Historias mínimas

El malestar de la cultura y la viralización de la verdad

La cultura y qué es: un paseo por la memoria que realiza Carlos Varela Álvarez en tiempo de pandemia, trae al presente reflexiones de alto valor, como ésta.

Carlos Varela Álvarez

Repito lo que leí hace varios años sin saber si es cierto, pero ahí decía que en las centrales nucleares de la época habían gansos, porque esas aves son tan sensibles que por sus movimientos y graznidos podían adelantar las malas noticias como terremotos, tsunamis, huracanes, etc. Si eso fuera cierto, creo que en nuestra sociedad, ha sido la cultura, el ganso en quien confiar. Hace muchos años, durante mi estadía en Estocolmo, allá por los inicios de los 80, y haciendo un pequeño pasquín antidictaduras, hecho a la manera de esténcil (sólo los ácratas siguen haciéndolo así) juntos a tres locos más (El Ruscio, El Guatón y Pachequito), me permitió conocer, escuchar y disfrutar a Eduardo Galeano. 

Nunca conocí a una persona que hablara como escribiera, poesía pura, la historia vuelta a contar como el mejor juglar. El escribidor de Las Venas Abiertas de América Latina me dejó una frase que forma parte de mi inventario, "un pueblo es culto por lo que produce y no por lo que consume", para mí eso ha sido un esquema cierto de verificar. Hay tanto país de plástico como gente de plástico. 

Suenan en el barrio las campanas de la misa dominical seguramente vacías y ya no suena el timbre de la escuela de enfrente también vacía. Pero la cultura, eso que somos, es ahora el espacio de desafío más grande que tenemos. Es cierto sin salud ni economía el desastre es monumental pero sin cultura seremos peor o la nada. Cero. Hoy la creación, la inspiración, deben contagiarnos también para innovar, crecer en la nocturnidad de los pasos inseguros, hay que abrir la quietud a las lecturas, las canciones, la escultura, la pintura. Hay que convocar a las musas que acompañaron nuestra humanidad. 

La cultura, eso que somos, nos permite descubrir no sólo al otro, sino también a uno mismo, porque ella es un todo de público y actores. 

La cultura desde Mariquita Sánchez en su Jabonería hasta el teatro clandestino en la peor dictadura local, como la poesía que se gestaba en los campos de concentración, fueron la fuerza que inspiró soñar y comunicarse. 

La pandemia nos sorprendió entre otras cosas con la cultura en baja, con los artistas confinados a las redes, los gansos no advirtieron el ruido del rumor. Pero es posible comenzar a viralizar la verdad como dice el ensayista Tim Whu, como primera tarea de los artistas populares, la gente, nosotros, eso es cultura. 

Una segunda tarea es crear lazos de sentimientos, porque es la labor de la música, la palabra, la imagen. ¿Qué sería del aislamiento sin ellas? Los timbres de las escuelas volverán a tocar cuando el ruido y gritos de sus habitantes nos convoquen nuevamente a una nueva y desconocida normalidad. Seguramente sucederá lo mismo con los estadios, iglesias y parques y hasta quizás con una mesa familiar ampliada a la vieja usanza. Pero es tarea de los gansos, si es que es cierto, que la vida tenga calidad, porque como decía Nietzsche en El ocaso de los ídolos, la vida sin música sería un error. Por tanto es hora de producir, de crear, de pensar, de comunicar, si los gansos no callan es que no ha pasado el peligro, por el contrario es la alerta anunciada. 

Hay que graznar porque la pandemia más peligrosa es la que se lleva la verdad. 

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