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Marcelo Sain: "Gran parte de la policía en Mendoza trabaja para la DEA y el poder político no la controla"

En octubre de 2013 Marcelo Saín, el exministro de seguridad santafecino, por entonces consultor de la Universidad de Congreso en temas de Seguridad, exinterventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, hoy funcionario de Aníbal Fernández), fue entrevista por Gabriel Conte en Radium FM. Primera vez en que se sembraban sospechas sobre las actividades de la DEA en Argentina. Hoy salió a la venta el libro "La DEA en Argentina. Una historia criminal", de Julián Maradeo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

ARCHIVO: Nota difundida originalmente el 23 de octubre de 2013.

Mendoza siempre quiso mostrarse como una "isla" con respecto al resto del país. Con muchas cosas lo logra, pero con otras, queda en evidencia el espejismo. Uno de esos factores está vinculado al consumo de drogas y a todo lo resultante, desde los factores médicos hasta los policiales y judiciales. Para consumir hay que comprar y para que haya vendedor, tiene que haber una industria detrás.

Durante años nos ufanamos, en pos de promover "la isla", de que esa costumbre de supuestamente pocos era una extravagancia que nos llegaba de "afuera".

Pero la realidad es más fuerte. El espejismo se tornó espejo y allí vemos cuando nos muestran el "amplio prontuario" de un muerto de un tiro certero en un barrio marginal, a un eslabón de una inmensa cadena en la que puede estar el lector de esta nota que consume droga, el que la trae a granel, el que la prepara, el que la dispone y fracciona, el que la vende, la cobra, la distribuye. Los que protegen el mercado ilegal, los que lo alientan y aun muchos de quienes deberían desbaratarlo, en cumplimiento de una orden que le dio el Estado: respetar y hacer respetar la ley.

Clic para leer el anticipo del libro de Maradeo.

Hay un andarivel sobre el cual se discute la problemática de la inseguridad que parece ser el mismo en los últimos 30 años y que, en definitiva, no conduce a nada más que a satisfacer la necesidad de hablar del asunto. A veces, la violencia nos conmueve más y otras veces menos. Muchas veces, nada: sobre todo cuando la víctima es uno de esos pibes que resulta ser un ladrillo en el inmenso muro del narcotráfico. En esta "isla", hay vidas que no valen nada, pero se paga muchísimo por su rol mientras la ansiedad está presente y merece ser calmada con un producto que, tal vez por ilegal, por mágico o por lo que sea, resulta codiciado y deja ganancias, en la cadena comercial, enormes e instantáneas; en efectivo o en "especias.

Se habla de "mafias" y se hace mucho, pero mucho circo: operativos, debates, discusiones. Leyes que se aprueban por parvas. Pero un solo hecho, cual ficha de un dominó, hace que quede a la vista una nueva imagen se deje ver: pactos secretos que parecían invisibles pero que estaban ante nuestro rostro, disimulados.

Algo de eso pasó cuando, finalmente, cayó un presunto narcopolicía. Y de eso hablamos con una voz que tuvo bastante para señalar.

Se trata de Marcelo Saín, ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que fue viceministro de Seguridad bonaerense y que ahora ocupa una banca como diputado provincial por el kirchnerismo en La Plata.

- Siempre se sabe que hay vínculos entre policías y criminales, lo que está faltando es que quienes tienen en sus manos conducirlos lo reconozcan. ¿Mendoza se incorpora a la lista que ya integran Santa Fe y Córdoba como provincias con narcopolicías?

- Debo decir que el caso mendocino en cuestión quizá sea un caso puntual de este policía vinculado al negocio de las drogas, porque es un poco rústico que él mismo haya sido el asesino o se ha comprobado que según las pericias el arma que mató al matrimonio chileno era la que él portaba. En general, cuando la policía protege a los grupos criminales y mercados ilegales lo hace de manera indirecta, a través de acuerdos con los sectores narcos, en términos generales, y un grado de protección estatal, invisibilizando el negocio, impidiendo que otros sectores de la policía lo conjuren de alguna manera, apropiándose de parte de la rentabilidad. Es una forma también del control del crimen, digamos. Ilegal, pero en el fondo una forma legal de regular el crimen es regular la cantidad, su quantum. Ilegalmente se puede hacer eso y ha servido en la Argentina.

- ¿Cómo está Mendoza en este aspecto?

- Mendoza ha avanzado en el mercado minorista de drogas. Es un mercado muy expandido en las grandes ciudades, fundamentalmente en la Capital y en el Gran Mendoza, y esos mercados tienen una capilaridad enorme, con redes criminales muy importantes. Además, está la bendita presencia de la DEA. Acá nadie quiere hablar de eso. Es el tema prohibido. ¿Cuánto tiene que ver la DEA en lo que es la estructuración del mercado minorista de drogas?

- ¿Qué es lo que hace la DEA?

- No porque ellos lo incentiven, sino porque su función es manejar información sobre narcotráfico en los países como el nuestro, para lo cual se vale de la dotación de policías que están comprados por ellos. Comprados a través de beneficios en sus carreras, del pase de información, de algunos sobresueldos: son la famosa ´nómina de la DEA´. La DEA no tiene una base amplia en la Argentina ni opera con recursos propios, sino que tiene una nómina de 3 mil policías que ´laburan´ para ella. Son esos policías, a los cuales la DEA les arma la carrera, porque les dan información, les permiten hacer procedimientos y demás. En Mendoza gran parte del área Narcotráfico (Narcocriminalidad) tiene vinculación con la DEA y muchos comisarios de barrio de las comisarías del Gran Mendoza, tienen estrechísima vinculación con la DEA. Y a ellos les importa un bledo lo que pase con el narcotráfico en la Argentina. Lo que ellos quieren es información del mercado internacional y si a través del control de estos policías tienen que pedir que se deje pasar determinada cantidad de droga o se desarrollen determinadas operaciones, independientemente de lo que establezca nuestra legislación, lo hacen. Entonces, esto ha alentado enormemente -y ya ha pasado en la década de los 90, ya tenemos la experiencia cordobesa y de Buenos Aires al respecto- este tipo de cuestiones. Además, el gobierno político no tiene control sobre un sector de tu policía. Tiene un doble comando, pero el comando de la DEA mucho más importante. Esto es histórico. Trabajan así en toda América Latina. Tenemos la experiencia de Centroamérica y de países en donde el problema es realmente serio. Entonces, la incidencia de la DEA en nuestras fuerzas, inclusive las federales, es enorme. Y me parece que eso es parte del problema: no tenemos soberanía en ese punto y la verdad es que el gobierno, al respecto, no ha avanzado en nada. Yo diría que, muy por el contrario, ha cuidado y ha convalidado ese conjunto de relaciones con la embajada norteamericana.

- De hecho, en muchas oportunidades en Mendoza inclusive se ha destacado con premiaciones y gran difusión a los policías vinculados con la DEA. Pero para entenderlo, para aquellos que confían despreocupadamente en la policía, ¿qué significa que ellos "dejen pasar" algunas cosas?

- El objetivo de la DEA es regional. Ellos no están violando sus normas con todo esto que estamos señalando. Están haciendo lo que les corresponde. El problema es que no siempre tienen intereses convergentes con los nuestros. El famoso avionazo con los mil kilos de cocaína de los hermanos Juliá en Ezeiza fue, en gran medida, una operación pergeñada por la DEA, yo diría que con algún grado de colaboración y connivencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en Ezeiza, cosa que ocurre, a partir, justamente, de que nosotros dejamos la conducción de la PSA, durante el período de Julio Postiglioni, hoy al frente de la Sedronar, un hombre de la DEA claramente. Fue una operación pergeñada por la DEA, en la que se intentó impedir dentro de la PSA claramente que el flujo de información pudiera dar cuenta del alerta de ese avión, y el avión fue entregado después a las autoridades españolas, vaya a saber por qué...

- ¿Cómo juegan estos factores en Mendoza?

- En Mendoza se ha desarrollado un importante mercado de consumo de drogas, es ilegal y hay un alto nivel de protección de la policía en esta materia. Pero cuando vamos a Mendoza, los mendocinos enseguida se abroquelan, como pasó con (Alberto) Binder y conmigo, diciéndonos que estábamos "de más", y entonces ahí toda la dirigencia peronista y radical se defienden mutuamente diciendo "acá no pasan las cosas que pasan en otros lugares del país". Y bueno, debe ser que Mendoza está en Groenlancia... 

Qué tiene que ver Mendoza con lo que pasa en Córdoba y Santa Fe

- Eso responde la vieja creencia de que vivimos en una "isla", pero que al final de cuentas termina siendo muy parecido a la "La isla del Dr. Moreau...". Pero hay una cuestión de fondo: a los gobiernos los supera la policía y no se hacen cargo de lo que la policía hace. Establece sus propios vínculos y sus propios negocios, con lo cual se desvincula del rol para la que fue creada.

- Es así. En los últimos 15 o 20 años, la política ha acordado que la gestión del crimen haya sido delegada a los policías y la política con el correr del tiempo y particularmente con la estructuración de mercados minoristas (de personas, de drogas, de autos robados y demás) empezó a intuir que la participación que tenía la policía era a través del crimen. Pero el pacto servía. Este doble pacto, político policial y policial criminal, de alguna manera estabilizaba la situación: ´Estoy gobernando, estoy cuatro años, no he tenido escándalos, la policía me garantizó una clandestinidad eficaz de estos negocios, si yo me tengo que meter en eso tengo que armar un equipo y no lo tengo, tengo que armar un plan y no lo tengo, tengo que tener capacidad de gestión política y no lo tengo. Puede ser que tenga contestación mafiosa...´. Entonces, digamos que a la política le sirvió esto. A la política ese modelo le es viable. El problema es que los negocios criminales vinculados a la droga crecen, y la mayor rentabilidad de las empresas, digamos, de los grupos criminales, la diversificación, la lucha por un mercado que empieza a estar saturado, son guerras comerciales pero son guerras a los balazos, el dominio territorial y resquebrajamiento de la regulación policial, empieza a abrir grietas a esa relación. Eso es lo que se está viendo en Santa Fe, en Buenos Aires el ´Caso Candela´ le puso mucha luz a lo que era la entente de policías y narcos en San Martín, que es el mercado más sofisticado de la Argentina. Está pasando en Córdoba, es una película que todavía no terminó y que ya la vamos a ver; es terrible lo de Córdoba, que también es una policía DEA. La política se encuentra con que durante 20 años le delegó el poder a la policía y no formó cuadros de gestión, entonces cuando hay situaciones de crisis, lo único que les queda es renovar el pacto, tratar de conseguir un jefe de policía que sea lo más viable posible. Porque no les queda otra alternativa: no han formado cuadros, no hay tiempo en la política, les da temor este tipo de cuestiones. Entonces, la Argentina está entrando en una crisis de gestión de la seguridad pública en función de esta ´película´ que además es archiconocida por todos nosotros y sabíamos -y lo hemos dicho- que esto iba a ser así.

- ¿Qué opina de las declaraciones del ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, quien ´de golpe y porrazo´nos dice que lo que se vive contra el narcotráfico ya no es una lucha sino una guerra? Plantearlo en estos términos, ¿no resulta una tentación para el involucramiento de las Fuerzas Armadas?

- No solo eso, sino que en particular es una ´burrada´, porque decir eso y no reconocer que el Estado forma parte del crimen, de la estructuración de un mercado minorista de drogas a través de sus sistemas policiales, es ignorar cómo funciona. Hay una vorágine de intentos de mostrar relaciones con la Embajada de Estados Unidos. Todo esto es una música que quiere ser oída por la embajada norteamericana y hay una pelea para ver quién es el tipo que mejor expresa esto. Todo el discurso de Massa por un lado y todo el discurso de Guillermo (Montenegro), de quien tengo aprecio personal, sobre estas cosas, son inapropiados, no dan cuenta del fenómeno en términos generales y adscriben a todo lo que es el armado de una estrategia de militarización. No es que lo estén planteando particularmente para la Argentina, pero están preparando un terreno conceptual al respecto. Ya hay documentos del Comando Sur y académicos que dan cuenta de que toda la aplicación de lo que es la estrategia militar estadounidense en Afganistán, que es de ´guerra irregular´ en términos generales, está siendo reciclada por ciertas unidades del Comando Sur en función de ofrecerla para América Latina. Están pensando fundamentalmente en Colombia, en Centroamérica y en México. No están pensando en el resto del continente, pero termina siendo una canción bastante homogénea en toda la región porque los referentes criollos de los gringos no tienen una visión diversificada de este fenómeno: no es lo mismo el narcotráfico en Brasil que en Colombia o que en México y mucho menos que en el Cono Sur. Tenemos otro tipo de problemáticas, no menos graves. Vamos rumbo a un camino de complejización de estas cuestiones, pero tenemos situaciones estructurales muy diferentes. Yo no comparto una frontera con los Estados Unidos de 5 mil kilómetros, que es el mercado más importante de cocaína. No soy el productor del 90 por ciento de la cocaína, como Colombia. Tengo otros problemas, quizá mucho más severos para nosotros, que es la estructuración de mercados internos: la Argentina hoy está produciendo cocaína en las grandes ciudades.

En Mendoza hay cocinas, lo que significa que hay bandas narcotraficantes que saben terminar el producto en Mendoza. Traen la pasta base, la terminan y eso significa más disponibilidad de cocaína, de mejor calidad y una ampliación del mercado porque hay pautas culturales que hacen que haya mucha gente que consumen cocaína. Bueno, ese es el factor que debemos estudiar, no estas pelotudeces de decir que es una guerra. Estas con las cosas que tenemos que ponernos a ver, no comprar el discurso gringo para que te inviten a tomar allá al Departamento de Estado o ir a hacer una visita a la DEA en El Paso.

- Pasaron diez años de gran capacidad de poder y de gestión, con respaldo popular. ¿Por qué no se intervino en estas situaciones desde el gobierno nacional?

- Nunca fue parte de la agenda. Y en realidad, en la fórmula con la que el gobierno trabajó la inseguridad pública primó una mirada conservadora. En materia de narcotráfico, trata de personas y terrorismo hubo un acuerdo histórico del gobierno argentino con la embajada norteamericana y eso fue incólume. Conozco la cocina de eso. Yo mismo he participado de reuniones en la embajada americana junto a los jefes policiales cuando estaba al frente de la PSA, en donde me quedaba claro que había un compromiso muy grande con la embajada norteamericana en esta materia. A mi me daban libertad para prescindir de esas relaciones. Pero yo manejaba una fuerza que era solo el 3 por ciento del sistema federal policial: no le hacía daño a nadie. En esas reuniones, los jefes de Gendarmería, la Federal o de Prefectura, frente al secretario de Justicia norteamericano decían que el problema principal acá eran el terrorismo y el narcoterrorismo y la democracia argentina decía otra cosa. Estos tipos cantaban la canción que querían escuchar. El kirchnerismo no significó una ruptura a lo que son las tendencias tradicionales en materia de gestión de seguridad pública en este país. Esta es una de las deudas pendientes y uno de los temas que tenemos que discutir internamente, porque no sabemos qué hacer: saturamos de gendarmes el Conurbano, bajamos la edad de imputabilidad. No sabemos para donde correr en situaciones de crisis. No se quiso discutir esto. La oportunidad más importante fue cuando asumió Nilda Garré, que de alguna manera, tenía un discurso parecido al nuestro y sin embargo dejó pasar esa oportunidad, porque la Presidenta, allí, estaba receptiva a una canción distinta. Pero Nilda... es una porfiada, una señora muy caprichosa. Entonces terminó en la misma gestión que todo el mundo. No hay mucha diferencia entre Nilda y Casal a los efectos no discursivos, sino de los resultados finales.

Post scriptum: El diario El Sol de Mendoza levantó aquella entrevista. Se puede leer aquí.

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