País de viejos pobres

Isaac Katz dice que es imperativo eliminar todas las barreras al crecimiento económico porque sino las tendencias demográficas indican que México se podría convertir en un país de viejos pobres.

Isaac Katz

En el artículo de la semana pasada señalé que como resultado de, entre otros factores, la mayor escolaridad de las mujeres, así como su también mayor participación en el mercado laboral, el costo de oportunidad de tener hijos ha aumentado, lo que se ha traducido en una menor tasa de fertilidad. Así, mientras que en 1960 ésta fue de 6,77, para el año 2020 ya había caído a 2,10 y el año pasado se redujo a 2,08.

Esta menor tasa de fertilidad se ha reflejado en una significativa caída en el número de nacimientos anuales. Así, a partir del número máximo registrado en 1992 con 2 millones 418.569 nacimientos, estos han caído en cada año subsecuente. Cabe destacar que entre el año 2010 y el año 2021 el número de nacimientos cayó en 30%, de forma tal que para el año 2021 solo fueron 1 millón 171.953.

La menor tasa de fertilidad y de natalidad reflejada en esta significativa caída en el número de nacimientos junto con la menor tasa de mortalidad y la mayor esperanza de vida (a pesar de la caída de cuatro años entre el 2019 y el 2021 como consecuencia de la destrucción del sistema de salud y, en menor grado, la pandemia) se han traducido en un paulatino e irreversible envejecimiento de la población mexicana. Así, se proyecta que para el año 2050 las personas de hasta 15 años de edad serán el 15% de la población total mientras que los mayores de 65 años representarán el 40 por ciento.

De esta dinámica demográfica destaco aquí dos implicaciones. La primera es lo relativo al sistema educativo nacional. La menor tasa de fertilidad y de natalidad implican un cambio en la estructura de la demanda de servicios educativos, reduciéndose paulatinamente la demanda en los primeros años escolares y aumentando en los niveles más avanzados. Esto implica que las autoridades educativas tienen que estar conscientes de que es necesario iniciar desde ya un proceso de capacitación de los profesores para que puedan ser capaces de enseñar en los niveles más avanzados. El descuido y la negligencia de este gobierno respecto del sistema educativo nacional hacen que esto sea, por lo pronto, una misión imposible de cumplir. El costo de no hacerlo será una reducción en la de por sí muy baja calidad del servicio educativo y el encarecimiento del proceso de crecimiento futuro de la economía, lo que dificultaría reducir la incidencia de pobreza.

La segunda implicación es que la conjunción de ambos fenómenos de esta dinámica poblacional se han traducido en que durante las últimas dos décadas el índice de dependencia laboral ha caído. La reducción de este índice que se mide como la relación de la suma de la población de hasta 15 años de edad y los mayores de 65 como porcentaje del número de individuos entre estos dos límites, es decir mayores de 15 y menores de 65, es lo que se conoce como la "ventana de oportunidad demográfica" y que implica que ha habido cada vez más gente en edad laboral "manteniendo" a los niños y jóvenes en edad escolar y a los retirados.

El bajo nivel y calidad del capital humano de la población (la escolaridad media en 2021 fue de 9,84 años para los hombres y 9,64 años para las mujeres con solo dos entidades federativas, la Ciudad de México y Nuevo León con una escolaridad media apenas mayor que los 12 años equivalentes a la educación media superior) y la muy baja tasa promedio de crecimiento económico del PIB por habitante durante lo que va del presente siglo, que se redujo aún más con el desastre de política económica de los últimos cuatro años, se ha traducido en que en México se desperdició gran parte de esa ventana de oportunidad demográfica, misma que acabará dentro de los siguientes cinco años, que es cuando el índice de dependencia empiece a aumentar.

Por lo mismo, es imperativo que desde ya se estimule el crecimiento económico reduciendo todas aquellas barreras que lo inhiben. Es crucial impulsar la inversión, nacional y extranjera, fortaleciendo el Estado de derecho y garantizando la certeza jurídica demandada por los inversionistas No hacerlo condenará a México a ser un país de viejos pobres y entonces se podrá bajar la cortina del changarro y colgar un letrero que diga: "Este país fracasó en el proceso de desarrollo económico. Disculpe las molestias que ello le ocasione".

EL AUTOR. Isaac Katz es economista mexicano.Este artículo fue publicado originalmente en El Economista (México) el 3 de octubre de 2022.

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