. El asado criollo va de la mano con un Malbec robusto o Cabernet Sauvignon. El exquisito locro mendocino, relacionado con nuestro sentir patrio, combina bien con tintos fuertes como Syrah o Bonarda. Y la trucha a la mendocina, marinada en aceite de oliva con ajo, perejil y limón, se disfruta con Chardonnay o Sauvignon Blanc, que hacen de nuestros vinos y platos tradicionales una experiencia culinaria única.

Los vinos de Mendoza en el mundo

Para ir terminando nuestra columna de hoy, aprovechamos a recomendar dos de nuestros vinos preferidos el Nicasia Vineyards Red Blend Cabernet Franc de Catena Zapata, con "elegantes notas herbáceas y de anís aportadas por el Cabernet Franc, junto a vivaces frutos negros y especias conferidos por el Merlot y el Petit Verdot. El paso por roble incrementa aún más la complejidad de este vino, otorgando delicados toques ahumados y de tostado. La sólida estructura de este vino permite acompañarlo con carnes rojas, rissotos y platos elaborados".

Y también el Elite Cabernet Franc de La Celia Wines "de crianza en roble aparece en forma clásica, con descriptores que nos recuerdan las notas especiadas. En boca tiene entrada suave, con taninos sedosos y amables que nos dan las características notas de tiza. La cosecha de las uvas es en forma manual. Elaboración clásica, con maceración de 18 días totales (considerando desde encubado hasta descubado). La vinificación se hizo en pequeñas vasijas de concreto. La crianza se realiza durante 12 meses roble francés sin tostar. El tiempo de estiba en botella mínimo antes de su comercialización es de 4 meses.

Y si de maridaje inusual se trata, no se pierdan degustar ricos chocolates con un buen bonarda en la Semana del Chocolate en conjunción con el fin de la Semana del Bonarda, donde podrán disfrutar de la tradicional "Tardes de Feria" y una nueva edición del evento cultural y gastronómico "Chocolate para el que Vino" en el Parque Cívico de Junín este domingo 11 de agosto en una propuesta con más de 65 stand de emprendedores locales y donde la degustación de vinos y chocolates será la estrella de la jornada.

En resumen, los vinos mendocinos no solo son el alma de nuestras mesas, sino también el compañero perfecto para una experiencia gastronómica inolvidable. Desde las empanadas hasta la trucha a la mendocina, cada bocado se realza con la elección adecuada de vino. Así que, la próxima vez que te sientes a disfrutar de un rico plato argentino o del mundo, recuerda: en Mendoza, el maridaje es más que una tradición, es un arte de innovación, creatividad y sorpresas que tan bien han sabido conjugar los profesionales de la enología y la gastronomía mendocina.

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