¡Feliz día, Ma!

Un día tomamos la decisión y nos convertimos en lo que mucho tiempo criticamos: en madres y todo cambió. Escribe Laura Rombolí.

Laura Romboli

"¡Es mi casa y mando yo!" - "¡Acá se hace lo que yo digo!" - "¡Lo único que quiero es que seas feliz!" - "¡Qué razón tenía mi vieja!" - "Dale, ¿lo haces por mí?" - "¡Ya ni te acordás de tu madre!".

Cuántas veces nos prometimos no decir estas frases. Cuántas veces sentimos que, con la arrogancia propia de la juventud, ella no nos entendía, que no tenían ni idea de lo que pasábamos... "¡Qué va a tener, si no sabe nada!".

Y así fuimos creciendo como hijos y ella como madre. Y aunque parezca que todo lo sabía, debo decirles que... todo lo sabía. Cuando estábamos mal o por enfermar o cuando teníamos algún problema.

"Mamá llegué"

Y un día tuvimos hijos y la vida nos cambió, como le pasó a tu mamá el día que te conoció. Entonces comenzamos a comprender que no era fácil la tarea y que aquellas frases debían irremediablemente ser pronunciadas alguna vez. Que de tanto preguntar: "¿No tenés frío?" nos volvimos especialistas en capear tormentas y sonreír en días soleados.

¿No les pasa, a ustedes, madres que con solo tocar la frente de sus hijos -no importa la edad- saben si tienen fiebre o una preocupación?

Entonces, la vida nos transcurre conscientes de que jugando ese papel es muy posible que nos equivoquemos, pero también que perdonemos, acompañemos y, especialmente, olvidemos.

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Crecemos con nuestros hijos sabiendo que no hay nada que una lasaña no pueda cambiar y que darnos un abrazo "porque sí" es lo más lindo que la vida nos puede dar.

Viví en una casa sin una figura paterna, de ningún tipo. Imaginen, entonces, lo que era ese domingo de octubre para nosotras, realmente un festín. Contenidas las emociones familiares, de que no pasara nada en el invierno, festejábamos a lo grande el Día de la Madre.

Y tal vez, sea una buena idea celebrarlo así, como la mejor manera de reconocer lo que nuestra madre, vieja, ma, mami, es para nosotros. Celebrar la dicha de darnos cuenta de que todavía estamos a tiempo para disfrutarla. Que si estamos alejados, sea el día para acercarnos. Que si está muy lejos, adelantarnos y que está vez no sea ella la que llame primero. Que si ya no la tenemos sea el día para recordarla, como siempre, hasta el infinito y más allá.

Que este domingo sea el momento de sentir que madre hay una sola y que la mejor te tocó a vos.

¡Feliz día!

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