Oro para el analfabeto monetario
El columnista económico de La Jornada, Alejandro Nadal, ofrece su visión en torno a quienes bregan por el retorno del "patrón oro" a la economía.
Desde hace tiempo la fantasía de regresar al patrón oro es discutida en Estados Unidos. En particular, los grupos políticos libertarios de derecha consideran que el retorno al patrón oro es una forma de controlar el gobierno centralizador y sus malos hábitos cuando se trata de monetizar sus deudas. El patrón oro es visto por estos políticos como una salvaguarda frente a los abusos del poder en materia de creación monetaria.
Ron Paul, representante de un distrito en Texas y precandidato a la presidencia por el Partido Libertario, ha promovido esta idea durante las últimas dos décadas. Su éxito electoral demuestra hasta qué punto se encuentra enraizada la idea de que el patrón oro es la mejor forma de controlar los vicios del gobierno para recuperar la confianza en la moneda estadunidense. Son famosas las confrontaciones entre este político tejano y los funcionarios de la Reserva Federal cuando han tenido que comparecer en el Congreso. El tejano propone privatizar la emisión de billetes y la desaparición de la Reserva Federal, porque ha contribuido a depreciar el dólar. Ron Paul era la cabeza política más visible de los que promovían la idea del regreso al patrón oro hasta que llegó Donald Trump.
En junio del año pasado Trump anunció que estaría nominando a su asesora económica Judy Shelton para ser miembro de la Reserva Federal. Las credenciales académicas y de servicio público de la señora Shelton no son impresionantes. En cambio, su ignorancia sí es sorprendente. Sus llamados para regresar al patrón oro y corregir el rumbo de la Reserva Federal son una constante muy llamativa y de seguro han deslumbrado el pequeño y desconectado cerebro de Trump.
Para darle un disfraz de seriedad académica, el Instituto Cato promueve el regreso al patrón oro a través de sus publicaciones e investigaciones. Shelton escribió hace poco en el boletín de este instituto que es necesario convocar a una conferencia internacional similar a la de Bretton Woods, pero esta vez en Mar-a-Lago, la residencia de Donald Trump. El objetivo de esta nueva conferencia sería el regreso al patrón oro, pero no sólo para Estados Unidos, sino para la economía global. La señora Shelton coronó su ensayo con la idea de que para hacer a Estados Unidos grande otra vez es necesario hacer grande a su moneda nuevamente.
La conferencia de Bretton Woods organizó el sistema monetario internacional alrededor del dólar como moneda hegemónica, porque Estados Unidos era el país con la mayor cantidad de oro en sus reservas. El dólar podría ser intercambiado por oro a raíz de 35 dólares la onza, mientras que las demás monedas mantendrían su paridad fija (dentro de límites muy estrechos para ajustes en la balanza de pagos). Todo el sistema estuvo regulado por el Fondo Monetario Internacional y funcionó de manera razonable hasta 1971. Ese año, el 15 de agosto, el entonces presidente Nixon cerró la ventanilla de intercambios dólar-oro y la economía mundial y su sistema de pagos se transformaron para siempre. Bretton Woods mantuvo los residuos del sistema de patrón oro. Pero al terminar el sistema de respaldo metálico de la moneda estadunidense los vestigios del patrón oro desaparecieron para siempre en 1971.
El patrón oro descansó siempre sobre la idea de que un referente valioso y tangible daría siempre una base sólida para resguardar el valor de la moneda. Pero la Gran Depresión mostró que el patrón oro no sirve para evitar la volatilidad y la pérdida de valor de una moneda. Mientras los gobiernos buscaban rescatar el patrón oro en lugar de concentrarse en rescatar a sus economías, el patrón oro se convirtió en la gran cadena de transmisión de los efectos de la crisis. La Gran Depresión se profundizó y extendió precisamente porque los países clave se aferraron al patrón oro.
La ignorancia de Trump, Ron Paul y Judy Shelton en materia de política monetaria no tiene paralelo. Lo primero que deberían saber es que el patrón oro es una forma de maniatar y anular la política monetaria. Lo segundo es que regresar al patrón oro necesita algo más que una fastuosa conferencia en Mar-a-Lago. Tercero, deberían saber además que hoy por hoy el banco central (llámese Reserva Federal o Banco de Inglaterra) no controla la oferta monetaria. Son los bancos comerciales privados los que determinan la oferta de circulante en la economía y si sus operaciones son claramente procíclicas eso no es algo que pueda evitar el banco central. De hecho, el banco central no solamente no tiene control sobre la oferta monetaria. Tampoco sobre las reservas en dinero de alto poder que puede requerir el sistema bancario. Los bancos comerciales privados serán los primeros en rechazar la propuesta de retornar al patrón oro.
Es claro que el papel del sistema bancario en el mundo no es de lo más constructivo que digamos. Pero los problemas no se van a corregir con un sistema arcaico como el patrón oro. Ese sistema, que Keynes describió en 1924 como una reliquia bárbara, es imposible de resucitar.
EL AUTOR. Alejandro Nadal. Economista. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso. Columnista habitual del diario La Jornada de México.