Cristo Redentor

Ruta a Chile: una fila del super, colapsada de compradores y proveedores

A los problemas habituales que existen en el paso al vecino país, en invierno se suma la concentración de camiones en el horario de funcionamiento y, por momento, el factor Portillo.

El funcionamiento del Sistema Integrado Cristo Redentor resulta complejo. La geografía ya hace muy difícil el tránsito y la pasividad de los gobiernos hace que retroceda en lugar de mejorar. Lejos de hacer un viaje más expedito (de la mano de los avances en distintas áreas), cada día es más dificultoso y traumático pasar de un país a otro.

Este fin de semana, particularmente, se juntaron todos los factores que puede hacer muy malo el viaje de un turista mendocino hacia Chile. Se convirtió en la fila del supermercado. Primero tiene muchas "cajas" y la mayoría están de adorno sin funcionar. Y en segundo término, se convirtió en una fila única en la que se encontraron clientes (turistas) y proveedores (camioneros), unos en busca de productos o servicios, y otros llevando sus mercancías.

Para entender lo sucedido hay que posicionarse en la mañana del sábado en el recorrido rumbo a Chile, iniciando el viaje a media mañana. La hora con el objetivo de evitar las bajas temperaturas anunciadas para la alta montaña y la formación de hielo en la calzada.

La Ruta 7 con muchos vehículos circulando, Uspallata repleta de viajeros en tránsito y una alta concentración de personas a partir de algunos kilómetros más allá de Punta de Vacas, en las zonas donde se acumula más nieve. El máximo de personas reunidas en torno a Penitentes y los Puquios. En ese tramo ya se veía viento blanco y algo de hielo, pero el tránsito hacia Chile era expedito y, sin cobro de peaje, el paso del túnel fue rápido.

Del otro lado el suplicio

Los problemas comenzaron apenas se salía del túnel y antes de salir del primer cobertizo. La altísima concentración de camiones que genera el horario de invierno (reuniendo la misma cantidad de camiones que el resto del años pasa en 24 horas en sólo 12), anticipa que el camino será lento. De hecho, hubo que esperar bastante tiempo dentro del cobertizo para que los camiones pudieran avanzar y que los autos pudieran tomar una de las vías de descenso para poder llegar al complejo chileno.

La fila de vehículos particulares en el Complejo Los Libertadores no era tan larga como el verano, ni mucho menos, pero la demora fue de 3 horas y media. La razón, de las 15 cabinas disponibles sólo había 5 operativas. El auto que llegó a las 14, salió a las 17.30.

Si en verano salir ya cambia en algo el viaje y mejora el ánimo, el sábado no fue así. Antes de salir del complejo ya se formó una nueva y larguísima fila de camiones y autos (mezclados) esperando para poder descender hacia Los Andes. Pensando en lo que sucedía en el verano, con cortes por obras en la ruta, todo el mundo pensó que la fila era por algo parecido. Sin embargo, la demora no era por ningún trabajo, sino por la alta cantidad de autos y camiones bajando. Por momentos, los vehículos de carga transitaban tan lento en las curvas, que literalmente detenían una fila con cientos de autos.

En el caso particular del fin de semana, a todo eso se sumó el "factor Portillo", centro de esquí ubicado apenas se baja el complejo fronterizo chileno. Allí, junto a los camiones y los autos cruzando desde Argentina, se unían decenas de vehículos que estaban estacionados a los costados de la ruta con personas disfrutando de la nieve. En muchos casos con maniobras arriesgadas, ingresaban en una fila interminable.

Resumiendo, el descenso desde Los Libertadores se inició a las 17.30, pero recién a las 19.30 fue posible terminar sólo el tramo de los caracoles. Aunque mejoró un poco el tránsito en el tramo siguiente, la demora para llegar a la zona de Guardia Vieja fue de más de una hora.

Fueron tres horas de un trayecto muy lento y peligroso, en el que no había ningún control policial y tampoco alguien que pusiera orden en el tránsito. Por momentos era la ley de la selva con conductores, tanto chilenos como argentinos, que adelantaban temerariamente, poniéndose en riesgo ellos y también a otros.

Finalmente, tras salir de Guardia Vieja, donde se formó un embudo por los conos y vallas que pone Carabineros, la bajada hasta Los Andes fue algo más rápida, pero igualmente peligrosa por la falta de iluminación y la conducción de algunas personas que circulaban.

Ruta colapsada

Claramente la infraestructura caminera en la zona no da para todo. El turismo y el transporte de carga no pueden convivir en una misma ruta de manera segura y agradable. En las condiciones actuales, sumadas a las malas decisiones de los encargados de los complejos, en cuanto a cantidad de personal y operación, no es posible pensar en un viaje expedito y sin dolores de cabeza.

Lamentablemente, hasta que los Estados no se sienten a la mesa y desarrollen un gran master plan para la frontera, el paso hacia el vecino país seguirá siendo un problema, en mayor o menor medida. Ya no sirven las soluciones parches o planes de contingencia, se necesita que apunten a soluciones reales, porque tanto en invierno como en verano -por una u otra razón- habrá un aspecto que haga que pasemos malos ratos.

Si no es la tecnología en los sistema migratorios, debería ser la inversión en infraestructura, la que lamentablemente por la geografía es compleja y muy cara, pero en algún momento tendrá que hacerse, porque no es posible que haya más de tres horas de tránsito desde el complejo chileno hacia el control de Guardia Vieja, el que en condiciones normales no demora más de media hora.

De hecho, la situación compleja que se vivió este fin de semana en la ruta desde el complejo chileno hacia Los Andes también se vio reflejada en una alerta que levantó la presidenta ejecutiva de Federación de Turismo de Chile, Fedetur, Mónica Zalaquett. Eso, porque justamente fue en Portillo que se lanzó la temporada de invierno 2024 y muchas personas de las que participaron se encontraron con el caos en la ruta.

De hecho, en entrevista con Emol destacó la necesidad de mejorar la gestión de las rutas de acceso a los diversos centros de esquí, que casualmente es la misma ruta de ingreso a Chile.

Sostuvo que las malas condiciones de tránsito "representan una amenaza importante para la sostenibilidad de esta actividad, ya que la temporada alta de nieve es corta, y si a eso se suma que hay restricciones para acceder a la montaña por falta de una gestión adecuada de los accesos a los centros de esquí, la situación se torna muy compleja".

"Los turistas que visitan los centros de montaña quieren tener una grata estadía cuando visitan estos lugares, pero si las rutas están cerradas muchos días, o ir y volver en el día demora horas de trayecto, esa experiencia no es positiva, afectando la imagen del sector", puntualizó.

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