Justicia y Medicina
El Dr. Eduardo Da Viá vuelca su opinión en torno a la actitud de los defensores del juez Walter Bento.
Simplemente para establecer un patrón de los significados, apelo al diccionario de la real Academia, que las define de la siguiente manera:
JUSTICIA: Principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente.
MEDICINA: Conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir.
Visto así pareciera que ambas marchan sin contactarse por sus respectivos caminos; sin embargo tienen en común denominador que les es exclusivo:
Ambas procuran que los humanos sufran menos tanto la pérdida injusta de su libertad, su patrimonio, su salud y su vida.
Ambas son profesiones desarrolladas y practicadas por el hombre y para el hombre: en principio son puras en sí mismas y por lo tanto respetables más que ninguna otra, pero lamentablemente es el mismo hombre, principio y fin de cada una, quien se ha encargado de desprestigiarlas con su comportamiento incorrecto, a tal punto que hoy, tanto abogados como médicos somos sospechados, y las probables víctimas acuden a solicitar nuestros servicios porque somos servidores, con dudas acerca de la honestidad con que les serán ofrecidas las soluciones de sus respectivos problemas.
Para hacer el mea culpa que me corresponde como profesional del arte de curar, reconozco y lo he dicho y publicado, que el médico actual ya no goza de ese tradicional halo de confianza y respeto con que se aproximaba a su paciente por cuanto ha hecho de la profesión en la que era lícito que percibiera remuneración por sus servicios, a un simple y vil negocio donde el doliente pasó a ser un cliente susceptible de ser engañado, asustado y esquilmado.
Aquel tradicional médico de familia que llegaba por sus propios medios a la casa del enfermo miembro de la familia a la que conocía y trataba desde años atrás, que lo primero que hacía era sentarse en el borde del lecho del doliente y mirándole a los ojos, le tomaba cálidamente la mano para recién preguntarle que le sucedía. Solo portaba el estetoscopio para mejor escuchar los sonidos del corazón y de los pulmones, o nada muchas veces, porque su aguzado oído podía muy bien, apoyado en el cuerpo del paciente percibir con claridad esos mismos sonidos, incluso utilizaba una púdica pañoleta para salvaguardar la intimidad de los pechos femeninos.
Hoy, si es que viene a domicilio trae consigo el celular encendido que lo interrumpe más de una vez durante la consulta, se sienta en una silla y garrapatea datos en una tableta.
Por cierto que tras un examen más que somero vienen los pedidos de exámenes complementarios, tomografías, resonancias, ecografías etc., sin haber contemplado la expresión del rostro del paciente, libro abierto para el experto que es donde primero debió abrevar para llegar a un diagnóstico no de enfermedad sino del padecimiento que atormenta al paciente. La consulta termina indicándole que le remita por mail o whatsapp los resultados y que por la misma vía le enviaría las recetas correspondientes.
La relación médico paciente que no debe ser empalagosa sino respetuosa y cálida, se ha perdido; y lo peor es que ocurre en todo el mundo.
Pobre Medicina, otrora tan respetada, "los hombres te han hecho mal."
La Justicia surgió como una necesidad inevitable para vivir en sociedad, defendiendo los inocentes víctimas del accionar deletéreo de sus congéneres y condenando a los criminales que se aprovechan de aquellos.
Con el tiempo los abogados descubrieron, en especial los del fuero penal, que es mucho más rentable defender a un malhechor que a un ciudadano honesto. El malhechor tiene recursos, producto de sus ilícitos, en tanto que el inocente suele no tener un céntimo para pagar por su defensa cuando aspira a que ésta sea llevada por un profesional prestigioso.
Los peores ciudadanos defendidos por los mejores profesionales del derecho, una cotidiana paradoja, y es aquí justamente donde suelen brillar por sus conocimientos de los vericuetos de la ley que les permiten victimizar al asesino, al estafador al sobornador, aduciendo inocencia y conspiración injusta en su contra. Apelando con nuevos trucos en todas y cada una de las instancias, sabedores de la cruel realidad desde el principio de la defensa.
Pero recientemente, aquí, en nuestra propia Mendoza se ha producido un hecho que a mi juicio es gravísimo, cual ha sido apelar a la sensibilidad del tribunal en el caso Bento, valiéndose de la discapacidad de uno de sus hijos, cuya ya deteriorada salud se habría agravado por la ausencia de su padre, cosa que no ocurría cuando se alejaba del país por vacaciones o por dudosos negociaos en el exterior, acompañado por su esposa y sin que el paciente sea de la partida.
Para reafirmar lo expresado reproduzco texto de diario local referido a este punto:
"Rechazaron la prisión domiciliaria de Walter Bento y continuará preso". El tribunal que lo está juzgando entendió que los delitos en su contra son muy graves y que existe riesgo de que entorpezca el proceso judicial. Seguirá detenido en Cacheuta. El Sol. Diciembre 23, 2023 8:33 am.
El Tribunal Oral Federal 2 de Mendoza rechazó el pedido de prisión domiciliaria que había hecho la defensa de Walter Bento, y decidió que el ex juez continúe preso en el Complejo Penitenciario Federal 6 de Cacheuta.
Bento está detenido desde el 8 de noviembre, día en que el Consejo de la Magistratura, a través de un Jury de Enjuiciamiento, decidió echarlo del Poder Judicial por entender que existían pruebas de sobra para su remoción debido a su poco decoro y falta de conducta como magistrado de la Nación. En ese mismo momento, la justicia federal hizo efectivos los pedidos de prisión preventiva que pesaban en su contra y que no se habían concretado debido a los fueros que le deban inmunidad de arresto.
El ex titular del Juzgado Federal 1 de Mendoza está imputado, entre otros delitos, por cohecho (soborno), desobediencia, ocultamiento de pruebas, falsead ideológica, lavado de activos y abuso de autoridad. En ese paquete de acusaciones, aparece, además, como el jefe de la asociación ilícita que, a partir de su rol, se dedicaba al cobro de coimas a cambio de beneficios procesales. En la mayoría de los casos, se trataba de morigerar la situación de quienes pagaban sumas altísimas en dólares para obtener esos favores.
Actualmente, Bento y una treintena de imputados están siendo sometidos a un juicio oral y público. Planteo y rechazo.
El principal argumento de los abogados Mariano Fragueiro Frías y Felipe Salvarezza para que Bento pudiese salir de la cárcel se basaba en las condiciones de salud de uno de sus hijos, Facundo, que padece una severa discapacidad y que, según la presentación, había sufrido una recaída en su condición al perder contacto con su padre.
De acuerdo con el escrito presentado por los letrados, la esposa de Bento, Marta Boiza (también imputada en la causa), no puede hacerse cargo del joven de 29 años, que padece parálisis cerebral y severas limitaciones.
Justamente, cuando Bento fue destituido en el juicio político, el tribunal determinó que la obra social de los judiciales hiciera una excepción y siguiera prestándole servicio a Facundo.
Sin embargo, a pesar de los fundamentos y la evidencia médica presentada por la defensa, las juezas Gretel Diamante, Eliana Rattá y Carolina Pereira entendieron que los cargos en contra de Bento son tan graves que, de ser probados, arriesga una pena que va de los 5 a los 50 años de prisión.
Las magistradas también contemplaron que los otros dos hijos de Bento, Luciano y Nahuel (también imputados), pueden formar parte de los cuidados de su hermano, y que existe una estructura familiar que puede servir como red de contención en esta situación, y por si fuera poco sigue gozando por vía de excepción de cobertura de salud obra social mediante.
Además, se tuvieron en cuenta aspectos clave en el desarrollo del proceso judicial, y cómo el exjuez podría entorpecerlo si lograra la prisión domiciliaria en su casa de Palmares. De ser probados los delitos, Bento arriesga una pena que va de los 5 a los 50 años de prisión.
"Esas conductas son tales como destruir, modificar, ocultar, suprimir o falsificar elementos de prueba; intentar asegurar el provecho del delito o la continuidad de su ejecución; hostigar o amenazar a víctimas o testigos; influir para que testigos o peritos informen falsamente o se comporten de manera desleal o reticente; inducir o determinar a otros a realizar tales comportamientos, aunque no los realizaren", dice la resolución.
Prácticamente, es una descripción de los comportamientos que ha tenido Walter Bento desde que supo que había una investigación en su contra.
Cuánto lamento la pueril y deplorable solicitud de los doctores Mariano Fragueiro Frías y Felipe Salvarezza.
Cuánto mal le hacen a la profesión que ostentan y a los colegas decentes, entre los cuales tengo grandes amigos, y que inocentemente caen en el mismo saco, como los buenos médicos.
Será Justicia.