Putin tiene más armas, pero la humanidad es más fuerte
La invasión de países pacíficos y soberanos por medio de las fuerzas armadas representa una de las prácticas abolidas por la consciencia humana, junto con la esclavitud.
El significado de la invasión de tanques, tropas y misiles rusos a la República de Ucrania representa un ataque contra los valores humanistas que tanta sangre nos han costado en los últimos tres siglos.
Mucho dolor humano debimos pagar para comprender la necesidad de abolir prácticas de dominación y construcción de poder. La invasión de países pacíficos y soberanos por medio de las fuerzas armadas representa una de las prácticas abolidas por la consciencia humana, junto con la esclavitud.
En los tiempos modernos, la esclavitud fue legal durante tres siglos: las Grandes Potencias de Europa (Francia, Holanda, UK, Portugal y España se dedicaron a cazar 20 millones de personas en África, para llevarlos como esclavos en América. En el siglo XIX, esa práctica fue abolida y repudiada por la humanidad.
La invasión de terceros países para someterlos y construir imperios coloniales fue otra práctica abolida. Recordemos que las grandes potencias de Europa conquistaron la totalidad de América, África, Oceanía y buena parte de Asia. Mucha sangre costó poner en marcha los procesos de independencia y descolonización. América se emancipó entre fines del XVIII y fines del XIX: un siglo de lucha. La India y buena parte de África debieron soportar el coloniaje hasta mediados del siglo XX.
Para terminar con estas prácticas, fue necesario pagar un tributo de dolor humano que sería imposible de medir: fue infinito.
La humanidad aprendió de este dolor; tomó consciencia de los efectos de esas prácticas, y avanzó en su repudio a partir del reconocimiento de los valores universales de los derechos humanos.
También aprendimos que nada justifica esas conductas, aunque siempre se construyen "relatos" para tratar de engañarnos.
La conquista de América se hizo en nombre "de la santa fe Católica", en los siglos XVI y XVII.
La conquista de África y Asia se ejecutó en nombre de la "civilización" en los siglos XVIII, XIX y XX.
Todo era mentira creada desde el poder para justificar la colonización y la esclavitud (esta se justificaba en España, por la necesidad de recaudar fondos para financiar las guerras de religión contra la herejía protestante).
Ahora, Putin crea un nuevo argumento para justificar la invasión a Ucrania: sus necesidades "geopolíticas" de no permitir que la OTAN extienda su influencia hacia el Este. Esta afirmación tiene exactamente el mismo valor que la apelación al versículo evangélico "compele entrare" (sentido misional) para justificar la masacre de los indígenas de América; y "la pesada carga del hombre blanco de extender los beneficios de la civilización", para aplastar a los pueblos africanos y de la India: mera retórica imperialista al servicio del poder, la crueldad y el imperialismo.
Siempre aparecen sectores obsecuentes con el poder, dispuestos a servir como altavoces de esos discursos imperiales: legiones de frailes y sacerdotes al servicio de la conquista de España y Portugal; sociedades científicas y geográficas, al servicio de los imperios británico y francés; y ahora, intelectuales de la geopolítica funcionales al proyecto de Putin. Se reitera el patrón. Pero nadie cree ya esas patrañas.
Las grandes conquistas de los valores humanistas están profundamente arraigadas en la conciencia del mundo. Putin podrá ganar algunas batallas; pero está condenado a perder esta guerra porque la humanidad no le va a permitir imponerse: ello implicaría aceptar que vuelvan los imperios coloniales y la esclavitud.
La humanidad es más fuerte.
Pablo Lacoste
Académico USACH-IDEA