Educación especial en Argentina: vacíos, olvidos y promesas incumplidas
La educación inclusiva, destinada a sumar a personas con discapacidad, en el análisis de Isabel Bohorquez.
¿Cuántas personas con discapacidad hay en el planeta?
Un informe de Naciones Unidas de 2015 basado en la reunión anual que examinó la aplicación de la Convención, -adoptada por la Asamblea General de la ONU en 2006- reafirma que 1.000 millones de personas con discapacidad, el 15% de la población mundial, deben gozar de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Dice el texto: "La relatora de la ONU que aboga por esta causa, la costarricense Catalina Devandas Aguilar, detalló cuáles son algunas de las brechas que todavía persisten en el sector: Hay áreas fundamentales, como la reducción de la pobreza. Las personas con discapacidad, que son más de mil millones de personas en el mundo, una de cada 7 personas en el mundo tiene una discapacidad, viven la gran mayoría en países en vías de desarrollo y más del 80 % de las personas con discapacidad son pobres."[1]
La Organización Mundial de la Salud -OMS- afirma en el año 2023 que "(...) Se calcula que 1.300 millones de personas, es decir, el 16% de la población mundial, sufren actualmente una discapacidad importante. Esta cifra está aumentando debido al crecimiento de las enfermedades no transmisibles y a la mayor duración de la vida de las personas."[2]
¿Esto es así y qué hacemos entonces?
Con respecto a la Educación particularmente:
Dice la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada mediante resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 13 de diciembre de 2006, y en Argentina a través de la ley N° 26378 (2008) en su artículo 24 sobre Educación:
· 1. Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusiva a todos los niveles.[3]
Dicen los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- ya formulados en 2015 y planteados como logro hacia 2030 con respecto a las personas con discapacidad y en cuanto a Educación:
· Construir y adecuar instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos.[4]
A pesar de lo extensas, asumo que son necesarias las citas de los convenios, acuerdos y marcos legales que hoy nos rigen para la implementación de una educación apropiada para las personas con discapacidad. Las negritas son mías.
El reconocimiento de la discapacidad y sus derechos inalienables parecen un logro colectivo que aún no encuentra el camino de concreción acorde a la altura de sus propósitos discursivos.
Veamos nuestro país.
Dice la Ley de Educación en Argentina N° 26206 (2006) en su artículo 11, inciso n:
· Brindar a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus posibilidades, la integración y el pleno ejercicio de sus derechos.[5]
¿Cuántas personas con discapacidad que requieren algún tipo de escolaridad hay en Argentina?
Según un informe del Ministerio de Educación de la Nación del año 2021 el total de estudiantes con discapacidad en los niveles obligatorios es de 197.786; de los cuales 89.340 asisten a escuelas especiales, o sea, el 45,2 % y 108.446 asisten a escuelas comunes en todos los niveles, o sea, el 54,8 %.[6]
Estamos hablando de casi 200 mil personas.
Si vemos la distribución por niveles y edades, tenemos de las cifras mencionadas:
| Cantidad de estudiantes | 0-5 años | 6-12 años | 13-18 años | 19 o más años |
Escuelas comunes | 108.446 | 8.427 | 59.221 | 35.754 | 5.044
|
Escuelas especiales | 89.340 | 2693 | 34016 | 38728 | 13903 |
Otro dato: en Argentina, actualmente y según el último informe de 2021, existen en funcionamiento 63.000 escuelas comunes que contienen 76.000 servicios educativos de todos los niveles obligatorios (inicial, primario y secundario) y solamente 1.500 escuelas especiales en total.[7]
¿Cómo es la realidad cotidiana de estos estudiantes con discapacidad?
Por supuesto que hay variaciones por provincias, pero en general, la lucha de las familias por procurar una buena educación para sus hijos con alguna discapacidad suele ser una batalla angustiosa y plagada de obstáculos institucionalizados.
Seguimos siendo, como sociedad y como Estado organizado a través del sistema educativo, el mayor escollo a salvar.
Las familias deben peregrinar para encontrar escuelas que acepten a sus hijos o deben someterse a elecciones impuestas por autoridades regionales que deciden a qué escuela irá su hijo, aunque no sea ni la del barrio, ni la de sus hermanitos, ni la más adecuada para los intereses del niño.
La perspectiva ideológica de la inclusión educativa ha aplanado toda deliberación que impide a la familia a cargo de la decisión, establecer si la escuela especial es mejor que la escuela común o a la inversa.
Todos deben ir a una escuela común, aunque, la institución no esté equipada ni sus docentes capacitados ni haya ninguna condición aceptable y ese niño deambule por los patios o esté sentenciado a una jornada reducida (2 horas, por ejemplo) sin aprender nada ni haciendo amigos de su edad.
Las escuelas especiales se han ido vaciando de recursos, de docentes y de alumnos. Parece casi una blasfemia preferir la escuela especial porque el fundamento que se prioriza es la integración, a cualquier costo, y todo lo que no sea así, es tachado de segregacionista.
¿Hay casos felices? Claro que sí.
Además, el conjunto de problemáticas es muy diverso y las condiciones en las que se puede encontrar un niño para asistir a una escuela depende de muchos factores y no sólo de la escuela en sí, ya sea, común (término que hoy se esquiva en su uso) o sea especial.
Pero, si ignoramos lo más importante y esto es, las personas que están en juego en la escena escolar, podemos desconocer la soledad de esos docentes al frente de un grupo clase donde abordan una complejidad que desconocen, los supera y los atemoriza. Realmente no alcanza que aparezca un par de veces por semana un maestro integrador o un acompañante terapéutico.
Podemos desconocer también, la soledad de ese niño o joven que deben asistir a una escuela que no tiene las condiciones para recibirlos adecuadamente ni es parte de sus intereses y deseos.
Si la razón de mayor peso es la socialización y luego ese niño o ese joven se siente solo, abatido, aburrido, frustrado o perdido en un entorno que no es nunca del todo propio...entiendo que estamos en el camino equivocado.
Una educación inclusiva implica trabajar en base a las problemáticas que se perfilan en cada discapacidad y hacer los ajustes necesarios: edilicios (no parches a veces ridículos), tecnológicos, estructurales, culturales, curriculares y por, sobre todo, de sostenimiento a la tarea educadora.
En este sentido, las escuelas especiales tienen mucho para ofrecer si las reconocemos y las sostenemos como espacios que pueden albergar las condiciones para acompañar procesos educativos que requieren de miradas expertas y de tareas especializadas. Entendiendo que la inclusión educativa radica en darle las respuestas necesarias a la evolución de cada persona para su desarrollo pleno y feliz. Sea en la escuela que sea.
Un par de rampas mal hechas, que tan a menudo solemos observar en los edificios públicos, no significa que tenemos escuelas inclusivas.
¿Tenemos material en Braille en todas las escuelas comunes? ¿Hay sistemas informáticos pensados para niños ciegos o sordos o con parálisis cerebral? ¿Nuestros docentes conocen el lenguaje de señas? ¿Qué pasa si un estudiante requiere asistir en silla de ruedas? ¿Qué pasa si un niño no logra aprender al ritmo del resto de sus compañeros y a ello se le suma alguna problemática de cierta gravedad que lo distancie aún más de los estándares esperados?
Cada estudiante con discapacidad, sea cual fuere, es una historia única.
A cada una de ellas podemos darle lo mejor de nosotros...si lo intentamos.
[1] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/06/mas-del-80-por-ciento-de-las-personas-con-discapacidad-son-pobres-advierte-relatora-de-la-onu/#:~:text=Las%20personas%20con%20discapacidad%2C%20que,personas%20con%20discapacidad%20son%20pobres.%C2%BB
[2] https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/disability-and-health
[3] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-26378-141317
[4] http://www.convenciondiscapacidad.es/2019/09/14/la-convencion-internacional-sobre-los-derechos-de-las-personas-con-discapacidad-y-los-objetivos-de-desarrollo-sostenible-agenda-2030/
[5] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ley-de-educ-nac-58ac89392ea4c.pdf
[6] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/anexo_ii_ministerio_de_educacion.d.pdf
[7]https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_nacional_indicadores_educativos_2021_2_1.pdf