La decadencia y el subdesarrollo viajaron en tren
La llegada de un tren que no tiene velocidad es la triste representación de la Argentina actual, totalmente descapitalizada, siempre mirando al pasado. La columna de los domingos de Rodolfo Cavagnaro.
La economía argentina ya no camina cómoda y, a veces, parece que se arrastra. El gobierno busca formas de mantenerse activo, sin estarlo. Los funcionarios de la presidencia le buscan al Presidente eventos donde pueda estar presente, inaugurar algo y tener prensa. Para esto van recorriendo todo el país. Hace un mes vino a Mendoza a ver las obras de una cárcel y las de un colector cloacal. Hasta el glamour han perdido.
Esta semana presenciamos otro acto más de la decadencia y mediocridad que nos invade. Bajo grandes pompas se anunció que volvía el ferrocarril de pasajeros a Mendoza. Y un viaje que hace 30 años se hacía en 15 horas ahora lo prometieron en 22 horas. Realmente lamentable. Y uno no puede criticar a la población que se volcó a las calles para saludar la vuelta del ferrocarril. Esa actividad fue la que le dio vida a Palmira, como a tantas poblaciones que quedaron huérfanas cuando fueron cerradas sus instalaciones.
La ilusión de la población es válida porque es una herramienta muy valiosa si fuera cuidada. Y ese es el problema. Con tal de hacer anuncios, comporten recursos que no existen para brindar un servicio lamentable. ¿Cuántas personas se trasladarán hasta Palmira para hacer un viaje de 22 horas para llegar a Buenos Aires? Por más conveniente que sean los precios, las condiciones son lamentables. Aunque lleve más tiempo deberían hacerse las inversiones necesarias para que ferrocarril tengan vías modernas y unidades también modernas. De lo contrario, seguiremos mirando por el espejo retrovisor.
Pero el tren es solo un símbolo de lo mal que estamos. Un Estado saqueado por políticos inescrupulosos con socios empresarios y toda la sociedad como rehén. Esta sociedad está dando muestras de hastío y, como para dar buena impresión, montan espectáculos lamentables como el del tren, jugando con los sentimientos válidos de muchas personas. El presupuesto 2023 muestra que la empresa Ferrocarriles será la más deficitaria, sobre todo por los servicios urbanos que prestan en el área metropolitana donde son muy baratos pero el servicio es pésimo.
Massa hace agua por todos lados
Mientras los funcionarios se desviven explicando toda la plata que gastan, el ministro de economía juega un juego peligroso porque mientras se queda sin reservas, tiene que tratar de frenar la inflación y que no se le escapen las cotizaciones de dólar paralelo. Hace dos semanas intentó hacer un canje de bonos que tenían vencimiento muy cercano por otros con vencimiento en 2024 y 2025.
Esto no le dio mucho resultado, pero los datos de la inflación de la semana pasada y una tímida suba de tasa de interés por parte del BCRA, terminaron inclinando a los inversores hacia los dólares alternativos, al saber los faltantes de divisas en las reservas. La realidad nos muestra a un ministro tratando de tomar decisiones multipropósito, que le permitan contener la suba del dólar, contener la inflación y tratar de asegurarse reservas.
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Pero la situación argentina no funciona así. Los desequilibrios requieren medidas específicas, como un plan monetario, un plan fiscal y un programa cambiario. El Gobierno solo se limitó a subir la tasa de 75 a 78%, un 6,5% mensual, cuando la inflación pasada había sido de 6,6% y la proyectada para marzo supera el 7%. Así no hay interés de los ahorristas de quedarse en pesos y saltan a cualquier alternativa que los proteja de la dañina inflación.
La polémica por los fondos jubilatorios
Por ahora, Massa está intentando desarmar cualquier presión que lleve a una mega devaluación y por eso recurrió a una medida polémica como es la de obligar a los entes públicos a canjear al ejecutivo sus bonos nominados en dólares y con jurisdicción extranjera por bonos en pesos ajustables por inflación o por dólar oficial.
Massa inventó esta jugada con la idea de proveer dólares al mercado en forma de títulos lo que venderá a los bancos que le darán pesos y evitará endeudarse nuevamente por unos meses y también que el BCRA tenga que emitir moneda. Todo parece redondo, pero no lo es, porque es una mentira de patas cortas.
Las quejas de los opositores y gente que conoce el sistema explican que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), entre 2009 y 2015, pudo mantener el valor de sus activos gracias a que agrandó sus tenencias de bonos soberanos nominados en dólares. La pretensión del ministro es que el vendan esos bonos al Gobierno a valor del dólar oficial y recibirán a cambio un bono en pesos. Además, el valor de mercado de esos bonos es 25 dólares y se los da a los bancos y dentro de 7 años deberá pagar 104 dólares por cada uno. Esto supone endeudarse a un 25% anual, según calculó el extitular del Anses, Diego Bossio.
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A pesar de todo, tanto el equipo actual del Anses y el mismo Massa afirman que el Fondo tendrá una ganancia de us$ 2.000 millones, pero no dicen de qué forma hacen los cálculos. Lo cierto es que el ejecutivo les dará estos bonos a los bancos, los que le darán pesos según el valor de mercado de los mismos, con los cual no conseguirá más que un equivalente a us$ 4.000 millones, con lo cual los bancos se quedarán con muy poca liquidez y esto contribuirá a agudizar la recesión, ya que no habrá más crédito para las empresas.
Es todo muy raro. Hace cerca de un mes Massa convocó a un canje de deuda, capturando bonos en dólares en un precio mayor que el actual, con la intención de frenar el Contado con Liquidación (CCL) y ahora vende los mismos bonos, más baratos, con la misma intención que había dicho antes. Esto es tan raro que merecería una explicación.
Este tipo de operaciones nos lleva a preguntarnos si realmente está constituida la fiducia que protege los fondos del FGS. Porque si no está constituida y debidamente protegidos los fondos, Massa podría recurrir a aplicar un artículo del Código Civil que establece la cancelación de deudas por confusión. Esto se produce cuando la posición de deudor y de acreedor recae en la misma persona. Es decir, si el Estado le debe al Estado, la deuda es cancelable por confusión.
En Mendoza tenemos un antecedente cuando, a raíz de una aguda crisis financiera, el exgobernador Arturo Lafalla recurriera a este recurso de manera de no pagar lo que el gobierno provincial debía al Fondo para la Transformación y el Crecimiento. Esto fue posible por nunca se constituyó la fiducia para proteger estos fondos que habían llegado de la venta de YPF.
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Hay que reconocer que el mismo Lafalla, cuando se vendieron los bancos estatales, comprometió esos fondos para la construcción de la represa Potrerillos. Para ello, se constituyó el Fondo Provincial de Infraestructura, y se generó la respectiva fiducia para proteger los fondos y de esa manera la obra se puso concretar.
La situación nos muestra lo agudo de la crisis que atraviesa el Gobierno, que este mes de marzo tuvo que entregar unos us$1700 millones de reservas al mercado entre obligaciones de deuda y pedidos de los importadores. Para lo queda del año, a pesar de todos estos movimientos, el pronóstico es reservado, porque los operadores desconfían cada vez más del Gobierno. Si el resultado de las primarias fuera favorable a algún miembro de la oposición, es posible que se descompriman las presiones, suban los precios de los bonos y acciones de las empresas.