Análisis

Massa hace recortes discutibles mientras no puede juntar dólares

El ministro recorta en educación y salud, pero no toca gastos de la política, mientras no consigue los dólares que había prometido. El análisis semanal de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El ministro de Economía aprovechó el show montado por Cristina Kirchner con motivo de la acusación de los fiscales y la posterior reacción de presidente Alberto Fernández, para publicar varios decretos y decisiones administrativas donde se comienza a hace recortes presupuestarios. El problema de estos recortes no es de tipo cuantitativo (cuánto de achica el gasto) sino cualitativo (en qué sector achica el gasto).

El ajuste del Gobierno: qué gastos recortó y cuáles amplió Economía

Muy en silencio se anunció una reasignación de partidas o disminuciones de partidas sub ejecutadas en distintos ministerios. Si no hay explicaciones técnicas justificadas, se supone que las partidas asignadas a cada ministerio se van ejecutando a medida que avanza el año. Pues, nos encontramos que el ministerio de Educación había subjecutado una partida destinada al plan Conectar Igualdad, por el cual se les entregan Notebooks a alumnos de escuelas secundarias en todo el país.

La sorpresa era que dicho ministerio reconoció que tenía sin ejecutar el 70% de la partida anual, por $50.000 millones, de la cual $35.000 millones eran para comprar unas 180.000 notebooks. Las autoridades reconocieron que tuvieron demoras y que no podrían hacer las licitaciones en el transcurso del año. La pregunta es: ante tamaña ineficiencia y viendo lo que se gasta en sueldos en el programa, ¿no sería mejor comprar las máquinas y echar a por incompetentes a los funcionarios. Es decir, ahorremos en lo que no sirve y gastemos en lo que sirve.

También se había subejecutado una partida para fortalecimiento de los jardines de infantes, que solo consiste en transferirle la plata a las provincias y otras partidas de salud y del área de obras públicas. Lo que sorprende es que no hubo ninguna disminución de recursos para las deficitarias empresas del Estado.

Por ahora Sergio Massa se está planteando dos objetivos muy complejos desde lo político: el primero es bajar sensiblemente las transferencias a las obras sociales sindicales. Y esto es insólito, porque el gobierno no tiene porqué administrar esos fondos que pagan afiliados y empresas. El problema son las presiones de las que están mal administradas y las que están bien manejadas. ¿Por qué el Estado se pone a distribuir plata que no le pertenece para favorecer a los ineficientes?

El segundo desafío es bajar las transferencias discrecionales a las provincias que, una vez presupuestadas, las maneja el ministro del Interior. El volumen de estas transferencias, (antes conocidas como ATN) es muy importante y se consolidó como mecanismo para fomentar el clientelismo. Esa suma, si se elimina, permitiría aumentar los fondos de coparticipación, pero no parece ser la idea de Massa en este momento.

Por supuesto, las presiones de gobernadores y sindicalista son cada vez mayores, aunque eligen para quejarse algunos elementos repetidos, como rechazar las exigencias del FMI, entre otras. El problema que algunos se plantean es serio. Algunas provincias necesitan esos fondos para pagar sueldos, ya que el 80% del empleo lo provee el Estado provincial o municipal y de cortarse estos flujos impactaría en la paralización de obras públicas. Lo cierto es que es una práctica anómala, que altera el modelo federal y produce muchas injusticias.

Los dólares no aparecen

El ministro, al asumir, anunciaba que tendría unos US$ 5.000 millones por liquidaciones anticipadas de exportadores de granos, minería y otras industrias. Hasta el momento no ha conseguido ese compromiso por una razón elemental. Los exportadores deberían liquidar al precio del dólar oficial actual ventas que harán el año próximo y nadie les garantiza una compensación por la pérdida que tendrían.

No obstante, el ministro sigue asegurándole a los empresarios que devaluarán el peso, y esa es una condición que, también, le puso Cristina Fernández de Kirchner. No obstante, se le hace cada vez más difícil sostener esta situación porque sigue perdiendo reservas lentamente, a pesar del cepo a las importaciones que, además, está paralizando la economía.

La paradoja es que se congela el tipo de cambio para evitar mayor inflación, pero esta se produce igual y, además, las empresas, al no con seguir dólares oficiales, se vuelcan a mercados paralelos donde compran a cerca de $300, lo que trasladan a los costos y eso acelera más la inflación.

En este panorama no hay que dejar de señalar el problema de la sequía que, por tercer año, está golpeando a la pampa húmeda. Esto va a generar una brusca caída en la producción de granos y menores ingresos de divisas, agravando la situación de stress de las reservas del banco central. Con este panorama, nuestra estimación de un dólar paralelo a $400 a fin de año sigue cada día más firme.

En estos días trascendió que el nuevo viceministro, Gabriel Rubinstein, habría propuesto desdoblar el mercado cambiario en un mercado comercial (el actual oficial) y un mercado financiero (que incluiría al turismo). Estas soluciones suelen ser transitorias, si tiene un programa creíble que les de soporte. Caso contrario, puede ser un disparador de una mega devaluación de mercado.

La inflación sigue muy alta

Los índices de inflación siguen altos. Luego del 7,3% de Julio se espera que agosto marque un número alto, entre 6.5 y 7%. La inercia sola ya no explica el proceso, sino que se alimenta de cantidades de dinero muy grandes inundando el mercado en medio de una gran desconfianza, porque los operadores consideran que es inminente una devaluación. Por ese motivo tratan de no quedarse en pesos, y la aceleración de la circulación de los pesos es la causa estos índices.

Por otra parte, los investigadores están asombrados por la velocidad a la que cambian los precios. Hasta el mes de mayo era normal que las listas de las empresas cambiaran una o dos veces al mes. Ya hace un tiempo que las listas cambian todas las semanas y esa velocidad en los cambios de precios es coherente con la velocidad en la que los argentinos se deshacen de pesos.

Si bien el ministro Massa ha comenzado a tomar decisiones en la baja de gastos para cerrar el déficit fiscal, la gente cree que no se han tocado gastos de la política y que podrían reeditarse en cualquier momento. El ministro también quiere hacer buena letra, no solo con el FMI, sino para demostrar que puede ser confiable para conseguir préstamos para reforzar las reservas. Pero hasta ahora no lo ha podido hacer porque la tasa de riesgo país es muy alta y eso marca el nivel de desconfianza con el país en el mercado mundial.

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