Sequía e historia del "verde" en el desierto: la herencia hispánica como salida
Pablo Lacoste continúa con el análisis de los modelos de urbanización y vida en el desierto: entre el francés (con el que acusó a los mendocinos de ser "tilingos") hasta la herencia hispano criolla y la reivindicación del parral.
"Hay que salir de la caja. Si usamos los mismos ingredientes nos va a salir una comida parecida. La idea es que hay que transitar otro camino". Con esas palabras, buscando "ser originales", el historiador Pablo Lacoste retomó la discusión en torno al uso del agua en Mendoza.
En una nota anterior había calificado a los mendocinos de "tilingos", por adoptar una opción de parques y jardines "propios del norte de Francia, con gran humedad" y desconociendo nuestra realidad de zona árida. Lacoste despertó la polémica y el tema se discutió en los más diversos ámbitos, pero él le dejó tarea a los académicos y docentes que enseñan cómo pensar y comprender el lugar en que vivimos.
En esta nueva charla, al tomar "otro camino", buscó un reencuentro con parte de la herencia histórica que legó el origen hispánico, "un mestizaje entre cristianos y moros previo al que se produjo después de la conquista". y en ese punto, señaló que hay lugares de la propia España, secos, que a pesar de ello "exhiben hermosos parques y jardines". Propuso como ejemplo el Palacio de la Alhambra, la zona de Andalucía, Sevilla "en donde tienen el mismo problema que nosotros, pero que lo resolvieron con otro criterio, otra paleta de colores".
En el video puede apreciarse la variedad de ciudades que servirían de modelo histórico, pero insistió en uno de los puntos que dio origen a la discusión: "¿Cómo salimos de la dependencia del paradigma francés? Tenemos que romper esa subordinación psicológica, cultural y estética que tenemos", dijo y propuso que "en vez de ir a Francia de vacaciones, en lugar de ir a ver el Palacio de Versailles y ponerlo como modelo de las escuelas de Arquitectura para sus alumnos, hay que mirar más El Generalife, el Palacio de Alhambra, el sur de España y norte de África, Medio Oriente: hay que recuperar eso".
Abundó al señalar que "nuestros intelectuales en América Latina leen mucha literatura europea, pero hay que leer Las mil y una noches, una obra hermosa escrita más o menos en el año 800, en donde el modelo son los jardines con higueras, olivos, parrales, granados que se adaptan muy bien a las zonas áridas".
Un Draghi Lucero cool
"En lugares en donde no hay agua se puede desarrollar un modelo estético encantador", indicó Lacoste. "Hay que reencantarse con lo escrito por Juan Draghi Lucero, que supo rescatar todo esto, que aprendió de ese mundo hispano criollo que tuvimos", dijo.
Repasó que "hemos renegado de esa herencia hispano criolla, acusándola de representar el atraso, la decadencia y la barbarie, y en su lugar pusimos nuevos paradigmas basados en Francia, Inglaterra y Estados Unidos".
Reconoció que "la herencia hispano criolla fue denostada con mucha razón en tanto fue un modelo con esclavitud, autoritarismo imperial y jerarquías sociales fuertemente marcadas. Pero -metaforizó- junto con el agua sucia tiramos también al niño y perdimos una riqueza cultural gigantesca del pasado criollo e hispano".
El modelo hispano criollo, el parral y el abolengo del olivo
"Los españoles- retomó- son mestizos de moros del norte de África y cristianos de Europa. Los españoles tenían el acervo de los moros que se tradujo en los olivos, los molinos de agua, las higueras, los granados".
Lacoste explicó que "los patios hispano criollos, en lugar de tener la alfombra de pasto verde del paradigma francés era mucho más inteligente: apostaba a los árboles, a la sombra del parral, a las higueras".
Al volver sobre al historia de la conquista de Mendoza, contó que "los españoles, para reivindicarse, plantaban uno o dos olivos en la puerta de la casa y eso era lo que les daba el abolengo. Cuando uno veía en la puerta de una casa un olivo muy añoso, eso demostraba que allí había vivido alguien que descendía de una familia de los primeros colonos que llegaron a poblar Mendoza. Era un símbolo de prestigio, como tener un título de nobleza".