Despedida

Martin Amis, la muerte de un disidente

Murió el escritor británico Martin Amis. En treinta libros en que se movió con pericia entre diversos terrenos, Martin Amis confirmó que la suya era una mirada que privilegiaba la lente de la ironía y la parodia para escrutar el mundo y sus absurdos.

Murió Martin Amis y el mundo de la cultura lo despide, agradecido por su aporte rebelde y disidente.

"La nueva generación, o quizá la generación posterior, verá la pornografía como parte del paisaje de un modo que nosotros no logramos apreciar. El exhibicionismo reflexivo flota en el aire, en la cultura. En un extremo está la pornografía. En una escala menor están la pérdida de la inhibición y el oscurecimiento del límite entre lo público y lo privado, palpable tanto en las pláticas por teléfono celular -ese desnudamiento conversacional-como en Big Brother y los reality shows." La declaración se vincula a la última parte de Perro callejero (2003), el libro con que Martin Amis rompió un silencio novelístico de seis años en medio de una sonora polémica registrada por los diarios británicos, según recordó el portal Letras Libres al recordarlo

Aunque polémica fue una palabra ligada al autor de Dinero (1984) desde los inicios de su carrera, lo cierto es que el fragor desatado por su décima novela ya no tuvo que ver con factores extraliterarios: que si Amis había recibido un adelanto de medio millón de libras esterlinas por La información (1995); que si había cambiado a su agente Pat Kavanagh, esposa de su amigo Julian Barnes, por el controvertido Andrew Wylie, merecidamente apodado el Chacal; que si había pagado cien mil dólares por arreglarse la dentadura en Nueva York; que si había tomado la decisión de pasar temporadas cada vez más largas en su casa de José Ignacio, una pequeña y exclusiva playa situada a ciento ochenta y cinco kilómetros de Montevideo, adonde llegó a despojarse del aura escandalosa de su vida en compañía de su segunda mujer, la también escritora uruguayo-estadounidense Isabel Fonseca, y sus dos hijas, Fernanda y Clío.

En esta ocasión, los críticos -entre ellos Tibor Fischer, quien fuera cercano a Amis- se ensañaron con el "mal manejo" de los temas elegidos: el machismo, el incesto, la realeza, la prensa sensacionalista y, claro, la pornografía, a la que el autor de Koba el Temible. La risa y los Veinte Millones (2002), impactante indagación de corte autobiográfico en el legado de Iósif Stalin, dedicó un excelente reportaje aparecido en la desaparecida revista Talk,que fue a parar en forma de ficción al final de Perro callejero, cuya escritura arrancó en 1997 pero fue interrumpida para redactar Experiencia (2000), el iconoclasta volumen de memorias en que se ajustan cuentas con la poderosa sombra paterna arrojada por Kingsley Amis: "La ansiedad siempre ronda la novela; creo que es un elemento fundamental del trabajo narrativo. Las novelas se vuelven el foco y a la vez la expresión de la ansiedad." Pruritos aparte, nadie pudo jamás negar a Amis su habilidad de insider al momento de disecar, entre otros ámbitos, la esfera porno; Lovetown, cuna de una de las industrias más rentables del planeta, es en Perro callejero el reverso turbio, necesariamente paródico, de Hollywood.

En la mayoría de los treinta libros en que se movió con pericia entre diversos terrenos -novela, cuento, crónica, ensayo, entrevista-, Martin Amis confirmó que la suya era una mirada que privilegiaba la lente de la ironía y la parodia para escrutar el mundo y sus absurdos. En Tren nocturno (1997), la novela previa a Perro callejero, el proceso de depuración de esa ironía feroz que se vislumbraba desde novelas monumentales como Campos de Londres (1989) alcanzó una de sus cimas: nos hallamos aquí ante una mirada amarga, desencantada, muy a tono con las visiones del fin de milenio que se avecinaba. Muy a tono asimismo con el tema elegido en esta ocasión: el suicidio, ese agujero negro al que Amis envió su sonda para tratar de responder la tríada esencial del género policiaco. ¿Quién? Jennifer Rockwell, una joven astrofísica empeñada en estudiar "cuestiones relacionadas con la edad del universo". ¿Cómo? Enredándose una toalla en el pelo antes de pegarse tres tiros en la cabeza. ¿Por qué? Sólo por demostrar que "hasta esto, todo esto [juventud, belleza, estabilidad amorosa, económica y laboral], lo dejo atrás". El enigma se resolvería en las páginas iniciales si no estuviera en manos de Amis y si la protagonista no fuera una detective con un pasado surcado por las sombras del alcoholismo y el incesto -de nuevo el incesto- que encuentra una efímera redención en la figura del padre de la suicida. Rompecabezas metafísico, crucigrama sin solución, Tren nocturno da un giro brusco a las convenciones del thriller con malicia y destreza nabokovianas; ambientada en una ciudad sin nombre planeada como amalgama de la sociedad de consumo estadounidense, esta novela que merece un lugar importante dentro del corpus amisiano es a la vez crítica y rejuvenecimiento del noir, burla y análisis de la lógica sin lógica implantada por una humanidad aturdida por el ruido y la furia de nuestra época.

Practicada con saludable desparpajo aunque también con sólido rigor estético, la subversión de géneros literarios fue una de las principales armas de Martin Amis, y así lo volvió a demostrar en los que serían sus testamentos novelísticos: La Zona de Interés (2014), magistral tour de force recién llevado al cine por Jonathan Glazer, en el que el Holocausto se narra desde la perspectiva de los verdugos nazis en un campo de concentración -una perspectiva que, por supuesto, causó escozor entre los editores de Amis y desató una polémica más-, y Desde dentro (2020), que continúa y expande la línea de Experiencia para ofrecer un insólito ejemplo de autoficción, que pone en tela de juicio este concepto y en el que leemos una anécdota reveladora que involucra a Hilary Ann Bardwell, la madre del autor, cuando este le pregunta por el exterminio judío en algún momento de su infancia. "?No te preocupes por Hitler -me dijo ella (algo muy característico)-. Tú tienes pelo rubio y ojos azules. Hitler te habría adorado.' De esa tranquilidad -Hitler me habría adorado- surgirían con el tiempo dos novelas enteras [La flecha del tiempo, de 1991, y La Zona de Interés]. Porque las novelas nacen de una ansiedad largamente marinada y desatendida, una ansiedad sigilosa." Es de celebrar que Martin Amis haya dado voz a la ansiedad que lo acompañó desde la niñez para construir la que quedará como una de las obras más espléndidamente atronadoras del panorama contemporáneo. 

Por su parte, Borja Martínez recordó en El Independiente algunos aspectos biográficos cruciales, a la vez que lo comparó con Christopher Hitchens. "En 2011, Martin Amis dejó Londres y se mudó a Nueva York. Se instaló con su mujer, la también escritora Isabel Fonseca, y sus dos hijas pequeñas en una bonita casa de cinco plantas en Cobble Hill, uno de los barrios más cotizados de Brooklyn. Y lo hizo en parte para estar cerca del escritor Christopher Hitchens, que padecía un agresivo cáncer de esófago. Amis confiaba en poder disfrutar unos más años de la compañía y la conversación de su mejor amigo, pero Hitchens murió en Houston en diciembre de ese mismo año".

Martínez trazó un paralelismo. "Este pasado sábado, casi doce años después, Amis, uno de los autores británicos más relevantes del último medio siglo, ha fallecido en Florida víctima de la misma enfermedad. Una trágica coincidencia que no hace sino coser más estrechamente dos trayectorias complementarias. Ambos nacieron en 1949. Al contrario que Amis, Hitchens se dedicó desde el principio de su carrera al periodismo y el ensayo. El autor de Cartas a un joven disidente fue durante su periodo de plenitud uno de los escritores anglosajones más abrasivos, poseedor de un rigor crítico que aplicó de manera inflexible incluso a una santa contemporánea objeto de unánime admiración como Teresa de Calcuta -'no es amiga de los pobres, sino de la pobreza'-, cuya figura desmontó en un libro memorable, The Missionary Possition, inédito en castellano".

El diario español El Mundo recogió 5 de sus libros para recordarlo

'EL LIBRO DE RACHEL'(1973). Esta fue su primera novela. Martin Amis la publicó a los 24 años. Aun vivía en casa de sus padres. Le dieron meses después de la salida el Premio Somerset Maugham, el que ganó también su padre con La suerte de Jim, el otro debut narrativo en la familia. En España lo publicó Anagrama y en Inglaterra situó al joven Amis como un destacado autor en el comienzo de los comienzos. Un personaje estrafalario, veinteañero, prodigio y neurótico, Charles Highway, quiere abandonar la adolescencia con una experiencia sexual poderosa y esa operación se convierte en una historia psicoanalítica y algo autolítica que desemboca en El libro de Rachel. Este estreno en la narrativa demarcó ya uno de los territorios de la poderosa escritura de Amis, la ironía como quila y como desenfreno. Y el cinismo como actitud, con una elegante carga sombría. El estreno fue un acontecimiento en la Inglaterra de los años 70.

'DINERO'(1984). ¿Y si fuera esta su obra maestra literaria? Un repaso a la corrupción moral, la ambición y el desquicie alrededor del dinero que congestionó el thatcherismo. Cuarta novela de Martin Amis y la de voluntad más crítica y política. El protagonista, John Self, es un arribista incapaz de entender el mundo, pero capaz de convocar alrededor algunos vicios elementales: alcohol, tabaco, pornografía, y con ellos construirse un territorio desquiciado desde donde bordea sin fin el abismo, entre Londres y Nueva York, como los triunfadores de los 80. Otra vez el sarcasmo de Amis se despliega en unas páginas hilarantes para recorrer el itinerario de un tipo irremediablemente desastroso. Es la consumación del mejor estilo para narrar las cosas más vulgares.

'EL SEGUNDO AVIÓN: 11 DE SEPTIEMBRE...'(2008). Cronista atento, Martin Amis comenzó a escribir sobre el atentado contra las Torres Gemelas pocos días después del impacto de los aviones. Y mantuvo esa curiosidad, esa obsesión, durante siete años. Dejó huella de su interés en artículos de prensa, en críticas de libros y de películas, en dos relatos espléndidos (Los últimos días de Mohamed Atta y En el Palacio del Fin), pero también en los reportajes sobre los viajes que hizo con Tony Blair, en 2007, por Belfast, Washington, Bagdad y Basora. También recoge aquí un ensayo inflamable contra el fundamentalismo islámico y contra la respuesta perpleja y desorientada de Occidente. A la manera de su amigo Christopher Hitchens, Martin Amis se postuló como diana y polemista, contra todo y contra todos.

'LA ZONA DE INTERÉS' (2015). Otra vuelta más al humor característico de Martin Amis. Esta vez por dentro de la tragedia que vapuleó el siglo XX: los campos de concentración nazis. Ya se había acercado al Holocausto en La flecha del tiempo (1996). Pero aquí hablan los asesinos, los verdugos, y la trama se levanta como una historia de amor y celos entre los bárbaros, una mujer como detonante y un judío colaboracionista. Con estas herramientas da cuerda a una historia incómoda y cruzada de ironía urticante para hablar de crimen, de injusticia, de totalitarismo, de conciencia y de descubrimiento de lo que somos. Pero todo esto narrado desde dos ópticas que convergen: la dignidad de los presos del campo, el delirio hacendoso de los nazis que lo explotan y el escenario terrible de una realidad descompensada.

'DESDE DENTRO' (2020). Como si esto sólo fuese un libro de memorias también sería excelente, pero lo que hizo Amis en Desde dentro es sentarse a escribir de él mezclándose con otros (reales e irreales), atravesando su obra con un escalpelo, y mantenerse intacto de la quema a lo bonzo que es recordar y celebrar, y cuestionarse, y hacer de su pecho un diván. Quizá sea un ensayo camuflado. Quizá sea una cima de escritor. Tres personajes principales de su vajilla literaria cruzan por estas páginas: Saul Bellow, su compadre malogrado Christopher Hitchens y el poeta Philip Larkin. Pero también padre como espejo en llamas y santo bebedor, la hermana alcohólica y de muerte prematura, los amores convulsos, las hijas, el antisemitismo, EEUU e Inglaterra, el terrorismo, el fundamentalismo... Mejor que Experiencia, su otra incursión memorística, Amis dejó aquí una obra de salto sin red. Una estatua vibrante de sí mismo.

Esta nota habla de: