¿Terminó la "fase moderada" o el gobierno seguirá por el mismo camino?
Humberto Tumini, presidente del partido Libres del Sur, analiza el momento del gobierno nacional, tras la renuncia de Martín Guzmán.
Finalmente renunció Martín Guzmán producto del visible fracaso de su plan económico y, también, del hostigamiento de que lo hizo objeto en los últimos tiempos el kirchnerismo. Que pasó de apoyar las medidas durante la mayor parte de este gobierno, a la crítica despiadada solo cuando vio que las consecuencias de las políticas de aquel ministro golpeaban su base electoral en las legislativas del 2021.
Días antes de la renuncia del funcionario, el Cuervo Larroque, vocero de La Cámpora y de Máximo Kirchner, había dicho que "La fase moderada está agotada. A la sociedad hay que ofrecerle una perspectiva de esperanza y la única dirigente que genera eso hoy es Cristina Kirchner. Gobernar es enfrentar al poder económico y se necesita una política fuerte que lo regule para permitir el desarrollo del país y garantizar la justicia social". Lo que indicaba que la presión K para que hubiera cambios en el gobierno estaba en su punto mas elevado.
No es difícil por tanto entrever que, finalmente, el recambio de Guzmán por Silvina Batakis, funcionaria del ministro de Interior Wado de Pedro, integrante también de La Cámpora, fue promovido por la vicepresidenta y aceptado por Alberto Fernández.
Se supone entonces, acorde a todos los últimos discursos de aquella, que es a los efectos de que "use la lapicera en favor del pueblo como hacía el general Perón". Sacándoles, además, de paso, los planes a las organizaciones sociales, para pasárselos a los intendentes justicialistas, sobre todo bonaerenses, aliados suyos ahora; que de clientelismo la saben lungo.
Pero mas allá de todas esas intencionalidades de Cristina, lo concreto es que Batakis será ahora la encargada de llevar adelante la gestión. Se verá entonces si es cierto que va a pensar en los padecimientos populares o, por el contrario, en lo fundamental, contemplará los intereses de los acreedores externos, los grandes grupos económicos locales y extranjeros y de la gente adinerada. Como ha sucedido de hecho y al margen de los discursos "nacionales y populares", desde que asumió el Frente de Todos.
No por casualidad la distribución de los ingresos en el país se ha vuelto mas regresiva en estos años: los asalariados pasaron de recibir el 51,8% de la torta en el 2017, a tener ahora el 43,1%. Con el gobierno de Alberto y Cristina en lugar de recuperar posiciones, perdieron el 3% (pasaron de 46,1 al 43,1%). Como dijo el General: "La única verdad es la realidad".
Juzgar si Batakis hace lo que dice Cristina que debe hacer, no será muy difícil. Ya que hay algunas cuestiones que definirán, cristalinamente, si continúa el rumbó económico de Alberto y Guzmán, como han señalado desde el gobierno que hará, o si genera modificaciones en favor de los sectores populares, que transitan una enorme crisis que no es necesario describir; que se extiende y agudiza desde el 2012 a la fecha.
En concreto, lo primero que habrá que ver es si se mantiene el acuerdo con el FMI. Que es hoy en día la causa principal del calvario de la mayoría de nuestros/as compatriotas. Ya que no solo ha conllevado la pérdida de la soberanía del país, sino que, además, es la razón del actual ajuste económico, del freno de la economía y el incremento de los precios. O, por el contrario, la ministra hace lo que corresponde en defensa del país y su gente: no convalida la estafa de esa deuda de Macri y lo anula.
En segundo término, si busca disminuir el déficit fiscal recortando gastos en salarios de los empleados públicos, jubilaciones, ayudas sociales e inversión en obra pública, que es lo que plantean el Fondo y el establishment. O, al revés, se incrementa la recaudación para bajar el déficit, con impuestos a los sectores de mayor capacidad económica.
En tercer lugar, habrá que observar cómo aborda la inflación galopante que carcome los ingresos populares. Si la deja correr como viene sucediendo hasta ahora, o peor, se usa la recesión para bajar la demanda, o si se controla a los monopolios formadores de precios y se suben las retenciones para frenar el costo de los alimentos. En definitiva, si se concede una y otra vez al poder económico como viene sucediendo o se lo enfrenta en defensa de los que menos tienen.
El rumbo que ha llevado en estos dos años y medio el gobierno de Alberto, la larga experiencia en el uso del "relato" por parte de Cristina, y las primeras definiciones de la nueva Ministra de Economía ("le voy a dar continuidad al programa del presidente", "tenemos que trabajar de manera conjunta con el FMI, ya que el acuerdo debemos cumplirlo"), no dan para tener muchas expectativas.
Mas bien es para pensar que hay mucho de gatopardismo: cambiar algo para no cambiar nada.