Mientras Mendoza discute su Código de Aguas, el informe de escasez en el mundo
Informes que hablan del estrés hídrico y de lo que llegará pronto: la falta de agua y la necesidad de tomar conciencia sobre su valor real.
Es irremediable que más temprano que tarde entremos en razón de que el agua no es de uso libre y gratuito: se acaba, se reduce notablemente y Mendoza no ajena a las noticias del mundo que hablan de darle el lugar en la escala de valores que debe tener.
El uso humano y el económico se verán afectados notablemente en poco tiempo más y, de allí, que Mendoza esté discutiendo un Código de Aguas para su manejo en forma responsable, antes de que nos sorprenda la crisis total, como le pasó A Montevideo, a Ciudad del Cabo, a California o -si se mira más cerca en el mapa- a la Región Metropolitana de Santiago de Chile.
En su ranking sobre los países con mayor escasez de agua, el World Resources Institute (WRI) advierte de la situación será más grave en el futuro. De hecho, cerca de una quinta parte de los países del mundo padecerán agudos recortes en el suministro de agua en 2040. El estrés hídrico es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos.
Quién tiene prioridad con el agua, entre el consumo humano, el agro y la minería
El World Resources Institute (WRI) es una organización sin ánimo de lucro que investiga los recursos que le quedan al planeta. En su informe, el WRI publicó la lista de los países con mayor escasez de agua del mundo. Erradicar el conocido como estrés hídrico supone una tarea fundamental en la lucha contra la pobreza. En este artículo te haremos un repaso por los países que mayor escasez de agua tienen y veremos qué países corren el riesgo de sufrir un profundo estrés hídrico para el año 2040.
Son múltiples los factores que causan el estrés hídrico que azota a millones de personas en todo el mundo. A pesar de que hay factores que influyen de forma natural, el hombre tiene un papel preponderante en el agravamiento de este problema. El crecimiento demográfico, la crisis climática, los conflictos armados o el vertido de sustancias tóxicas derivados de la actividad industrial ponen en jaque la disponibilidad de recursos hídricos.
Como ilustra el ranking elaborado por el World Resources Institute, los países pobres sufren especialmente las consecuencias de este problema global. No obstante, muchos otros países desarrollados se han ganado un hueco en esta lista que sirve como señal de alerta de la importancia de actuar inmediatamente.
Ranking con los países con mayor escasez de agua
En el informe se establece que el cambio climático perturba el comportamiento de la lluvia.
Oriente Medio la región más vulnerable
Oriente Medio sobresale como la región más vulnerable. 14 de los 33 países que tienen más probabilidades de enfrentarse a recortes en el suministro de agua se encuentran ahí. Entre ellos, hay nueve países que podrían sufrir fuertemente la escasez de agua: Bahréin, Kuwait, Palestina, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Omán y el Líbano.
Hay otros países que muy probablemente experimentarán recortes en el suministro. Entre ellos se cuentan Estados Unidos, China e India. Algunas provincias, como el sudoeste estadounidense o la región autónoma de Ningxia, en China, podrían enfrentarse a una escasez enorme.
Se contempla que el déficit pueda incrementar del 40 % al 70 % en 2040. Australia, Indonesia, Filipinas, Mongolia, Namibia, Sudáfrica, Botsuana, Perú, Chile y distintos países del norte de África también se enfrentan a un elevado riesgo de escasez de agua para 2040.
"Pampa de mi esperanza", la canción de Polito sobre la "pampaneada" con el agua
Los investigadores han dividido el mundo en distintas pequeñas áreas para acometer el estudio. Para realizar el estudio se ha observado las previsiones de lluvia contempladas en las diferentes zonas. Pero también se atendió al crecimiento de la demanda hídrica que hay en ellas. Así, aquellos países en los que se prevé que su necesidad de agua alcance más del 80 % de sus depósitos disponibles han sido clasificados como países en riesgo extremo de escasez.
El efecto del cambio climático y el estrés hídrico
Si bien el cambio climático y el crecimiento demográfico son los factores dominantes, las dinámicas que influyen en los recursos de agua de cada lugar varían de región en región. El World Resources Institute (WRI) prevé, por ejemplo, que Chile pase del nivel moderado de escasez que registró en 2010 a una abundancia extrema de agua para 2040.
Ello se explica por la combinación entre el aumento de las temperaturas y los cambios de comportamiento de la lluvia. En cambio, Botsuana y Namibia, que ya están lidiando con la escasez, verán cómo su situación empeorará dramáticamente debido al cambio climático.
Por mucho que el cambio climático esté afectando el suministro de agua, la agricultura necesita una revisión exhaustiva. Principalmente porque ésta se alimenta de entre un 70 y un 90% del agua que cae en cada país. Así lo creen los expertos. Tecnologías más efectivas, cosechas más resistentes a la sequía, entre otras técnicas, podrían aliviar el estrés hídrico, acentuado por la cadena alimentaria del ser humano.
Escasez hídrica en Chile: Desafíos de un futuro con menos agua
Por Cristina Espinoza CalderónSubdirección de Comunicaciones FCFMUniversidad de Chile
Las proyecciones climatológicas advierten que en las próximas décadas el país será más cálido y seco, muy parecido a lo que la zona centro-sur ha experimentado en los últimos trece años de megasequía. El impacto en los recursos hídricos será ineludible -ya lo es hoy-, lo que requiere no solo más investigación, sino tomar decisiones cuanto antes.
A principios de 2022, la palabra racionamiento generaba una creciente preocupación en la Región Metropolitana. Aunque el anuncio de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) se centraba en las comunas de mayor consumo y menor ahorro de agua (Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea), el concepto provocó alarma, sobre todo en la zona central, afectada ya por casi 13 años de sequía.
La llamada megasequía, déficit de precipitaciones que ha permanecido de forma ininterrumpida desde 2010, impacta desde la Región de Coquimbo a la del Biobío; mientras que la baja sostenida en el nivel de lluvias más al sur viene desde la década de los 60. Ambas transcurren en un período en que todos los años se rompen récords de temperatura, exacerbando el déficit hídrico debido a la evapotranspiración.
El panorama para las próximas décadas no es alentador. "Las proyecciones de cambio climático indican aumentos de temperatura en Chile, disminución de las precipitaciones en gran parte del territorio nacional y, por lo tanto, una disminución del caudal medio anual de hasta un 50% para algunos de nuestros ríos", advierte el hidrólogo Pablo Mendoza, académico del Departamento de Ingeniería Civil (DIC) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile.
Los modelos climatológicos indican que nos estamos moviendo a una nueva normalidad donde el territorio será más seco que en las décadas pasadas. "La forma de moverse de la atmósfera ahora está generando que zonas que típicamente eran muy áridas se estén desplazando cada vez más hacia el sur. Esa condición de aire seco está alcanzando ciudades como La Serena, Coquimbo, Ovalle o Santiago. Como la zona seca se está moviendo hacia el sur, el espacio donde antes circulaba mucho aire húmedo se está estrechando y eso hace que precipite más en las zonas más australes del país", explica Miguel Lagos, hidrólogo, docente del DIC e investigador del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (AMTC).
Ha llovido tan poco en los últimos años que da la sensación que 2022 ha sido particularmente más húmedo en la zona central. Sin embargo, todavía estamos lejos de lo que se considera precipitación normal para gran parte del territorio, por lo que el déficit continúa en muchas zonas del país (ver infografía).
El climatólogo René Garreaud, académico del Departamento de Geofísica y director del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, indica que el déficit de precipitaciones en Santiago, por ejemplo, llega al 44%. En Curicó es el 40% y en Chillán, 30%. "En general, se ha mantenido el panorama. Este déficit de más o menos 30% ha sido la tónica desde el año 2010 en la zona central. Así que, lamentablemente, continuamos muy parecido a los años anteriores", señala.
Aprendiendo para el futuro
Llama la atención el cambio en el régimen de precipitaciones de Chile central, ya que históricamente presentaba una variabilidad de años muy secos y otros muy lluviosos. "Cualquier década hacia el pasado vas a encontrar esa característica, pero la última década ha tenido cero años lluviosos", indica Garreaud.
Estamos experimentando hoy las condiciones que, debido al cambio climático, se proyectan para el futuro. Aunque no toda la megasequía es causada por el fenómeno global. "Los modelos climáticos -que ya tienen adecuados los niveles de gases de efecto invernadero- señalan que la disminución de precipitaciones en este período debería ser de menos del 10%, pero en forma sostenida hemos tenido déficits de 30% o más. Hay una discrepancia muy grande entre lo que indican los modelos, la señal del cambio climático y lo que realmente ha ocurrido, porque una parte importante de la megasequía todavía es variabilidad natural, asociada a la mancha cálida y oscilaciones de origen natural en el océano que tienen repercusión importante en el hidroclima de Chile y en este bajón tan dramático en los últimos años", explica el climatólogo.
La actual sequía es un adelanto de lo que será el clima del futuro, añade. Por lo tanto, lo que se aprenda de ella debería servir como preparación para las próximas décadas con escasez hídrica. Esto implica varios desafíos. "En particular, cómo mejoramos nuestras proyecciones de volumen disponible de agua al inicio de cada temporada de deshielo y cómo se gestiona el agua disponible, particularmente en períodos de escasez hídrica prolongada", señala Pablo Mendoza. Para ello es crucial comprender la diversidad hidrológica nacional, de manera de lograr proyectar cómo el ciclo hidrológico se verá impactado por el cambio climático.
A juicio de la hidróloga Ximena Vargas, académica del Departamento de Ingeniería Civil, quien ha liderado la actualización del Balance Hídrico Nacional, es necesario revisar los caudales ecológicos, esto es, el volumen de agua considerado necesario para conservar el funcionamiento ecológico de un río, preservando tanto hábitats para la flora y fauna, como sus funciones ambientales. Hoy, en la mayoría de las zonas, el caudal ecológico y el caudal destinado para agua potable son definidos de manera estadística (con datos del pasado), aunque todos los años son diferentes, lo que será aún más variable en el futuro. "El caudal del futuro será inferior, va a faltar agua para satisfacer el agua potable también y creo que no se han hecho las modificaciones necesarias. No se ha visto cómo se modificarán los derechos asignados con respecto a estos valores probabilísticos", indica.
La actualización del Balance Hídrico Nacional permite determinar la disponibilidad futura de estos recursos, por lo que es una buena fuente para calcular las probabilidades futuras. "Pero falta la parte más legal, porque los derechos están asociados a caudales pasados, que serán menores en el futuro. Claramente, lo que se puede hacer con esas magnitudes de caudal futuro no es lo mismo que se puede hacer hoy. Va a tener que restringirse, mejorar los rendimientos agrícolas o ver cómo vamos a almacenar el agua para poder satisfacer los requerimientos. Hay que analizar cómo se construyen embalses y cómo los embalses que hoy tenemos se comportarán en el futuro con las nuevas series de tiempo que se tienen proyectadas", enfatiza.
Respecto a la institucionalidad, agrega, también se requiere analizar cómo se gestionarán los recursos de las cuencas en el futuro; "que se definan con todos los usuarios que están involucrados en el uso del agua, porque se privilegian muchas veces los que están en la parte alta, por la forma que tiene la asignación de los recursos hoy en día", asegura.
Glaciares y aguas subterráneas
La evidencia recopilada hasta ahora muestra que el calentamiento global acelerado durante las últimas décadas está afectando fuertemente todos los reservorios de agua congelada del mundo: casquetes polares, hielo oceánico, glaciares de montaña y nieve estacional. "En términos de la disponibilidad de agua y seguridad hídrica en climas mediterráneos, sin duda, los cambios en la dinámica del manto de nieve estacional, que por ejemplo en Chile central representa en torno al 75% del total de escorrentía anual, deben ser motivo de preocupación, análisis y mayor entendimiento, dados los impactos encadenados que podríamos percibir en tanto funcionamiento de ecosistemas, sistemas productivos agrícolas y abastecimiento de agua para la población", señala James McPhee, académico del DIC y subdirector del Centro Avanzado de Tecnologías para el Agua (Capta).
Con las reservas cordilleranas en retroceso, en los últimos años se ha recurrido a las aguas subterráneas, sobre las que aún se ha hecho poca investigación. "Lo que estamos haciendo es sobreexplotar. Ya hay pruebas de que estamos sacando muchísima más agua de la que entra a los sistemas subterráneos, entonces esto significa que estamos agotando, y además con desconocimiento, porque no conocemos bien cómo funcionan los acuíferos, con las implicaciones que tiene", advierte la hidrogeóloga Linda Daniele, académica del Departamento de Geología y directora del Capta.