Abihaggle, "gobernador moral" de Mendoza
Carlos Abihaggle fue una figura central para Mendoza desde el llano o en cualquiera de los cargos que ocupó a lo largo de su fructífera vida. Vivió, dejó vivir y además, intentó que todos vivamos mejor.
Carlos Abihaggle no se quedó con las ganas: compitió por la candidatura a la gobernación de Mendoza y perdió. Aceptó el dictado de las circunstancias. Atento a ello, sin embargo, lo fue por otros métodos. Hoy, al despedirlo, se puede decir que Mendoza tuvo un "gobernador moral", que no ejerció el cargo y que no tiene un cuadro con su rostro en el Salón de los Pasos Perdidos de la Legislatura, pero que hizo o intentó hacer todo (y más) de lo que a cualquier mandatario le corresponde intentar hacer.
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Desde todos los cargos que ocupó y aun, desde el llano, promovió la solución de problemas. Primero, los detectó con claridad, recurriendo siempre a todos los organismos técnicos, sociales y políticos capaces de diagnosticarlo. Y luego, buscó experiencias comparadas en el mundo. Ya sea presencialmente o por Zoom -esa herramienta a la que "le sacó la chicha" durante la pandemia- encaminó uno a uno los temas, como militante, funcionario ejecutivo, diputado nacional, embajador, superintendente general de Irrigación o desde la sociedad civil organizada y las múltiples entidades que dirigió, impulsó o promovió.
Hasta el momento en que enfermó, sorpresivamente, Abihaggle no dejó pasar un solo día sin poner en cuestión algún tema crucial de Mendoza y el país: "Si hay un problema, tiene que haber una solución", decía convencido cuando se le "recriminaba" -si es que vale el término- la intensidad de su labor.
Como si todo eso fuera poco, lideró espacios de vanguardia, más allá de acreditar suficientes conocimientos sobre el pasado vivido. Así, fue de los primero en hablar de la "economía naranja" y todos los nombres que adquirió después, le puso ganas a la integración de universidades públicas y privadas (y muchas, le deben a él su inserción en el conocimiento público, tan acostumbradas a la vida endogámica) y le dio rodaje a la convocatoria a "polinizadores" en el afán de luchar contra el calentamiento climático desde cada lugar de decisión en Mendoza.
No, no es exagerada la calificación otorgada a Abihaggle de "gobernador moral". Que no lo hubieran elegido no hizo mella y ejerció un mandato del que fue portador desde muchos sectores de la sociedad.
En lo personal, debo decir que Abihaggle sintió que tenía que estar presente en muchos momentos importantes, tristes o alegres, de las personas con las que alguna vez estuvimos a su alrededor. Así, cuando nació Memo, este diario, él estuvo: corrigió, aportó, sugirió, criticó todos y cada uno de los días. Ni qué decir ante situaciones particulares: su consejo siempre fue útil y atinado, por lo que fue un hombre de consulta, un "pater familia" en sentido ampliado.
¿Ya dijimos que Carlos Abihaggle fue un "buen tipo"? Probablemente la mayor de sus características no haya sido mencionada todavía. Tal cualidad debería ser transversal a toda consideración, porque es la primera reacción que da todo aquel que se entera de su fallecimiento. Ya con eso solo sería suficiente para el homenaje: no tuvo nunca vedetismo, tampoco fue egoísta, siempre prefirió acompañar en segundo plano aun siendo el motor de ideas.
Ni hablar del "familión" que fundó junto a su esposa: dejó un semillero fundamental que ya sabe que tiene una tarea por delante, con semejante padre como referencia.
Mendoza va a sentir su ausencia física. Pero un gran tributo debe ser recoger su ímpetu. Porque no ha sido vencido, sino elevado a una categoría superior.