Hoy se puede conseguir 10,8 vuelos de Nueva York a Londres por el precio de uno en 1970, 80,4 veces más seguros
El vuelo de 3.442 millas dura unas siete horas. El supersónico Concorde podía hacerlo en menos de tres. Aunque hoy en día no existen vuelos supersónicos comerciales, Boom Supersonic, una empresa privada con sede en Colorado, pretende volver a ofrecerlos a las aerolíneas estadounidenses en 2029. Quizá dedicar la mitad de tiempo a los vuelos permita a la gente emplear su recurso más valioso en otras actividades creadoras de valor.
Resumen: Desde el vuelo pionero de los hermanos Wright en 1903, la industria de la aviación ha avanzado notablemente en seguridad, asequibilidad y accesibilidad. Si se comparan los precios de los vuelos entre 1970 y la actualidad, se observa un asombroso descenso del 90,8% en el precio del tiempo de vuelo, con vuelos transcontinentales ahora asequibles para el ciudadano medio. Además, los avances en la tecnología de la aviación han hecho que volar sea hoy mucho más seguro que en 1970, y es probable que mejoren la seguridad de los vuelos en el futuro.
Los hermanos Wright inauguraron la era de la aviación el 17 de diciembre de 1903 con un vuelo de 12 segundos. Desde entonces, los ingenieros aeronáuticos y los innovadores del mercado han hecho que la experiencia sea más segura, más rápida y mucho más asequible.
Por ejemplo, en 1970 el precio de un billete de ida y vuelta de Nueva York a Londres era de 550 dólares. En aquella época, los obreros ganaban unos 3,93 dólares por hora (salarios y prestaciones). Esto sugiere un precio por hora de unas 140 horas.
En la actualidad, el precio del billete ha bajado a unos 467 dólares y los trabajadores ganan unos 36,15 dólares la hora, lo que supone un precio de 12,9 horas. El precio en tiempo ha bajado un 90,8%: por el tiempo necesario para ganar el dinero para comprar un vuelo en 1970, hoy se pueden conseguir 10,8 vuelos.
La abundancia de vuelos ha aumentado un 980%, a un ritmo anual del 4,5% en los últimos 54 años. Durante este mismo periodo, la población mundial aumentó en 4.300 millones (117%), pasando de 3.700 millones a más de 8.000 millones. Cada punto porcentual de aumento de la población correspondía a 8,4 puntos porcentuales de aumento de la abundancia de vuelos.
Ahora los vuelos transcontinentales están al alcance de casi todo el mundo. El capitalismo empresarial de libre mercado no consiste en crear más lujos para los ricos, sino en hacer que los lujos sean asequibles para el ciudadano medio.
Aunque es cierto que los vuelos de los años setenta tenían cabinas más espaciosas y mejores restaurantes, volar hoy es mucho más seguro. La Red de Seguridad Aérea hace un seguimiento de los datos de accidentes aéreos. Los ingresos por pasajero-kilómetro (RPK) son una métrica estándar utilizada en aviación. Con estos datos, Javier Mediavilla trazó la proporción de víctimas mortales por billón de RPK desde 1970 hasta 2019 utilizando medias quinquenales. La proporción se redujo en un 98,76%, de 3.218 a 40, durante este periodo de 49 años. Volar es hoy más de 80,4 veces más seguro que en 1970, y la seguridad ha ido mejorando a un ritmo compuesto de alrededor del 9,37 por ciento anual.
Teniendo en cuenta tanto el precio en tiempo como la seguridad, volar se ha vuelto 868 veces más abundante desde 1970 (10,8 x 80,4 = 868). Si no hubiera habido ninguna innovación en los vuelos desde 1970, el precio de un billete de avión de Nueva York a Londres rondaría hoy los 5.059 dólares. Sólo los ricos podían permitirse vuelos transatlánticos en 1970.
El vuelo de 3.442 millas dura unas siete horas. El supersónico Concorde podía hacerlo en menos de tres. Aunque hoy en día no existen vuelos supersónicos comerciales, Boom Supersonic, una empresa privada con sede en Colorado, pretende volver a ofrecerlos a las aerolíneas estadounidenses en 2029. Quizá dedicar la mitad de tiempo a los vuelos permita a la gente emplear su recurso más valioso en otras actividades creadoras de valor.
EL AUTOR. Gale L. Pooley es un profesor asociado de economía en Brigham Young University, Hawaii. Este artículo fue publicado originalmente en Gale Winds (Estados Unidos)