Casa Rosada

Javier Milei intervino el megaministerio de Pettovello para evitar que escale la crisis

Fuera del off the record, fuentes oficiales reconocen que el Presidente pidió a los ministros que salgan a respaldarla. Desmentida de su renuncia y falta de claridad en las políticas sociales, que no logra taparse con las graves denuncias sobre el sistema de corrupción que existe en el reparto de alimentos. La poca eficiencia continúa. ¿Por qué la funcionaria no pone la cara en los medios?

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

Manuel Adorni dijo en la conferencia de prensa que no, que el Presidente no interviene en las áreas de gestión. Fue para no contradecir sus declaraciones en la Universidad de Stanford, donde Javier Milei explicó que "va a llegar un momento en que la gente se va a morir de hambre. De alguna manera, va a decidir no morirse. No necesito intervenir. Alguien lo va a resolver". El vocero dijo entonces que "no intervino en lo más mínimo, solo se informó".

En la versión del vocero presidencial, si volvió a la Argentina y se reunió con Sandra Pettovello y Federico Sturzenegger en Olivos "no intervino en lo más mínimo, solo se informó de la situación". Y no hubo ningún intento de frenar la renuncia de la ministra, lo que también fue desmentido categóricamente. Incluso más, si los ministros sacaron en línea respaldos a través de las redes sociales para Pettovello fue "por algo genuino, no porque el Presidente lo haya pedido o nos haya dado alguna indicación".

Sin embargo, a poco de terminada la conferencia de prensa, se conoció que Milei se trasladó en forma personal, y por primera vez en su mandato, a las oficinas de Pettovello. Si eso no es intervención, ¿qué es?

El gobierno nacional se abroquela detrás de Pettovello

La verdad de lo que está sucediendo en Capital Humano todavía no se terminó por dilucidar. En Casa Rosada, fuera del ON THE RECORD, aceptan que Milei le pidió a los ministros que salgan a ponderar la gestión de Pettovello. El Presidente creyó que tenía ganada la batalla contra la corrupción solo por los relatos oficiales que él mismo se encargó de reproducir. Pero a horas de andar, se dio cuenta de que se trataba de lo que el periodista y filósofo Miguel Wiñazki definió como "la noticia deseada", aquélla en la que el público decide creer. En este caso, creída incluso por el propio Gobierno.

Por supuesto que las organizaciones sociales crecieron y se financiaron gestionando (o "tercerizando") la pobreza. Con dirigentes que aprovecharon la crisis de representatividad de gobernadores e intendentes fueron tomando más protagonismo en los barrios más humildes, donde la lucha por la sobrevivencia se hace bajo modales impuros, repletos de bajezas y domesticación del más débil. Lo mismo que hacían los intendentes y sus punteros, empezaron a hacerlo la mayoría de las organizaciones. ¿Todas? Por supuesto que no.

Daniel Arroyo fue el primer ministro de Alberto Fernández en el área que quiso limitar el poder de las organizaciones. Implementó la Tarjeta Alimentar para que los pobres no tuvieran que depender de ningún gerente barrial. Duró poco. Antes, Carolina Stanley sobrevivió los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri a costa de aumentar el poder de esas organizaciones. Un funcionario que ya no está en este plano se ocupaba específicamente del asunto.

Antes de asumir, Sturzenegger creó un nuevo sistema de compras para Capital Humano

Juan Zavaleta y Victoria Tolosa Paz no hicieron mucho, apenas cambios cosméticos en un sistema que se fue pudriendo cada vez más.

Era obvio que Pettovello no la tendría fácil. Apenas el Presidente aterrizó en Rosada se tejió la teoría de que su plan era que toda el área social estallase, sin importarle las consecuencias, cumpliendo lo que él mismo dijo: implosionar el Estado desde adentro.

Sucede que desde el Papa hasta el FMI pidieron por el abastecimiento de los comedores, una distribución que se demoró hasta lo temerario. Siempre dijo el Gobierno que Milei daba "billetera abierta" para la provisión de alimentos. Pero no puso nadie serio para gestionarlo. Pablo De la Torre hizo lo que pudo en el marco de un ministerio gigante pero débil, cuyo único activo es la relación personal entre la ministra que tiene un chalet en la Residencia de Olivos para contener al Presidente cuando pasa por momentos emocionalmente complicados.

Quizás lo que falte es una política social definida. Y, sobre todo, explicarla. Las denuncias pueden ser muy rentables en términos comunicacionales, pero sirven de poco a la hora de dar de comer a los más desprotegidos que, finalmente, son los que primero el Estado debería asistir.

El ministro Francos dijo que la oposición busca la renuncia de Sandra Pettovello

Algo muy valioso, sin embargo, ya se hizo. Tal como lo informó el periodista Guido Carelli Lynch en el diario Clarín, el Gobierno aumentó 311% la ayuda social a través de transferencias directas, por encima de la inflación. La Tarjeta Alimentar que reciben padres con un hijo de hasta 14 años es de 52.250 pesos, la AUH por cada menor hasta los 18 años es de 74.354 pesos. Claro que los beneficios no cubren la canasta de indigencia de una familia tipo (representan apenas el 47 por ciento), pero es "mucho más que el piso del 28 por ciento que significa en diciembre y del 33 por ciento de noviembre", según los números de Fundar, citados por Clarín.

Allí hay un camino.

Si Pettovello coordinara estas políticas bajo un paraguas conceptual, pusiera a funcionarios capacitados en gestión para implementarlas y saliera a explicarla a través de los medios de comunicación, el área mostraría un rumbo. Todavía está a tiempo de hacerlo. Ojalá encuentre el camino.

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